La asistenta, dirigida por Paul Feig y protagonizada por Sydney Sweeney, profundiza en una premisa incómoda. Lo que ocurre cuando la privacidad doméstica se ve invadida por un desconocido. Adaptación del libro homónimo de Freida McFadden, la cinta capta la premisa de la novela casi a la perfección. A saber: el hogar, vendido culturalmente como refugio, es también un espacio donde se concentran tensiones profundas y asimetrías de poder difíciles de ignorar.

Por lo que la trama, enfoca buena parte del interés de su guion en esa vulnerabilidad, no pertenece solo a quienes contratan. También recae sobre quien acepta vivir donde trabaja. La línea entre vida privada y empleo desaparece. Todo ocurre en el mismo sitio, al mismo tiempo, bajo la mirada constante de otros. La asistenta explota esa rareza estructural con inteligencia, a través de una casa y familia en apariencia perfecta, que debe enfrentar una posible ruptura. No es casual que el thriller psicológico haya regresado tantas veces a esta premisa, como lo hizo este mismo año el remake de La mano que mece la cuna

En este caso, el argumento sigue a Millie (Sweeney), una joven que llega a esta casa lujosa empujada por la necesidad. No es una ambición glamorosa la que la mueve, sino la urgencia. El guion deja claro desde temprano que su pasado es problemático, aunque administra esa información con un misterio calculado. Millie no es ingenua, pero tampoco tiene margen para elegir. El empleo como asistenta interna aparece como una tabla de salvación, incluso si desde el primer día es evidente que algo no encaja del todo.

Un hogar perfecto con muchos secretos que guardar

La familia Winchester completa el cuadro. Nina (Amanda Seyfried) es la dueña de casa. Una mujer que oscila entre la cordialidad exagerada y un comportamiento errático que desconcierta tanto a Millie como al espectador. Su energía y comportamiento son impredecibles. Por lo que La asistenta, juega con esa ambigüedad para sembrar sospechas constantes. Andrew (Brandon Sklenar), el marido, es una presencia casi decorativa al inicio: ausente, educado, con el encanto pulido de quien nunca parece involucrarse del todo. Cecelia (Indiana Elle), la hija, aporta un silencio incómodo, una frialdad que funciona como alarma temprana.

La dinámica se establece rápidamente. Algo inexplicable está ocurriendo en el hogar de los Winchester. Millie observa, aprende y se adapta a pesar de las obvias señales de peligro. Necesita el trabajo y decide tolerar situaciones que, en otro contexto, serían señales claras de huida. Esa elección es clave. La trama no la juzga, pero tampoco la romantiza. Aquí no hay heroínas puras: hay personas atrapadas en sistemas que las superan. El aparente paraíso doméstico comienza a resquebrajarse con pequeños gestos, comentarios fuera de lugar y escenas absurdas. 

El guion plantea una pregunta sencilla y efectiva: ¿qué ocurre cuando la dependencia económica obliga a ignorar el instinto? A partir de ahí, La asistenta construye su relato de un desastre anunciado, apoyándose más en la incomodidad acumulada que en el impacto inmediato. No siempre acierta en el ritmo, pero logra establecer un clima donde el peligro es una presencia latente, nunca completamente visible y siempre insinuada.

'La asistenta': Dos películas en una

Debido a lo anterior, La asistenta funciona mejor cuando abandona cualquier intento de realismo psicológico y se entrega a una lógica más exagerada. Durante su primera mitad, el relato avanza con cierta torpeza. Hay escenas pensadas para confrontar al espectador con las decisiones de Millie. En especial, cuando se ve atrapada en dinámicas cada vez más incómodas, lo que incluye el comportamiento delirante de Nina. Al otro lado, la cinta explora lo que está ocurriendo entre ella y Andrew, que añade una capa de complejidad a toda la tensión hogareña. 

Pero todo cambia cuando, el giro central —inesperado pero no completamente injustificado—, cambia el ritmo y tono de la trama. La información revelada obliga a reinterpretar lo visto hasta el momento y empuja la historia hacia un terreno mucho más caótico. De modo que La asistenta su intento de ser thriller psicológico o incluso drama, para sumergirse en un punto de vista casi caricaturesco, que entiende que su mayor virtud está en el exceso.

En su tramo final, La asistenta se libera. El erotismo se mezcla con la violencia simbólica, el peligro se vuelve explícito y la narrativa se permite ser abiertamente retorcida. Es en ese punto donde la película encuentra su identidad más clara. No busca ser realista, sino causar impacto. Y lo consigue. La experiencia se vuelve más disfrutable precisamente cuando deja de tomarse demasiado en serio y abraza su costado más salvaje. Algo que hace de La asistenta, una cinta que, a pesar de parecer de sus fallos, puede sorprender en más de una forma. 

Buenas actuaciones en un reparto de lujo

El reparto es uno de los puntos fuertes de La asistenta, incluso cuando el guion tambalea. Y lo hace más de una vez. Luego de varios fracasos, Sydney Sweeney enfrenta finalmente un papel que la aleja de la polémica. De hecho, tiene un desafío complejo con Millie. En los primeros minutos, su interpretación se siente contenida en exceso, limitada por una voz en off que rigidiza al personaje y le quita espontaneidad. Hay momentos donde la actuación parece casi desconectada del caos que se insinúa alrededor. Sin embargo, a medida que la historia avanza y la tensión se intensifica, Sweeney encuentra un registro mucho más sólido. Su Millie gana aspereza, ironía y una intensidad que le permite explorar en las escenas más extremas con credibilidad.

Amanda Seyfried, en cambio, nunca pierde el control. Su Nina es un ejercicio de precisión. Cambia de tono con facilidad, pasando de la amabilidad calculada a una energía inquietante sin esfuerzo aparente. Su trabajo es consistente y efectivo, especialmente en el acto final, donde logra sostener el delirio sin caer en la parodia vacía. Es una actuación consciente de su exageración, pero nunca descuidada. El punto más importante y singular de La asistenta


Disfruta de las mejores historias, en cualquier momento y en cualquier lugar. Series, películas y originales que no encontrarás en ninguna otra plataforma: clásicos de siempre y los últimos estrenos. Más económico que nunca con el nuevo plan con anuncios.

Consejo ofrecido por Disney+