Se les ha llamado a ser el Netflix de los alquileres de coche o los que busquen a sustituir, al menos en parte, el papel de Uber en el cambio de los modelos de transporte por las grandes ciudades. Lo cierto es que para que llegue ese momento aún les queda un pequeño trecho. Bipi nació en marzo de este mismo año, pero no empezó operaciones hasta un mes después en Madrid y Barcelona, como heredero natural de una compañía que ya venía operando desde hace tiempo en ambas capitales: Llollo. Una compañía centrada en asumir la molestia de aparcar un coche y devolvértelo en los viajes de aeropuertos y estaciones.
Los aparcacoches de llollo cierran una nueva ronda de financiación
Con una media de entre 4.000 y 5.000 coches aparcados de forma mensual, Llollo se dio cuenta de que había solución en el lugar de origen, pero no el lugar de destino. Y así, cuenta el jefe de marketing de Bipi Sergio Alonso, comenzó la compañía: "un sistema para alquilar coches, pero llevándote el vehículo al lugar que se quiera , principalmente aeropuertos y estaciones". Aprovechando la estructura ya creada para Madrid y Barcelona, Bipi ha ido a la estela de la primera compañía.
Con sólo 6 meses de vida, Bipi cerró su primera ronda de financiación de la mano de los mismos inversores que anteriormente habían participado en Llollo, además de la presencia de Kibo Ventures. El fondo liderado por Aquilino Peña y que cuenta entre sus últimas inversores con operaciones como la de 21 Buttons, Odilo o Carto, aportó gran parte de los 2,5 millones de euros que la startup de alquiler de coches necesitaba para su expansión. O como comenta Sergio, "para crecer de forma rápida en volumen de usuarios y alquileres en cada vez más ciudades".
Objetivo: el millennial medio
Como tantas otras compañías dedicadas al negocio del transporte, Bipi ha buscado encuadrarse en aquel sector de la población que cada día ve menos necesario comprar un coche. Residentes en las grandes y saturadas ciudades, especialmente en las almendras centrales de las mismas, y con ideas diferentes a la de gastarse sus primeros sueldos en coches. Car2Go, Emov, el propio Uber, MyTripCar, Drivy... cada uno en su segmento, la realidad es que todos acuden al mismo público: "gente a la que que no le compensa estar pagando 250 euros al mes, porque moverte por las grandes ciudades con todo lo que hay es muy fácil". explica Sergio. A estos se les suman los que son turistas y necesita un coche para su tiempo de estancia y los que se mueven por negocios en las grandes urbes (casi el 10% del total de sus clientes).
A un precio más bajo que el alquiler en agencia, la razón se encuentra en el ahorro de los establecimientos para atender al público, normalmente cerca de puertos y estaciones y, por ende, demasiado caro. Pagar a cuatro operarios, los necesarios para abordar una ciudad, para entregar el coche en el punto acordado es mucho más económico que toda la parafernalia estructural. Y los coches, unos 350 en total, tampoco se encuentran en los costes fijos de la compañía, por lo tampoco incurren en amortizaciones previas con cargos en cuenta a los usuarios.
"La gente joven cada vez compra menos vehículos y eso es una tendencia de mercado. Las marcas lo saben y llegamos a acuerdos estratégicos con ellos; entienden que la única forma de llegar es a través de plataformas como la nuestra".
Seguimos sumando variaciones de Netflix
El tema de la movilidad está, prácticamente en boca de todos y cada vez más. Si no es un protocolo anticontaminación que impide circular a una velocidad determinada, es la prohibición de entrar con vehículos de combustión en el centro de las ciudades. A esto se le añaden las luchas entre compañías de transporte, Uber y Cabify estarían en el centro todo, o las de alquiler por minutos. En todo esto, las opciones de las tarifas planas cada vez son una constante mayor; aunque legará el día que habrá tantos pagos por tarifa plana que habrá que ver cómo se gestiona eso. Para Bipi, el usuario fiel que alquila más de 10 veces al mes es el cliente estrella: aquel que, pagando una media de 299 euros al mes, puede disponer de su coche donde quiera tantas veces como desee. Y al final, el gasto de un coche seguiría siendo más caro que pagar esa tarifa:
"La idea es que la gente piense en alquilar un coche igual que paga la suscripción mensual a Netflix o la
de Apple Music, donde ya no es necesario comprar la película o el disco".
Una vez logrado este objetivo, llegará el turno de conquistar los servicios de otros. No será suficiente con el alquiler de vehículos para largos trayectos, sino controlar toda la vertical del transporte: "Tenemos que ser capaces de que en todos los puntos en los que el usuario debe moverse ofrecerles una solución y ahí el usuario va a valorar sus opciones". De forma indirecta podría ser una estrategia, a largo plazo, de abordar el negocio en el que Car2Go o Emov llevan trabajando desde hace tiempo. Una idea muy clara de que el transporte aún tiene mucho que definir en las urbes.