Cada vez resulta más incomprensible cierta idea que tienen algunas personas sobre el cine destinado a los niños o, al menos, el que se considera apto para los peques de la casa: se les antoja que son películas inferiores porque presumen que están pensadas sólo para chiquillos, los cuales no hay duda de que carecen de criterio cinematográfico por su juventud y ni siquiera saben lo que es, y por ende, los adultos no deberían perder un valioso par de horas sentándose a verlas con ellos y compartir su experiencia, ya no digamos sin la chavalería. Y si son de animación, ni de guasa, que los dibujitos son exclusivamente para los párvulos.

Nunca se dignarían a dedicarle su tiempo a un filme como El regalo de Molly Monster, realizado en 2016 por el sueco Michael Ekbladh, el alemán Matthias Bruhn y el suizo Ted Sieger, este último también ilustrador, y guionizada por el irlandés John Chambers. Esta película es la adaptación a la gran pantalla de la serie sobre la misma Molly que Ekbladh, Sieger y Chambers sacaron adelante en 2009, que a su vez se trata de la evolución de un corto animado que Sieger dirigió en 2005 con la alemana Alexandra Schatz, de hecho productora ejecutiva del nuevo filme. Y no le dedicarían ese tiempo a pesar de que ha ganado la Copa de Oro a la Mejor Película de Animación en el Festival Internacional de Cine de Shanghái** y fue nominada al Oso de Cristal nada menos que en el de Berlín, hechos que probablemente desconocerán en cualquier caso.

el regalo de molly monster
'El regalo de Molly Monster' - Trickstudio Lutterbeck GmbH, Senator Film, Peacock Film, Sluggerfilm AB

Por fortuna, según los números de la taquilla mundial, estas ideas erróneas respecto al cine de animación o sencillamente infantil se han ido desterrando con el transcurso de los años, y los hay que han sido grandes éxitos de público y de recaudación. Porque nos vamos dando cuenta de que el talento de un cineasta no se esfuma si lo aplica a filmes para niños con los que, en verdad, ya no pueden divertirse sólo ellos pues ofrecen alicientes para los adultos, sobre todo en sus golpes de humor, sus referencias paródicas e incluso en la exuberante técnica animada que se enriquece a pasos agigantados.

Por un simple sentido de la justicia en el arte, lo único que necesitamos ahora es **que se le preste una mayor atención a las buenas películas infantiles, sean de animación o no, que proceden de las productoras cinematográficas de menor envergadura y son servidas por las distribuidoras independientes. Y para el caso de una galardonada y con trayectoria creativa como El regalo de Molly Monster, que se estrena en los cines españoles el próximo 10 de marzo, nos convendría pensar más en los filmes que se programan en la cartelera para los niños más pequeños.

Hagamos memoria sobre aquellas películas que nos chiflaban a su misma edad, las que contemplábamos absortos y maravillados y queríamos ver una y otra vez porque nos hacían sentir grandes emociones como ninguna otra cosa; y seamos conscientes de que compartir tamaño disfrute e ilusión con ellos, no sólo es lo que nos habría gustado a nosotros o lo que nos gustó que hicieran nuestros mayores cuando no nos alzábamos del suelo más que unos palmos, sino que también supone formar parte de las primeras experiencias cinematográficas de una persona, y eso es un privilegio irrepetible.

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