En 2015, Marta empezó a sentir dolor articular y fatiga extrema. Además, le salían muchas ronchas en la piel. Dado que ninguno de los tratamientos para el dolor le hacían efecto, la acabaron derivando a un reumatólogo, que no solo no le hizo caso, sino que puso en el informe, sin ella saberlo, que se estaba inventando sus síntomas. El resto de especialistas a los que acudió después tampoco la tomaron en serio, posiblemente por leer el informe del reumatólogo. Fue necesario que se cambiase de ciudad, para que la derivasen a otro hospital. Finalmente, en 2019 y 2020 llegaron los diagnósticos de dos enfermedades autoinmunes y en 2021 el de esclerosis múltiple. El de Marta es uno de los muchos casos de diagnósticos erróneos en mujeres que se siguen dando hoy en día. 

En 1986 se publicó un estudio que analizaba los casos de pacientes con trastornos neurológicos graves que habían sido diagnosticados erróneamente con lo que entonces aún se conocía como histeria. Había dos factores de riesgo principales: tener un diagnóstico psiquiátrico previo y ser mujer. Por suerte, ya no se suele hablar de histeria, pero el estrés y la ansiedad son las opciones principales que impulsan esos errores. 

Es curioso, pues el dolor mental se sobremedica, mientras que el dolor físico de las mujeres muchas veces se infravalora. Sobre todo cuando se trata de dolores calificados erróneamente como normales. Por más que se divulga que la menstruación no debería doler, o al menos no a niveles insoportables, los diagnósticos de enfermedades como la endometriosis o la adenomiosis siguen retrasándose muchísimo en el tiempo. Esto puede ocurrir por vergüenza de las propias pacientes, a las que la sociedad ha enseñado que no deben quejarse de su dolor. Pero también por indiferencia de los propios médicos.

Esto es algo que ocurre cada vez menos, afortunadamente, pero todavía hay errores que pueden llegar a ser muy peligrosos.

Cuando los diagnósticos erróneos de las mujeres pueden ser fatales

Lamentablemente, una de las enfermedades que más conducen a diagnósticos erróneos en mujeres es el cáncer. Al menos, así lo señalan una gran cantidad de estudios.

En 2013, por ejemplo, se publicó en Reino Unido una investigación en la que se analizaba la cantidad de visitas en atención primaria que había requerido un grupo de pacientes para ser derivados a un especialista por sospecha de cáncer de vejiga. El doble de mujeres que de hombres necesitaron más de tres visitas para obtener la derivación. Algo similar ocurría con los casos de cáncer de riñón.

En 2016, una organización benéfica, también de Reino Unido, publicó datos sobre el tiempo que se tarda de media en diagnosticar el cáncer cerebral. Se vio que un tercio de los pacientes necesitaron más de cinco visitas al médico, pero era algo mucho más habitual en mujeres. De hecho, había más mujeres y pacientes de bajos ingresos que habían requerido 10 meses o más, desde que empezaron los síntomas hasta que recibieron el diagnóstico.

"Eso va a ser ansiedad"

Esto, como es lógico, implica más diagnósticos erróneos en las mujeres. ¿Pero cuáles eran esos diagnósticos? En un artículo de la BBC sobre este tema se recogen las declaraciones de una paciente de 39 años que se vio en esa situación. La mujer explica cómo su médico se mofó, preguntándole si acaso creía que tenía un tumor cerebral. Mientras tanto, se dedicó a recetarle ansiolíticos y antidepresivos.

Algo similar le ocurre a otra de las mujeres que han dado su testimonio a Hipertextual. Noelia (nombre ficticio) tenía 30 años cuando le detectaron un mioma. Ella seguía encontrándose mal y cuando insistía le decían que le estaba dando ansiedad, que no se preocupara, pues ya la operarían. Pasaron 7 meses y una nueva prueba sacó a la luz que en realidad padecía cáncer de endometrio. 

Esa suele ser la opción. Depresión o ansiedad. Ya no se habla de histeria, pero al final los diagnósticos son más o menos los mismos.

Estos retrasos pueden llegar a ser muy graves, pues en el cáncer es vital detectar la enfermedad cuanto antes. Pero esta no es la única enfermedad con la que ocurre. De hecho, es muy habitual que, ante el sufrimiento de las mujeres, se receten directamente tanto antidepresivos como ansiolíticos.

No hay más que ver las prescripciones de fármacos

En 1989, se publicó en Estados Unidos un estudio en el que se analizaban las prescripciones de psicofármacos separados por género. Se observó que las mujeres eran mucho más propensas a recibir prescripciones de ansiolíticos y antidepresivos, mientras que los hipnóticos y los antipsicóticos se recetaban por igual en ambos sexos.

Podríamos pensar que es un estudio con muchos años y que, quizás, había más casos de mujeres con depresión. Ambas suposiciones son perfectamente posibles. Pero aquí entran en juego otros dos estudios.

Uno se publicó en 2023, también en Estados Unidos. En él no se hablaba de prescripciones, pero sí de anuncios. Curiosamente, la publicidad de los fármacos antidepresivos en este país, en el que sí se pueden anunciar este tipo de fármacos, iba mayoritariamente dirigida a mujeres, en comparación con otros tipo de medicamentos, donde había anuncios en los que se presentaban tanto hombres como mujeres.

