1.- Amar a tus enemigos

En las vísperas de la vejez, uno encuentra a Dios esperando que lo perdone por tantos años de insolencia, en el caso de Lev Tolstoi Dios lo eligió personalmente.

Mientras se sentaba en la montaña para escuchar el mítico sermón de Jesucristo, la divina providencia lo cegaba otorgándole el don de alarmar a sus familiares más cercanos con ideas extrañas sobre abandonar su cómoda residencia y regalar todo a sus vecinos.

Claro que después de 48 años de matrimonio, 13 hijos y toda una vida de éxito literario la familia no estaba preparada para vivir como campesinos. Por lo que el mítico hombre decidió aprovechar su vida de lujos y estatus para predicar el evangelio, siendo eventualmente excomulgado de la Iglesia Ortodoxa Rusa en 1901, y reuniendo a un conjunto de seguidores que pretendían comulgar sus enseñanzas mientras admiraban su frondosa barba en secreto.

—Todo sea por el evangelio.

Todos alababan las bellas ideas del escritor, admirando su enorme dedicación y entrega, aunque su esposa Sofía Behrs se sentía un cuanto incómoda con la reciente revelación de Tolstoi hacia una vida de celibato.

2.- No cultivar el enfado

Meditando en su residencia, el culto tolstoyano crecía como un conjunto de admiradores que decidían abandonar todo por el maestro. Este fingía desagrado alegando que las respuestas provenían del Evangelio, pero a la vez daba la bienvenida a cualquier viajero que decidiera posar junto a él para una fotografía.

—Posa casual y yo actuaré como si estuviera disgustado con tu presencia pero a la vez me pareces un poco atractivo.

Quizás era sólo esa prominente vejez que se asentaba en los numerosos años que pasó bebiendo vodka sobre prostitutas en la guerra, pero debía calmar sus ansías y conversarlo todo con su esposa.

O mejor empezar a planear una huida para poder desligarse de esa asquerosa vida de lujos —y tal vez acompañada con una docena de hijos y una esposa con sentido común—.

3.- No luchar contra el mal con mal, sino devolver mal con bien

Así que el León dejó una carta rápida sobre su mesa de noche y empacó sus maletas e ideas hasta llegar a la estación de Astapovo. Donde el jefe de la parada le ofrecería su cama para descansar —y afortunadamente otras cosas— hasta que su esposa Sofía acompañada de algunos familiares lo localizaría en un estado peculiar.

Esperando reconciliarse le anunciaron que Tolstoi estaba sufriendo de neumonía, a lo que sus hijos respondieron lógicamente apartando a su madre completamente de la situación y prohibiéndole visitar a su esposo por miedo a provocarle un susto de muerte.

—Estamos en 1902 en otra situación fuera de contexto, pero pretendamos que me acompañas en mi cama de muerte.

Y después de una semana de agonía el autor dice sus últimas y bondadosas palabras: "Los campesinos, ¿cómo mueren los campesinos? Me voy... no pueden detenerme... ¡déjenme sólo!".

4.- Evitar la lujuria

Moviendo los royos de papel barato para entender nuevamente la carta, el amor de su vida lee finalmente.

5.- No realizar juramentos

Mi ida te causará tristeza. Lo siento por eso, pero comprende y cree que no puedo actuar diferente. Mi posición en esta casa se está volviendo, se ha vuelto, insoportable. Aparte de todo el mundo, no puedo vivir más en las condiciones de lujo en las que he estado viviendo, y estoy haciendo lo que los viejos de mi edad hacen generalmente: retirarse de la vida mundana para pasar sus últimos días en soledad y silencio. Por favor entiende esto y no vengas a averiguar dónde estoy. Tu visita de esa forma sólo haría mi posición y la tuya peores y no alteraría mi decisión. Te agradezco por estos 48 años de vida fiel conmigo, y te ruego que me perdones por cualquier cosa que he hecho en contra tuya, así como mi alma perdona cualquier cosa que podrías haber hecho en contra mía. Te aconsejo que renuncies a la nueva posición en la que mi partida te deja, y que no tengas ningún sentimiento enfermo hacia mí. Si quieres comunicarte, dale todo a Sasha. Ella sabrá dónde estoy y proveerá todo cuanto sea necesario; no te puede decir dónde estoy porque le he hecho prometer que no le dirá a nadie".

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