Con la pandemia de coronavirus azotando en todos los países, existe una región del mundo en donde el virus no ha llegado: la Antártida. De acuerdo con un reportaje del Washington Post, las duras condiciones climáticas sumado a un estricto control de entrada, aseguran que los científicos que se encuentran en el cono sur se encuentren libres de la pandemia.
La llegada del otoño implica una disminución en la afluencia de personas. En invierno el aislamiento será obligatorio, por lo que los investigadores tendrán que pasar semanas sin poder ser extraídos por sus respectivos países. Si bien todo esto suena como un escenario ideal para salir bien librado de la pandemia, lo cierto es que la Antártida sería el peor lugar para enfermarse.
Un brote de coronavirus podría complicar las cosas en las bases de investigación, quienes cuentan con un solo médico en invierno para tratar cualquier afección. En caso de llegar a un nivel crítico de salud, trasladar a la persona a un hospital sería casi imposible por las condiciones climáticas.
Según Jeff Ayton, director médico de la División Antártica Australiana, las instalaciones no cuentan con enfermeras u otros profesionales de salud capacitados para tratar un brote de coronavirus. Todos los que llegan a la Antártica tienen que cumplir con protocolos de aislamiento y pruebas, en donde el médico revisa que no tenga síntomas de COVID-19, aunque sin hacerles un examen a fondo para descartar el virus.
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A pesar de los cuidados que existen, Ayton comenta que ningún continente es inmune al coronavirus, por lo que podría surgir un caso más adelante. Otro factor de riesgo es la presencia de investigadores provenientes de regiones con alto número de infectados, como Italia o Estados Unidos.
Con todo eso, el personal que se encuentra instalado en las diversas bases piensa que no hay mejor lugar para aislarse que la Antártida. Las estaciones cuentan con suficiente gel desinfectante y papel higiénico para sobrevivir al invierno.