A todos nos ha sucedido alguna vez (o más de alguna vez) que queremos reproducir un video en YouTube, acceder a un servicio o simplemente ver una página web y todo lo que nos aparece es ese despreciable letrero que dice "lo sentimos, este contenido no está disponible para tu región", o cualquier combinación de palabras similar. Después de superar las ganas de quemar el mundo, usamos algo como Hola! Unblocker y casi siempre logramos sortear el asunto, pero ¿te has parado a preguntarte alguna vez por qué sucede esto?

El copyright, poniéndole puertas al campo desde 1710

En el ámbito del espectáculo, y en particular en la industria de creación de contenidos audiovisuales, hay decenas de capas de derechos involucrados. Pongamos por ejemplo una película: desde los derechos de autor de los autores del libreto o de la idea original, hasta los derechos de los actores sobre sus interpretaciones, de los diseñadores de vestuario o los directores sobre su aporte creativo como componente de la obra final.

Por lo general, estos derechos son cedidos a los productores de la obra (digamos, por ejemplo, FOX o MGM) quienes a su vez poseen los derechos de distribución. Aquí es donde está el aspecto interesante: cada vez que enciendes el televisor y están transmitiendo El hombre bicentenario, es porque Touchstone Pictures (que realmente no es sino una marca de Walt Disney Studios) le ha vendido los derechos de transmisión. De hecho, hay tanta gente involucrada en este proceso que si la viste en un canal fuera de Estados Unidos, lo más probable es que la negociación la haya manejado Columbia TriStar.

Todos esos logos que ves en sucesión antes del comienzo de una película, son diferentes compañías o marcas que manejan distintas partes del proceso de producción y distribución.

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El Acta de Extensión de Términos de Copyright de 1998, que extendió los plazos de copyright en los Estados Unidos durante 20 años, es llamada el "Acta de Protección de Mickey Mouse" (imagen de Mataparda, bajo licencia CC BY 2.0)

Derechos de distribución y transmisión

Cuando una compañía de distribución cede los derechos de transmisión, por ejemplo, a un canal, en ocasiones esta cesión incluye una cláusula de exclusividad. Esto significa que la distribuidora no puede volver a ceder los derechos de transmisión para el mismo territorio (país o región). En ocasiones, estos derechos incluyen la transmisión en Internet; en otras ocasiones, estos derechos son cedidos por separado, por ejemplo, a empresas como Netflix.

Algo similar sucede con los derechos de transmisión y venta de pistas musicales. Puede ser, por ejemplo, que los derechos de venta en ciertos países se hayan vendido a iTunes, y en consecuencia, si un determinado distribuidor sube un video musical a YouTube, al indicar su disponibilidad sólo lo autoriza a un país (digamos, Canadá o el Reino Unido) porque sólo posee los derechos para esta área; de hacerlo disponible en todo el mundo posiblemente estaría infringiendo los derechos de otras compañías.

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Fotografía de Mihael Mafy, bajo licencia CC BY SA 2.0

Dominio público

Para sumarse a lo complejo de los derechos de distribución, además las obras de ingenio no entran en el dominio público al mismo tiempo en todo el mundo. Por ello, encontraremos páginas para **descargar libros gratuitamente que tendrán una advertencia como: "este libro está en dominio público en Australia, si no está en el dominio público en tu país, por favor no lo descargues".

Las leyes de propiedad intelectual actuales son increíblemente complejas y aún no se han adaptado a la evolución de las tecnologías. Mientras lo hacen, y la industria del espectáculo se cambia el chip, tendremos que seguir viendo carteles de "no disponible" por todo Internet**, sin importar desde qué país estemos accediendo.

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