Cualquiera que haya experimentado un episodio de infección viral o bacteriana conoce bien los sentimientos subjetivos de enfermedad, en forma de malestar, lasitud, fatiga, entumecimiento, frialdad, dolores musculares y articulares, y disminución del apetito.

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Durante la enfermedad, los patrones de comportamiento regulares se suspenden temporalmente a favor de una reducción general de la actividad, un fenómeno conocido como comportamiento en la enfermedad.

Más allá de la biología

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Imagen: Andrea Ucini | The Economist

Se cree que estos cambios respaldan respuestas inmunes energéticamente costosas al reducir el gasto energético general, lo que conduce a infecciones más cortas o menos graves.

Sin embargo, de acuerdo a los resultados de un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Texas en San Antonio, la fuerza y la gravedad de estas sensaciones van más allá de la biología y pueden verse afectadas por el género, la etnia y las diversas normas sociales que todos hemos interiorizado.

Los investigadores señalan que el estudio realizado reveló un vínculo entre la cultura de una persona y la forma en que clasifica estar enfermo.

Para llegar a estas conclusiones, el equipo de investigación analizó las respuestas de encuestas autoinformadas de 1.259 personas que afirmaron haber estado enfermos de gripe o resfriado común en el último año.

De forma complementaria, los investigadores solicitaron a los participantes que calificaran sus sentimientos actuales de enfermedad de “no enfermo” a “gravemente enfermo” utilizando una escala de tipo Likert para controlar cualquier posible efecto agravante.

Respuesta conductual

Este análisis mostró que la expresión de la enfermedad se ve afectada por el género, los ingresos y los valores culturales.

Específicamente, los participantes del estudio que ganaban menos del ingreso familiar promedio, aquellos que afirmaban ser estoicos con una alta tolerancia al dolor, los que tenían síntomas de depresión, así como los hombres con lazos familiares más fuertes, eran más propensos a expresar estar enfermos.

El comportamiento enfermizo, incluyendo el letargo, el retraimiento social y los cambios de apetito, es una de las respuestas que todas las criaturas vivientes, desde las hormigas y las abejas hasta los humanos, parecen tener en común. Sin embargo, las normas socioeconómicas y culturales juegan un papel en nosotros.

Comprender cómo los factores socioculturales pueden influir en una respuesta conductual evolucionada forma un componente fundamental, aunque poco apreciado, de nuestra respuesta inmune general.

Estos hallazgos reflejan diferentes contextos sociales de enfermedad entre diversos grupos demográficos, lo que a su vez puede tener implicaciones importantes para la transmisión de patógenos, así como los tiempos de recuperación.

Referencia: The Contribution of Sociocultural Factors in Shaping Self-Reported Sickness Behavior. Frontiers in Behavioral Neuroscience, 2020.

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