La adolescencia suele mostrarse en el cine desde dos puntos centrales: por un lado, la rebeldía que suele ser característica a este crucial tránsito de la primera juventud a la vida adulta o, desde sus pequeñas tragedias. Babyteeth, de la directora Shannon Murphy, toma ambas cosas y las combina de manera inteligente en un drama sensible que además reflexiona sobre un punto que rara vez se toca en dramas al estilo. La muerte, la desesperanza y la noción sobre el final de la vida desde la perspectiva de alguien muy joven. Juntos, todos los elementos ensamblan un guion interesante que tiene la particularidad de sorprender con buen gusto y sutileza.

Milla — interpretada con sensibilidad por la actriz Eliza Scanlen — es una adolescente gravemente enferma, lo cual por supuesto hace que el personaje sea de origen atípico. No se trata solo del hecho de su debilidad física — o de su inminente muerte —, sino de la capacidad de Milla para asumir que la vida es más corta y sustanciosa de lo que cualquier otro chico de su edad puede creer.

De manera que toma riesgos. Murphy tiene el buen pulso para crear una versión adolescente del miedo, que poca o ninguna relación con la idea de la audacia intrépida que suele ser el punto focal de historias semejantes. Si en la película del 2012 Las ventajas de ser invisible — con la que el drama de Murphy guarda evidentes paralelismos —  el director Stephen Chbosky brindaba a su Charlie (Logan Lerman) un aire desestructurado y atónito, Murphy dota a Milla de una capacidad para entender su entorno desde la intuición, más allá de la sorpresa del autodescubrimiento y la búsqueda de un sentido a su corta y en apariencia, malograda vida.

Al final, Milla y Charlie comparten la noción de su futuro a partir del desastre, el miedo y las heridas abiertas, pero a diferencia del personaje interpretado por Lerman, el de Scanlen está por completo decidido a vencer la resistencia de su fragilidad física y mental para entender mejor las experiencias que desea vivir. A diferencia de Chbosky, Murphy está interesada en crear un contexto en el que su personaje tenga la oportunidad de vivir o, al menos, de experimentar con intensidad lo que podría perder de un momento a otro.

'Babyteeth' y su mensaje directo

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Y es esa noción de urgencia frenética lo que brinda un sostén de enorme interés a la película. Ya para sus primeros minutos, Murphy estableció los espacios mentales y físicos en lo que Milla se moverá: aparece calva, pálida y cansada, en medio de lo que parece una consecuencia de la enfermedad que sufre, aunque no hay una explicación real sobre su enfermedad y que tan grave es lo que padece, lo cual es un acierto. La directora mira con ojo cercano, subjetivo y atento a su personaje, que muy lejos del estereotipo del enfermo abnegado, está irritada, infeliz y llena de frustración. El giro hace que Milla sea incapaz de aceptar lo que le ocurre y expresa la rebeldía adolescente desde cierto cinismo. Con el rostro demacrado, la sonrisa feroz y una camiseta de unicornio por vestimenta favorita, la Milla de Scanlen es toda una declaración de intenciones.

La posibilidad de entender a Milla (o en todo caso, su dolor) es lo suficientemente poderosa para emparentar el guion — basado en la obra de teatro de Rita Kalnejais y que también escribe la adaptación — con el mundo interior que la versión original desarrolla con gracia y buen gusto en el teatro. Si en la obra — éxito en el Off Broadway — Milla expresa su angustia y su furia en apasionados monólogos, en la película toma la decisión consciente de comprender su propia vida a través de la intensidad. El deseo de amar, la lucha contra sus padres, la noción sobre la fugacidad de la vida: todo sostiene a Milla como un personaje que debe lidiar con el hecho que es probable no sobreviva y que aun así, vale la pena continuar.

Una disyuntiva que Murphy muestra en largas secuencias coloridas, radiantes que a menudo terminan por concluir en una escena trágica de profunda angustia existencial.

Murphy trata de recrear el mundo del dolor y la angustia adolescente, pero también de una sobreviviente que lucha con todos los recursos a su alcance por el día a día. A Milla le acompañan sus padres — interpretados por unos encantadores Essie Davis y Ben Mendelsohn —, que para mal o para bien expresan la idea profunda sobre la vida de quienes rodean a un enfermo enfermo.

La ternura está allí, también el amor, pero Murphy tiene especial cuidado en mostrar el desgaste y la angustia compartida, de sostener una situación cada vez más dura. Milla es el centro del argumento, pero también lo es la intención de la directora de humanizar la noción de la vida y la muerte a través de una percepción más amplia acerca de la falibilidad del espíritu humano en las peores condiciones.

Pero BabyTeeth también es una historia de amor: Milla, decidida a continuar a pesar de un cada vez más notorio desgaste físico se enamora de Moisés (Toby Wallace), una versión de chica buena conoce a chico inadecuado que Murphy recrea desde parámetros por completo distintos. El guion toma la idea del romance y lo transforma en algo más triste y amargo, lo cual permite a Murphy meditar sobre la naturaleza de la fragilidad y los terrores que Milla esconde detrás de su sonrisa afectada y su actitud irritada. Es Moisés el hilo conductor del personaje con la vida, con lo que aspira y no podrá tener con los deseos insatisfechos y las esperanzas rotas.

Babyteeth: emociones también con la fotografía

Gracias a la fotografía del artista Andrew Commis, la directora logra crear una condición visual curiosa para una película que depende tanto del humor de su personaje central, así que los cambiantes estados de ánimo de Milla se traducen en palpitantes juegos de luz, sombra y color que se anudan entre sí para sustentar un discurso visual que sigue a los momentos de alegría y tristeza con un despliegue de imaginación asombroso. Por momentos asombroso y en otras, deslumbrante, la capacidad de Commis para traducir las emociones de Milla en estallidos de imágenes espléndidas es quizás el momento más alto de la película.

Scanlen, que el año pasado sorprendió por su extraordinaria actuación en LittleWomen de Greta Gerwis, tiene la capacidad vibrante y mutable de una actriz que aún no encuentra su registro y puede experimentar con varios métodos a la vez para crear personajes impredecibles y potentes. Su Milla brilla por pura vitalidad e incluso en los momentos más bajos y predecibles del guion, la película se sostiene sobre una mirada amable de algo más poderoso. La percepción de que bajo la piel pálida y la cabeza calva de esta adolescente enferma bulle el mundo entero, todas las posibilidades en toda su potencia y belleza.

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