La Segunda Guerra Mundial es considerada por muchos como la mayor expresión de lo horrible que puede ser el ser humano. Sin embargo, podría haber sido peor si, por ejemplo, el desarrollo tecnológico en forma de vehículos de guerra en el que estaba trabajando el bando alemán, hubiera llegado a tiempo o los altos cargos del ejército hubiesen respetado algunas normas básicas de uso.

Si nos fijamos en los combates en el agua, los submarinos jugaron un papel clave. Nunca antes un elemento había sido tan desestabilizador frente a los grandes buques de guerra. Pero dentro de ellos también estaban decenas de soldados que, casi por primera vez en la historia, debían confiar ciegamente en la tecnología a riesgo de quedar para siempre encerrados en un ataúd de metal en el fondo del mar.

En el desarrollo de estas naves tuvo un papel fundamental para bien y para mal la ingeniería nazi. Tras un primer tramo de la guerra en la que los submarinos alemanes se revelaron como obsoletos, el Tercer Reich mandó construir los nuevos modelos: prototipos que estuvieron a un paso de cambiar la historia para siempre, aunque -por suerte- llegaron demasiado tarde para Hitler.

Con más de 75 metros de eslora, un peso que superaba las 1.500 toneladas y dotado de más de 23 torpedos que podían dispararse de forma muy seguida, los nuevos submarinos se movían gracias a unos motores eléctricos especialmente eficientes que los convirtió en los primeros capaces de ir más rápido bajo el mar que en superficie, y todo ello durante más tiempo que cualquier homólogo anterior. Un hito basado en las ideas de Hellmuth Walter, ingeniero alemán que tras el fin de la guerra acabaría trabajando para la Royal Navy, la misma armada a la que sus prototipos habían tenido en el punto de mira solo unos meses antes.

Tirar de la cadena con precaución

El principal problema de estas apuestas de la ingeniería alemana fue que llegaron con la guerra ya muy cerca de concluir en Tierra, y que además durante su fabricación se llevaron por delante ingentes cantidades de recursos que acabaron devastando las reservas económicas del Reich.

Marcus Jones, profesor asociado de la Academia Naval de los Estados Unidos, describe los submarinos tipo XXI como uno de los ejemplos más destacados de la "fe irracional en la tecnología que tuvo Alemania para resistir ante una situación estratégica y desesperada durante la guerra". En pocas palabras, que cuando el conflicto se torció, Hitler y sus asesores se entregaron a la búsqueda de la innovación quemando el resto de naves por el camino. Solo dos tipo XXI llegaron a estar operativos, y ninguno a tiempo de entrar en una operación real.

Sin embargo, esta no fue la única vez en la que su “fe irracional” y especialmente en los submarinos jugó una mala pasada al régimen Nazi. También en 1945, en los estertores de la Guerra, otro submarino alemán se convirtió en el único de la historia en hundirse por culpa de su WC. En concreto era el U-1206, un prototipo que llevaba consigo una revolución para la vida bajo el agua.

Hasta entonces la mayoría de submarinos debían subir a la superficie para poder arrojar lo que toda su tripulación dejaba en el WC. El U-1206, por el contrario, contaba con unos inodoros dotados de un sistema de válvulas y de presión que permitían 'vaciar' todo en el mar a altas profundidades. El problema es que el sistema era tan complejo que necesitaba de unos técnicos especialistas para ponerlo en funcionamiento.

Eso al parecer no era lo más apropiado e íntimo a la hora de ir al baño para el Capitán Karl Adolf Schlitt, quien dirigía la nave. Así que el 4 de abril de 1945, poco después de desayunar, se encaminó al WC él solo convencido de que podía seguir las instrucciones para despejar el inodoro por sí mismo. No lo consiguió. Ni la llamada al especialista consiguió mejorar la situación. Una de las válvulas fue abierta sin seguridad e hizo que un montón de agua entrara en la nave, que a su vez, al entrar en contacto con las baterías eléctricas del submarino, generó un gas que hizo que tuviera que salir rápidamente a la superficie para que todo el mundo respirara. Allí, frente a la costa de Escocia, los aviones aliados vieron rápidamente la nave, que acabó siendo destruida por su propia tripulación mientras huía en botes salvavidas para evitar que esa tecnología cayera en manos de sus rivales.

La guerra solo duró tres semanas más, y aunque se tiene a estos submarinos alemanes como referentes de lo que después usarían estadounidenses y rusos, no parece claro con incidentes como este que los alemanes hubieran podido acabar ganando el conflicto.

El submarino que dejó la guerra sin disparar una sola vez

El 4 de mayo de 1945, el submarino alemán U-2511 se encontraba en aguas del Atlántico norte sobre las Islas Británicas, siguiendo un crucero de la Royal Navy. Este submarino, recién fabricado unos meses antes, pertenecía a las flamantes nuevas naves tipo XXI con las que el Tercer Reich quería dar la vuelta a la guerra en el mar, después de que sus anteriores embarcaciones dieran muy mal resultado en el primer tramo del conflicto.

Los últimos modelos del tipo XXI se diseñaron usando una inversión millonaria y concentrando en ellos buena parte de los recursos de ingeniería que tenía a su alcance Berlín. Sin embargo, el U-2511 no llegó a disparar nunca contra el crucero británico que tenía a tiro. Hitler, el hombre que había iniciado toda aquella locura, se había pegado un tiro unos días antes, el 30 de abril. Las noticias de su suicidio, aunque con unos días de retraso, también llegaron a los oídos de la tripulación del moderno submarino nazi, que vio cómo acababa la guerra sin disparar un solo misil con su nueva arma.

A lo largo de la historia, los relatos en torno a los submarinos de la segunda gran guerra han inspirado muchos libros y relatos basados en historias reales, como explorará a partir del próximo jueves 21 de febrero a las 22:10 Das Boot: El submarino, una nueva serie de AMC que narra desde los dos bandos del conflicto la historia de aquellos soldados expuestos a pasar largos periodos bajo la superficie del mar en una guerra sin rumbo.

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Basado en la película alemana del mismo nombre que en 1981 fue nominada a 6 premios Oscar (que se emitirá tras el estreno del primer episodio), y que a su vez se inspira en una novela homónima, Das Boot es un ejemplo más de la épica que siempre ha rodeado a los submarinos, la de hombres que, como se haría unos años después en la era espacial, se enfrentaban a lo desconocido.

Tras su gran acogida y éxito de audiencia en algunos de los países donde ya ha sido estrenada, como la tv alemana, AMC ha confirmado la renovación para una segunda temporada.

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