Para el director Ridley Scott, la ciencia ficción es un territorio complicado que suele explorar desde dimensiones por completo nuevas, en especial, cuando se trata de las relaciones del hombre con la tecnología, lo desconocido, el tiempo y las grandes preguntas existencialistas. Desde su visión del terror y del suspenso en medio de las profundas interrogantes que supone el espacio exterior como símbolo de incertidumbre, hasta la búsqueda del significado de la vida a través de la incertidumbre, Scott logró crear una mitología propia o al menos, un lenguaje reconocible que atraviesa toda su filmografía de una manera reconocible.
Como productor de la serie Raised by Wolves de HBO, es evidente que Scott logró insuflar a la nueva producción de la cadena de ese espíritu de cuestionamiento y confrontación de la identidad humana con lo desconocido, que ya es familiar en sus producciones, gracias a un argumento por momentos incomprensible que recuerda de manera tangencial a las elocubraciones sobre el vacío del cosmos, el origen de la vida y las percepciones sobre la identidad de Prometheus y Alien: Covenant. En ambas producciones, Scott exploró conceptos que colindaban con aseveraciones crípticas sobre religión, física cuántica e incluso, intentó responder la gran aspiración por la trascendencia que ha obsesionado a la conciencia humana en todas las épocas.
No obstante, Raised by Wolves es algo más que una mirada acerca de la inquietud que provoca lo desconocido y a la interpretación de la tecnología como una manifestación del temor humano a la finitud. Es un recorrido más o menos solido hacia la raíz del primitivo miedo a la existencia como una simple casualidad cósmica, a través de la alegoría de la inteligencia artificial en busca de su origen y objetivo, lo que provoca que el ámbito de lo humano pase a un segundo plano en medio de una disolución de la identidad en favor del asombro.
Con una propuesta semejante, Scott — productor ejecutivo y apoyo directo del showrunner Aaron Guzikowski, cuyo trabajo como guionista ya vimos en Prisoners de Denis Villeneuve— podría haber experimentado a un nuevo nivel, en los fascinantes tópicos que en apariencia, están vinculados a la idea central de la narración. Podría suponerse que la serie sería una combinación de percepciones sobre la realidad, la búsqueda de la identidad a través de terrenos portentosos y al final, una inevitable alegoría sobre la cualidad del ser y existir, como cápsula de contención de algo más poderoso. Pero esta fábula de ciencia ficción es mucho más ambiciosa que efectiva y termina por desaprovechar la potente versión sobre lo que somos y el poder de la mera cualidad de la realidad, en favor de trucos fáciles de argumentos que desmerecen el esfuerzo creativo y visual de la obra como conjunto.
Con su provocadora premisa de una pareja de androides inteligentes con un deber moral, Raised by Wolves intenta ser un recorrido hacia la idea medular de la ética y cómo la tecnología puede abordar temas en esencia humanos. Pero a pesar de sus buenas intenciones, la producción no logra brindar nuevas dimensiones a lo que muestra, más allá de la cualidad de asombrar por sus pretensiones cada vez más desconcertantes. Cuando los androides Madre (Amanda Collin) y Padre (Abubakar Salim) aterrizan en el planeta Kepler-22b, llevan a cuestas una misión que les desborda por el mero hecho de exceder la pretensión sobre su existencia utilitaria.
La carga que deben proteger son embriones humanos, que deberían en teoría, permitir a la raza humana una segunda oportunidad en un planeta con las condiciones ideales para la vida. Se trata de un tema recurrente en la ciencia ficción especulativa, pero más allá de eso, es también un recorrido por varias de las miradas más apasionantes sobre la realidad y la cualidad de la supervivencia, en medio de los actuales debates sobre la responsabilidad del presente con el futuro.
Raised by Wolves: la nueva ficción de HBO
La serie evade esas cuestiones trascendentales y en sus primeros capítulos, está más interesada en mostrar los paisajes inhóspitos y violentos que deben enfrentar Padre y Madre. Kepler -22b no es exactamente la tierra y, de hecho, a medida que el tiempo transcurre, es más que evidente que su parecido es casi anecdótico, lo que provoca que la pareja deba enfrentarse a condiciones imposibles y casi siempre insuperables, hasta que la intención entera de salvaguardar a los posibles seres humanos, lo es todo.
Pero mientras en la película I Am Mother (2019) de Grant Sputore — con la que Raised by Wolves guarda evidentes paralelismos — , la noción sobre la protección y la emoción entre las relaciones entre la máquina y los seres humanos se explora desde la mirada de infinitos hilos de implicaciones intelectuales, en la serie de HBO la cuestión se plantea desde un ángulo de la crudeza de la supervivencia y los horrores invisibles: pronto, sólo queda un niño sobreviviente que Mother deberá proteger y en especial, conservar intacto — en cuerpo y mente — como emblema de un mundo posible. Pero la relación sobre esa cualidad de lealtad y propósito es tan confusa como para que la serie no logre plantear de manera clara el tema inmediato y directo: ¿Mother cuida del niño porque no tiene otro remedio o esta avanzada inteligencia artificial se sostiene sobre algo más misterioso, poderoso y por ahora inexplicable?