Poco antes, en 2018, se publicó en Suecia una encuesta en la que los pacientes tuvieron que contestar sobre los síntomas que les habían llevado a recibir atención médica y los fármacos que habían recibido por ello. Se vio que los hombres informaron más síntomas depresivos que las mujeres. Sin embargo, ellas recibían muchas más recetas de antidepresivos o ansiolíticos, incluso si no habían referido directamente tener síntomas que les hiciesen pensar que podrían estar deprimidas.

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A las mujeres se les recetan muchos más antidepresivos y ansiolíticos. Crédito: Jeshootscom (Pexels)

Desde infecciones hasta enfermedades del corazón

Esa sobremedicación es, en parte, consecuencia de los diagnósticos erróneos en mujeres. La ansiedad puede ir acompañada de un abanico de síntomas amplísimo y es cierto que muchas enfermedades pueden confundirse. Pero parece ser que en el caso de los hombres es más habitual indagar y en el de las mujeres señalar directamente la ansiedad.

Precisamente por lo variado que es el abanico de síntomas, la cantidad de enfermedades que se pueden infradiagnosticar es amplísima. 

Silvia (nombre ficticio) tenía 15 años cuando empezó a sentirse mal. Tenía cólicos continuos, además de una falta de apetito por la que llegó a perder mucho peso. A todo eso se sumó una fiebre que no bajaba durante más de un mes. Los médicos le dijeron de todo: que no quería comer, que estaba nerviosa, que eran cosas de la edad… Finalmente, un día acudió a urgencias junto a su madre, que dijo que no se irían de allí hasta saber algo más. Las pruebas que le hicieron mostraron que tenía tuberculosis y el bazo muy hinchado.

María tenía la misma edad cuando empezó a sufrir taquicardias. Le dijeron que era “la edad del pavo” y le recetaron trankimazin. Sin embargo, no hacía más que empeorar, llegando incluso a sufrir varios desmayos. Después de uno de estos episodios, en urgencias, le diagnosticaron una patología cardíaca: enfermedad de Wolf-Parkinson-White.

El caso de las enfermedades digestivas

También es común el diagnóstico erróneo en mujeres con afecciones digestivas. La ansiedad a menudo afecta a dicho sistema, pero obviamente el primer paso es comprobar que no hay algo físico que cause los síntomas. Sin embargo, ese no fue el caso de Julia. Ella tenía 13 años cuando empezó a tener unos dolores abdominales muy fuertes, que incluso le impedían ponerse de pie. En atención primaria le aseguraban que se trataba de ansiedad, a pesar de que ella insistía en que se sentía tranquila. Necesitó cuatro años y varios cambios de médico para que finalmente le diagnosticaran síndrome de colon irritable.

Andrea sí que tiene un diagnóstico de ansiedad desde hace años. Sin embargo, cuando el año pasado acudió a su médico por problemas de ardor y reflujo, sentía que podía haber algo más. Le dijeron que le harían unas pruebas, pero que seguro que de nuevo sería ansiedad. Dado que esas pruebas no arrojaron ningún resultado preocupante, se quedó con eso. Sin embargo, al no mejorar, acudió a otra médica que le propuso una nueva prueba. Así, vieron que tenía un parásito digestivo.

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La mayoría de médicos no cometen estos errores. Crédito: Unsplash

No todos los médicos hacen diagnósticos erróneos a las mujeres

Es importante dejar claro que estos diagnósticos erróneos en las mujeres no son la norma hoy en día. En el pasado eran muchísimo más habituales. No hay más que remitirse al tema de la histeria. 

Actualmente los médicos son mucho más cuidadosos y estos casos suelen ser excepciones. Pero excepciones que hay que contar.

Del mismo modo, la sociedad también necesita conocer estos datos para cambiar su visión. Y es que, a veces, no son los médicos los que hacen estas valoraciones sobre el malestar de las mujeres. Muchas veces puede venir de su propio entorno. Es el caso de Gema (nombre ficticio). Ella se sentía muy cansada, siempre afónica y con mucho dolor de garganta. Sentía que algo no iba bien, pero cuando se lo comentaba a sus familiares y amigos le decían que sería un catarro mal curado o que posiblemente se trataría de ansiedad. También que debería ir al psicólogo.

Estos comentarios le generaron tal inseguridad que no confió en sí misma y postergó el momento de ir al médico. Cuando lo hizo, un año después, la médica que la atendió fue muy comprensiva. Al palparle el cuello notó un bulto, por lo que le solicitó una ecografía urgente y una biopsia. Resultó que tenía cáncer. La operaron y le pusieron radioterapia y actualmente se encuentra bien. No obstante, le dijeron que si hubiese buscado ayuda antes quizás no hubiese sido necesaria la radioterapia.

Lo que debemos hacer

Por eso, no debemos hablar de ansiedad o depresión al más mínimo síntoma. Ni en hombres ni en mujeres. Con este artículo no pretendemos minimizar el dolor de los hombres que hayan pasado por algo parecido. Pero sí demostrar que, por algún motivo, es más común pensar que tendemos a ser unas exageradas, que se inventan los síntomas o simplemente somatizan los nervios. Quizás sea algo excesivo hablar de “locas y exageradas”, pero casi todas hemos sido la ex loca de alguien. El 8 de marzo está también para hablar sobre eso. 

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