Por fin, en los últimos años (muchos menos de los que nos gustaría) el clítoris ha alcanzado la atención que merece. Se entiende que es un órgano importantísimo para llegar al orgasmo y que, de hecho, hay personas que son incapaces de alcanzarlo si no se les estimula. El problema es que de pensar que el clítoris era práctiamente un unicornio hemos pasado a hablar de doscientos mil tipos de orgasmo: vaginal, clitoriano, anal… Se ha generado casi una competición, sobre cuál es mejor o más placentero. E incluso han surgido grupos feministas que acusan al patriarcado de que intentemos llegar al orgasmo por medios que no incluyen al clítoris en la ecuación, como el sexo anal. De un problema, hemos sacado muchísimos más. Sin embargo, este dilema puede reducirse a algo de lo más simple: que orgasmo solo hay uno, pero formas de llegar hasta él, infinitas.
Este dilema, siempre candente, ha llegado a lo más alto del candelero de las redes sociales después de que El País publicase un artículo sobre el sexo anal en mujeres. Es cierto que el sexo anal es bastante frecuente en el porno. Por eso, muchas personas se han lanzado a discutir que una mujer pueda disfrutar del sexo anal y que, en realidad, las que lo hacen simplemente quieren contentar a los hombres influenciados por la pornografía. La razón por la que llegan a esta conclusión es que, supuestamente, solo se puede llegar al orgasmo mediante la estimulación del clítoris, de modo que no es posible hacerlo con el sexo anal. Pero eso no es cierto.
El orgasmo se puede alcanzar estimulando el clítoris, por supuesto. Pero también los pezones, el perineo o prácticamente cualquier parte del cuerpo que tenga suficientes terminaciones nerviosas. Pero eso no quiere decir que haya muchos tipos de orgasmo. Todos son el mismo, pero se llega de distintas formas, y eso va a depender de cada persona. No hay formas mejores y peores, solo las que cada uno consiga disfrutar más.
Orgasmo solo hay uno y además no es indispensable
Hablemos sobre el orgasmo. Se conoce como tal a la descarga repentina de tensión acumulada durante la actividad sexual. Suele manifestarse mediante contracciones rítmicas en los músculos de la región pélvica y una gran sensación de placer. Ambos fenómenos tienen una explicación evolutiva.
Se cree que las contracciones, en el caso de la vagina, podrían ayudar a retener el semen en el cuello uterino, aumentando la probabilidad de embarazo. Esto es necesario para perpetuar la especie. Por eso también va acompañado de placer. Si a la primera no se logra que un espermatozoide fecunde un óvulo, serán necesarios más intentos, por lo que el placer garantiza que nos quedemos con ganas de más. De hecho, está controlado por los sistemas de recompensa cerebrales, que son los mismos que se activan en otras situaciones placenteras, como comer chocolate o beber alcohol. No siempre son estímulos beneficiosos, desgraciadamente.
Para llegar al orgasmo, lo ideal es estimular zonas muy sensibles, en las que haya una gran acumulación de terminaciones nerviosas. Por eso, el clítoris y el pene son los dos órganos orgásmicos más conocidos, porque tienen una gran cantidad de terminaciones nerviosas, que favorecen esa sensación de placer. Pero esto ocurre también en otras zonas tan sensibles como los pezones. Además, en el caso de las personas con clítoris, es cierto que en la vagina no hay muchas terminaciones nerviosas, de ahí que sea complicado llegar, pero en el cuello uterino sí que hay, de modo que podría llegarse con la penetración vaginal.
En cuanto al sexo anal, con él se puede estimular el perineo, que tiene también una gran concentración de terminaciones nerviosas, así que sí: se puede llegar al orgasmo.
Formas poco convencionales de llegar al orgasmo
Algunas personas pueden llegar al orgasmo sin tocarse, solo mediante la imaginación. De hecho, es algo que se ve en una escena de la última temporada de Sex Education, donde Cal alcanza el orgasmo solamente viendo un vídeo; que, según declaró más tarde, ni siquiera le pareció especialmente atractivo. Puso en marcha su imaginación, sin más.
También hay personas que llegan al orgasmo con la estimulación de partes de su cuerpo como el lóbulo de la oreja. Incluso hay quien lo alcanza haciendo ejercicios abdominales. Esto es común hasta el punto de tener su propio nombre: el abdorgasmo. Pero no, no es otro tipo de orgasmo, porque orgasmo solo hay uno.
Ahora bien, algo que debe quedar claro es que el placer se recibe durante toda una relación sexual, siempre que se estimulen las zonas adecuadas y que haya calma y comunicación entre las personas que la practican. El orgasmo es solo el final del viaje, pero podemos disfrutar durante todo el camino. De hecho, no es necesario llegar a ese destino, podemos terminar en otro y haber disfrutado igual. No debemos obsesionarnos con ello.
¿Qué pasa con el sexo anal?
El ano tiene una gran cantidad de terminaciones nerviosas, y además está muy conectado, tanto con la próstata, en el caso de las personas con pene, como con el perineo en todas. Además, durante el sexo anal se pueden buscar formas de estimular otras estrcturas, como el propio clítoris.
Por eso, puede ser una práctica de lo más placentera, independientemente de si sale en el porno. ¿Cuál es entonces el problema de practicarla? ¿Hay realmente una opresión patriarcal relacioanda con el sexo anal? No necesariamente.
El problema del sexo anal y de cualquier otra práctica sexual es realizarlo sin consentimiento. Incluso el sexo que implica la estimulación del clítoris es un abuso si no hay un consentimiento explícito de la otra persona.
Y ese consentimiento no debe ser bajo coacciones. “A otras mujeres les gusta, ¿por qué a ti no?”. “Me encanta y necesito que me lo hagas”. “No seas estrecha”. Ese tipo de frases pueden terminar con un consentimiento, por miedo a ser diferente al resto o por temor a perder a esa persona. Pero es un consentimiento bajo coacciones y también es un abuso.
El problema de la opresión patriarcal no es el sexo anal. Los problemas son la falta de consentimiento, las coacciones y las decisiones u opiniones sobre vidas ajenas. Porque experimentar y disfrutar del sexo anal en libertad y con consentimiento mutuo no está mal. Opinar sobre la sexualidad de los demás, sí lo está.