Lo interesante de los movimientos artísticos es que nunca ocurren de manera tan espontánea como pensamos. Da Vinci no empezó a dibujar algunos bocetos extraños y pinturas monumentales para dar inicio al renacimiento, al igual que Picasso tampoco nació pintando seres deformados.

Ambos llevaban consigo una herencia de artistas pasados que moldeó su forma de pensar en el lienzo hasta el punto en que ellos mismos rompieron sus obras iniciales para explorar otros territorios.

Descubrí esto aquella noche de fin de año, cuando por alguna extraña razón decidí que la inspiración me alcanzaría sólo en fechas especiales, tenía diez años. Y decidiendo copiar un personaje que encontré en Hobby Consolas traté de romper con los estigmas pasados de mantenerse dentro de la línea, y sin tener ningún trabajo previo que justificara esta acción fracasé rotundamente, fracasé.

—Rompamos de una vez por todas con la rebelión de la línea y la dictadura de tener que pintar dentro de ella.

Una persona en específico puede retratar sus influencias en sus obras como si proviniera de siglos pasados. El pintor polaco Zdzisław Beksiński ya no se encuentra con nosotros, pero en sus años de creación pudo dejarnos con 300 pinturas que demuestran una enorme reminiscencia de lo barroco y gótico.

Teniendo como objetivo principal capturar nuestros sueños, vaya que lo logró, plasmando un manifiesto artístico de pesadillas y criaturas infernales.

Seres que sólo podrían encontrarse en lo onírico y escenarios que fácilmente pueden depositarse en el banco de memoria de nuestras mentes para atacar en noches posteriores, estamos visualizando las más temibles pesadillas del autor. Consiguiendo en ellas otra frase que lo explicaría todo: "Lo que importa es lo que aparece en tu alma, no lo que tus ojos ven y lo que puedes nombrar".

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