Para la serie, no hay un verdadero interés en semejantes cuestiones y de hecho, todo ocurre muy rápido para empujar el argumento a lo que parece ser el centro de todos los debates ulteriores y ocultos bajo los temibles paises de Kepler -22b: la llegada de un Arca de humanos sobrevivientes, fanatizados e identificados como un objetivo religioso y que se denominan a sí mismos Mitraico, se convierten en la verdadera amenaza, en una notoria necesidad de paralelismos y una irónica percepción sobre las raíces de la violencia humana como cualidad irreprimible. Pero Raised by Wolves tampoco está interesada en recorrer esa extraña contradicción del hombre contra el hombre, en mitad de una batalla por la supervivencia que termina por desdibujarse en mensajes morales más o menos solapados. La idea del argumento continúa siendo mostrar los temores bajo el bien y el mal, a la manera pulcra de las máquinas y la percepción ambigua del ser humano. Un riesgo narrativo que el guion asume sin demasiado éxito.
En Raised by Wolves el verdadero interés es la catástrofe a marras, cuando el último intento por sobrevivir del hombre y su historia resulta mal. El argumento va de un lado a otro, entre un gore, insinuaciones de algo más temible y grotesco al acecho, la religión — la creencia — como parte de algo menos estructurado y comprensible, para al final decantarse por la aventura especulativa en estado puro. Todo lo que ocurre en el ámbito del mundo de Raised by Wolves tiene un objetivo: la de demostrar que el ser humano — la especie — está destinada a la desgracia, al miedo y al enfrentamiento contra el horror, incluso cuando intenta escapar de ese destino. Por supuesto, el guion juega con la idea que se trata no de una circunstancia signada por lo invisible, sino que el mismo hecho que la supervivencia dependa de la cualidad del hombre para comprender sus errores, condena a la desgracia a todos los que intenten ir en contracorriente.
¿Desatinado, pesimista? La serie no tiene muy claro que sentido tomar y de hecho, a medida que la tribu multiétnica de niños, todo parece indicar que las grandes desgracias en el futuro, son responsabilidad de esa cualidad remota, irremediable del ser humano para buscar su propia destrucción. De hecho, cuando Campion (Winta McGrath), narra en voz en off las primeras secuencias de la serie, el guion intenta dejar muy claro que la percepción sobre la bondad y la maldad, las grandes y truculentas desgracias que han de sufrir, no son consecuencia de sus padres robóticas “Todas las cosas malas que sucedieron no fueron culpa suya”.
A partir de cierto punto, la serie toma la consciente decisión de mezclar una serie de tópicos muy evidentes sin demasiado éxito y en especial, sin excesiva profundidad. Mientras todo tipo de situaciones cruentas y grotescas ocurren, es más que evidente que el argumento pondera con seriedad, aunque no con demasiada claridad, contra el hecho del pensamiento religioso, aunque el tema desde luego, no es el ateísmo. En medio de enfrentamientos agónicos, de una búsqueda de iluminación que jamás llega y una batalla intelectual con considerables baches, Raised by Wolves es un alegato muy directo en la forma en que el pensamiento mágico sustituye a la razón y lo hace, en mitad de una situación cada vez más caótica. Sin embargo, el guion tiene verdaderos problemas en analizar la idea como algo más que un subterfugio para enfrentamientos a campo abierto entre un grupo de extremistas religiosos y la fría ciencia, la única garantia de supervivencia de la raza humana que prospera con precariedad en Keppler -22b.
Los primeros dos episodios están dirigidos por Ridley Scott, lo que hace que su parecido con las precuelas de Alien sea más evidente qu nunca. Pero Raised by Wolves tiene una identidad propia y se echa de menos que productor y showrunner no la explote lo suficiente. La acción transcurre en dos momentos paralelos y con un argumento más agil, sería asombroso y terrorífico sacar conclusiones sobre Madre — temible, frágil y violenta, todo a la vez — y el grupo de cruzados dementes que llegan a su refugio de paz artificial en busca de redención. Hay un misterio dentro de un misterio, eso es evidente, pero la serie no se prodiga demasiado en revelarlo y, de hecho, hay una sucesión de momentos inquietantes que se unen para sostener una mirada hacia el futuro trastocada por horrores inconfesables. Lo que sea que está ocurriendo en Kepler — 22b es malo y se pondrá aun peor a medida que la historia avanza.
Con todo, Raised by Wolves tiene sus buenos puntos a debatir: Madre es una criatura llena de contrastes, terrorífica y abrumadora, un símbolo de una tenacidad electrónica y desapasionada que sorprende por su parecido con el David de Michael Fassbender y su maldad con un propósito definitivo. Por otro lado, la concepción sobre la lucha moral y ética del grupo religioso, es una fuente de enormes planteamientos filosóficos, que incluso sin que sea la intención directa de la serie, provoca todo tipo de cuestionamientos. Al final, Raised by Wolves parece sostenerse sobre lo inevitable: de la misma manera que los supervivientes, que no tienen más remedio que luchar, el show no ofrece otra posibilidad que la de cuestionarse. Y eso, aunque deseable, no es del todo bueno. O al menos, si la producción piensa llevar a la historia — cada vez más compleja y dolorosa — a algo más rotundo que un simple recorrido acerca de los miedos colectivos.