Entre el arsenal de habilidades especiales para la supervivencia con las que contamos, el vómito, médicamente llamado emesis, juega un papel importante en la defensa contra trastornos metabólicos, tóxicos, inflamatorios y estructurales del tracto gastrointestinal.

El vómito, que se define como la expulsión retrógrada forzada del contenido gástrico del cuerpo, es causado por una amplia gama de factores desencadenantes, que van desde intoxicación alimentaria hasta la angustia extrema.

Un mecanismo normal de defensa

Aunque los científicos entienden el mecanismo en sí, descubrir por qué vomitamos es algo complicado. Primero, el vómito es un mecanismo de defensa contra la ingestión de venenos o sustancias tóxicas. En este caso, el vómito puede salvar nuestras vidas.

Hay un área especial de nuestros cerebros dedicada al control de venenos: el área postrema. A diferencia de la mayoría del cerebro, que está aislado por la barrera hematoencefálica, esta área está expuesta al torrente sanguíneo, por lo que puede detectar cambios químicos en la sangre y reconocer la presencia de sustancias tóxicas.

Si el área postrema encuentra algo potencialmente peligroso, alertará al cuerpo para evacuar el estómago a fin de evitar daños mayores. En estos casos, las náuseas y los vómitos son efectos secundarios de un mecanismo normal de defensa.

Pero el área postrema no es la única parte del cuerpo que puede provocar vómitos. Si algo se adentra demasiado en la garganta es posible perturbar el nervio vago y provocar lo que se conoce como reflejo nauseoso.

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Fuertes emociones

Unsplash | Tengyart

A veces, el cuerpo envía una señal de advertencia cuando está en peligro de vomitar. Aunque esta sensación se describe como “estómago revuelto”, en realidad se debe a que intestino está paralizado, un mecanismo que busca evitar una mayor ingestión de cualquier sustancia tóxica.

El estómago también puede provocar vómitos si siente que se está demasiado lleno o si ha contraído una “gripe estomacal” como el norovirus, un conocido irritante grastrointestinal.

El sistema nervioso central, la parte del cerebro que controla las emociones, también puede hacernos vomitar ante fuertes emociones de miedo, pena o asco; esto se debe a que el cuerpo tiene dificultades para distinguir entre el estrés físico y emocional, por lo reacciona de la misma manera en cualquier caso.

A veces, vomitamos sin ninguna razón clara. El síndrome de vómitos cíclicos es una condición en la cual los pacientes, generalmente niños, experimentan episodios de vómitos que pueden durar de unas pocas horas a unos pocos días a la vez. La mayoría de estos casos son en realidad una forma de migraña pediátrica, pero a veces pueden ser una respuesta al estrés.

Los cambios hormonales en el embarazo, la administración de ciertos fármacos y algunas afecciones medicas graves también pueden desencadenar vómitos.

Dada la cantidad de desencadenantes del vómito, es sorprendente que no lo hagamos con más frecuencia, y por desagradable que sea, vomitar es parte de la vida, y se trata de un mecanismo de respuesta que pretende mantenernos a salvo.

Referencias:

- Nausea and Vomiting. Clinical Methods: The History, Physical, and Laboratory Examinations, 1990.

- Why is the neurobiology of nausea and vomiting so important? Appetite, 2008.

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