Con Ryan Coogler tras las cámaras, el legendario Rocky Balboa de Sylvester Stallone vuelve a la gran pantalla por séptima vez, en esta ocasión como personaje secundario, para lo que puede suponer el sólido inicio de una nueva y probablemente innecesaria saga centrada en un joven Creed.Esa carta de presentación de Coogler que fue la independiente Fruitvale Station (2013), ganadora en el Festival de Sundance por partida doble, era una razón humilde pero suficiente para que le permitieran hacerse cargo del legado de Rocky con sobrada manga ancha; tanto es así que la historia y el guion, coescrito con Aaron Covington, están también a su nombre.

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El californiano tiene un estilo firme, sin titubeos, con el que demuestra que sabe muy bien qué es lo que quiere contar y la forma en que desea contarlo. De otro modo, no habría sido capaz de hacer reconocible esta película en sus cualidades esenciales como propia de la saga de Rocky y, a la vez, aportar su savia nueva en momentos que se salen por completo de lo visto en las anteriores entregas, pero siempre sin volar muy alto.

La fidelidad a lo pautado por la inaugural Rocky (John G. Avildsen, 1977), que alcanzó un triunfo absurdo en los Oscar de su temporada, no deja margen para cosas muy diferentes, como demostraron sus cinco secuelas (Stallone y Avildsen, 1979-2006), que repiten elementos, superficialidad dramática y esquema y, además, fueron degenerando hasta levantar la cabeza en la última, la nostálgica Rocky Balboa.creed
Creed redunda en los elementos de las anteriores películas de la saga, pero contiene planos secuencia que son mejores como ejercicio cinematográfico que cualquiera de ellasLo que hay que aclarar primero, por si alguien no se ha enterado todavía, es que aquí el protagonista no es el famoso boxeador al que Stallone lleva interpretando casi cuarenta años, el personaje de su carrera con toda seguridad, sino Adonis Johnson, un impoluto Michael B. Jordan, que repite con Coogler tras su ópera prima.

Y aunque no hay duda de que el maduro Rocky es bastante más interesante que el joven atolondrado que era, con parlamentos de mayor enjundia, echamos de menos a quienes hemos perdido por el camino, sobre todo a los personajes que bordaban Burgess Meredith y Burt Young.

Creed es una hija bien parecida de la saga: no se salva de redundar en las mismas tramas del mundillo del boxeo ni de las películas que la preceden, y de nuevo nos encontramos con la preparación de un gran duelo final en el ring, aderezada con los vaivenes emocionales de rigor; pero hay un par de momentos, cosecha de Coogler, que la distinguen de las anteriores, sendos planos secuencia en un combate completo y en el siguiente camino al cuadrilátero que son mejores como ejercicio de cine que cualquiera de los otros filmes.

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La redundancia es su mayor debilidad, la misma que fundamentalmente afecta al resto de la saga, la negativa a abandonar el camino establecido y arriesgarse a romper con un esquema que desde películas atrás resulta un tanto machacón, ya no sólo de un modo general, sino incluso en secuencias concretas, como la del inexcusable entrenamiento a solas con carrera callejera, montaje rápido y melodía coral envolviéndola incluidos.

No voy a discutir que reencontrarse con Rocky y conocer cuál es su estado vital y advertir su evolución y la forma en que ha envejecido es algo agradable, despierta y sacia nuestra curiosidad; pero **Creed sufre la misma falta de audacia que ha estado corroyendo a esta serie de películas desde su primera secuela**, y ni la energía y la firmeza de Coogler ni su par de planos secuencia son suficientes para contener esa corrosión que quizá hasta la señale como una película innecesaria.

Conclusión

El eficiente spin-off que ha elaborado el director californiano tiene más de secuela que de otra cosa y, si bien destaca en algunas secuencias, vuelve a caer por el sumidero de lo repetitivo como ya le había pasado al resto de continuaciones de la saga. Así que se queda en una pequeña película que se puede ver sin demasiadas pretensiones.

Pros

  • El estilo firme del director Ryan Coogler.
  • Un Rocky Balboa maduro, más interesante.
  • Los dos planos secuencia que se distinguen como ejercicio cinematográfico.

Contras

  • La redundancia, la machacona repetición de esquemas de las películas anteriores.
  • La falta de audacia para tomar derroteros distintos.
  • La superficialidad dramática.