La agencia espacial japonesa, JAXA, recibió el pasado 25 de diciembre un esperado regalo de Navidad. Después de tres meses de viaje, la nave de la misión SLIM ya se encontraba en la trayectoria de la Luna: su objetivo final. Hoy, por fin, esta ha dado el siguiente paso, convirtiendo a Japón en el quinto país en posarse sobre la Luna.

Antes de la agencia espacial japonesa, habían logrado aterrizar Estados Unidos, la Unión Soviética, China y la India. Es un objetivo complicado para el que se necesitan muchos avances tecnológicos. Pero SLIM estaba dotada de todo lo necesario.

El descenso comenzó sobre las 15:00 UTC (16:00, hora peninsular española) y ha finalizado a las 15:20 UTC. Durante los 20 minutos que ha durado, SLIM ha puesto toda su tecnología más puntera en funcionamiento. Y es que la nave está dotada con un instrumento que toma imágenes a tiempo real y las compara con una cartografía de la Luna en la que se marca el lugar exacto de aterrizaje. Así, ha podido ir ajustando su trayectoria para tocar la superficie selenita en el lugar adecuado. Además, el alunizaje ha sido lo suficientemente suave para no romper sus instrumentos, gracias al láser que le ha permitido calcular la distancia de descenso en cada momento y posarse en el momento justo, sin brusquedades.

Los siguientes pasos de la nave japonesa SLIM

Si SLIM iba tan bien equipada para aterrizar en el lugar justo es porque no tiene tiempo que perder. La diferencia de temperatura en la Luna entre su día y su noche es inmensa. Cuando cae la noche lunar, se pueden alcanzar los -130ºC. Este es demasiado frío para los instrumentos de SLIM, que no están diseñados para soportar esas temperaturas. Por eso, debe realizar todo su trabajo en las dos semanas terrestres que dura un día lunar.

Si no hubiese aterrizado en el lugar justo, se hubiese perdido demasiado tiempo buscándolo y eso no era viable.  ¿Pero qué viene ahora?

Cabe destacar que SLIM ha superado su primer hito con creces: situar a Japón en la lista de países que han logrado aterrizar en la Luna. También ha cumplido su segundo hito: demostrar que su sistema de exploración funciona y es capaz de llevar naves espaciales a lugares muy específicos, ya sea en la Luna o en otros objetos. Sin embargo, aún le queda mucho trabajo por delante. 

La importancia del lugar de aterrizaje

El lugar seleccionado para el aterrizaje de SLIM, el cráter Shioli, está compuesto por rocas procedentes del manto lunar. Por eso, la nave cuenta con instrumentos que podrán analizar la luz solar reflejada por las rocas y, así, calcular su composición.

Por otro lado, SLIM llevaba a bordo dos pequeños robots, que han sido liberados durante el alunizaje. El primero es LEV-1, un pequeño rover de poco más de 2 kg, que se mueve mediante pequeños saltitos y va dotado con un termómetro y un sensor de radiación. En cuanto al segundo, llamado LEV-2, es más pequeño todavía. Apenas alcanza los 250 gramos y es esférico, con unos 8 centímetros de diámetro. Una vez en la Luna, ha desprendido sus ruedas para caminar rodando, al más puro estilo de BB-8. En su caso, está equipado con dos cámaras y puede cambiar su forma para moverse más deprisa y correr sobre la superficie lunar. Así, puede tomar en poco tiempo fotos de todos los alrededores del lugar de aterrizaje. Ambos pueden enviar sus datos directamente a la Tierra y lo harán pronto, pues estarán operativos durante 40 minutos y 2 horas, respectivamente.

Después, SLIM se quedará sola ante el peligro. Bueno, acompañada de lo que quede del resto de misiones que han logrado aterrizar en este lugar hostil reservado solo a unos pocos países en el mundo. 

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