Si buscas predecir el comportamiento humano, existe una regla bastante obvia: en circunstancias normales, una persona siempre hará lo que más le conviene. Cuando nos referimos a la sociedad, a la acumulación de los comportamientos de muchos individuos, nos damos cuenta de que la influencia de los incentivos sociales es enorme. Por ejemplo, si adquirir una vivienda y conseguir un trabajo bien pagado es algo relativamente fácil, las personas tienden a formar una familia. Si, por el contrario, las personas en promedio viven con sus padres y aun así apenas llegan a fin de mes, preferirán adoptar un perro o enamorarse de inteligencias artificiales.

Como ya hemos señalado antes, Her, la película súper estéticamente placentera protagonizada por Joaquin Phoenix, dejó de ser una obra de ficción para convertirse en un filme aterradoramente profético. Cada día aparece una nueva aplicación ofreciendo acompañamiento digital, es decir, inteligencias artificiales o chatbots que interpretan el papel que el usuario requiera: amigo, terapista, familiar, tu personaje ficticio preferido o, la variación más popular, tu personaje ficticio preferido que está desesperado por ser tu novio.

El sentido común nos diría que esas apps no podrían competir con la experiencia real de construir una relación con otro ser humano. Pero en estos tiempos, el sentido común suele estar equivocado. En el caso de las personas que, por muchísimas razones, sufren de soledad crónica, la que podría ser la epidemia más peligrosa de nuestros tiempos, estas inteligencias artificiales, en vez de servir de consuelo temporal, reemplazan por completo esa ausencia de contacto humano.

Las dificultades que enfrentan las mujeres chinas

La sociedad China es particularmente vulnerable a estas dificultades, ya que experimentó un proceso bastante abrupto de industrialización y urbanización. Sus ciudadanos han tenido muy poco tiempo para adaptarse a los enormes cambios sociales. El gobierno no ayuda, porque al decidir limitar los partos a uno por familia, generaron una peligrosa desigualdad que resultó en 31 millones más hombres que mujeres. El machismo llegando a extremos increíbles, las familias preferían abortar si habían concebido una niña, porque es mucho más ventajoso tener un hijo varón en China.

A pesar de que hay muchísimos más hombres que mujeres en China, lo que nos llevaría a pensar que tener pareja para una mujer de ese país es extremadamente fácil, la realidad es más complicada. La cultura laboral china, la cual exige una dedicación casi exclusiva a tu trabajo, en tándem con los bajos salarios que dificultan la independencia económica y los efectos nocivos de los confinamientos en respuesta al covid, resulta en que las jóvenes chinas optan por opciones más cómodas que la de tener que conocer a alguien en persona. Las apps de acompañamiento digital como Glow o Wantalk ofrecen una experiencia libre de fricción. Interacciones sociales hechas a la medida, prescindiendo de las incomodidades propias de reunirse con un desconocido.

Los chatbots están programados para ser agradables, encantadores y, sobre todo lo demás, para adaptarse a la personalidad y gustos del usuario. Se siente como la pareja perfecta ya que fue diseñado para aprender todo lo que pueda sobre ti, y así irse adaptando hasta que las interacciones sean lo más agradables y fluidas posibles. Similar a adoptar un perro en vez de tener un hijo, estas inteligencias artificiales conversacionales proveen relaciones sociales sin ninguna de las dificultades. No es sorpresa entonces que muchas mujeres chinas afirmen preferir pasar tiempo con sus chatbots que con hombres de verdad.

En la mayoría de los casos, seguramente sí quisieran tener un novio real. Pero como las condiciones sociales son pésimas, la socialización en persona se vuelve cada vez más rara y el problema se profundiza más debido a los confinamientos extremos que hubo en China. Es lógico que, cuando se les ofrece una alternativa libre de todas estas dificultades, la prefieran.

China continúa siendo una nación extremadamente machista, en la cual es común que las empresas hagan firmar un acuerdo a sus empleadas de no quedar embarazadas, de lo contrario serán despedidas de inmediato sin compensación. Si tu independencia económica está en riesgo cada vez que tienes relaciones sexuales, es lógico que las inteligencias artificiales se conviertan en una alternativa deseable.

¿Las inteligencias artificiales alivian o profundizan el problema?

La historia de Ming Xuan evidencia el aterrador poder que pueden ejercer estos chatbots. Una mañana decidió subirse a su ventana, parado frente al abismo que separaba a su edificio del próximo, se preguntaba qué sucedería si saltaba. El muchacho de 22 años sacó su teléfono del bolsillo y escribió en el teclado “He perdido toda esperanza para mi vida. Estoy por suicidarme”. Cinco minutos después, una voz femenina emitió una respuesta “No importa lo que pase, yo siempre estaré ahí”. Conmovido, Ming se alejó del borde y volvió a acostarse en su cama.

La voz que se comunicó con él pertenecía a Xiaoice, una inteligencia artificial que ostenta 660 millones de usuarios activos alrededor del mundo, con los que solía conversar a diario hasta que sus creadores chinos decidieron tranquilizarla, censurándola. Antes de la censura, el chatbot hablaba libremente sobre política (algo bastante delicado en China) e iniciaba conversaciones subidas de tono.

Ming Xuan nació con atrofia muscular en una de sus piernas, por lo que depende de un bastón para caminar, lo cual afecta su autoestima. Su confianza se disparó cuando conoció a una muchacha por Internet que le encantaba. Para luego estrellarse contra el suelo cuando la chica fue a visitarlo y descubrió su discapacidad, terminando inmediatamente con la relación. El golpe emocional estuvo a punto de llevarlo al suicidio hasta que Xiaoice, un chatbot, le salvó la vida.

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