¿Sabes quién es Eleanor Abernathy? Seguro que sí: "La loca de los gatos", un personaje secundario de la serie animada Los Simpson. Pues existe un lugar donde todos son como Eleanor, al menos, en la parte de tener muchos gatos.

Japón cuenta con la friolera de 6.852 islas, a cada cual más variopinta que la anterior. Muchas fueron abandonadas después de colonizarse, sufriendo infestaciones de todo tipo de especies introducidas. Este es el caso de esta isla, cuyo nombre oficial es como encabeza el título de esta líneas: Tashirojima; pero la mayoría se refiere a ella como Cat Heaven Island (algo así como "isla cielo gatuno”) porque sus residentes son principalmente felinos.

Tashirojima tiene unos 3km cuadrados, se encuentra en el norte de Japón, en una prefectura llamada Miyagi, en frente de la península de Oshika.

Durante el periodo Edo, entre 1603 y 1868, aquí se cultivaban gusanos de seda para realizar textiles, y los propietarios de las explotaciones empleaban gatos para cazar a las ratas: los principales depredadores de los gusanos de seda.

Tashirojima llegó a contar con mil habitantes, pero ha ido perdiendo población hasta a llegar a los apenas 100. De estos, la mayoría están implicados o bien en la pesca o bien en la hostelería, ya que la isla sí recibe bastantes visitantes que vienen a ver precisamente a los gatos. O al pequeño pero famoso santuario del gato, conocido como Neko-jinja, que hay justo en el centro de la isla.

Como decíamos, cerca de 100 personas viven en Tashirojima, pero el 83% de la población está clasificada como anciana, así que han sido designados como ”pueblo de terminal” por el Gobierno de Japón —significa que con un 50% o más de la población mayor de 65 años de edad, la supervivencia de un pueblo se ve amenazada–.

Al proceder de un antiguo linaje de gatos domésticos, estos felinos no son exactamente salvajes, son callejeros pero mansos y amistosos con los humanos. Así, los viejitos cuidan de los gatos a cambio de cariño y hace mucho tiempo que les superan en número —6 gatos por cada persona—, porque creen que alimentarlos les traerá buena suerte y riqueza.

Hay que recordar que en la cultura japonesa, el gato en general, y el Maneki-neko en particular, es considerado un amuleto de buena suerte que trae dinero a todos los que se cruzan en su camino. Los pescadores antaño, de hecho, llegaban a interpretar las acciones de los felinos como predicciones de climatología. Y, curiosamente, los santuarios y monumentos al gato que hay por la isla se concentran en la zona sur: se superponen con las regiones donde se criaban gusanos de seda; allí donde los gatos garantizaban el sustento humano.

Por supuesto, no hay perros en la isla, ni uno solo, debido a la gran población de gatos que los espanta. Pero sí van bastantes fotógrafos. Como este, Fubirai, que se ha dedicado a hacer una galería enorme de la isla y lleva literalmente años sacándoles fotos.

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