OLPC ha muerto, pero no es el fin del sueño

Imaginen un proyecto cuya única finalidad es poner los grandes avances de la informática en manos de niños de bajos recursos. Suena realmente atractivo, y eso es lo que la gente de One Laptop Per Child ha estado intentando hacer desde el año 2005, con su ordenador de 100 dólares.

La idea original de distribución se basaba en un dos modalidades, una por la que se negocia la venta de los ordenadores directamente con los gobiernos de países en vías de desarrollo, y otro bajo el sistema G1G1, que consiste en vender los ordenadores por 199 dólares en el primer mundo, con lo que se está financiando también otro ordenador para un niño de de alguna economía menos favorecida.

Todo esto, sobre el papel, suena bastante bien. El problema es que en la práctica, no se trata de algo que necesariamente debe funcionar en el mundo real, y al final, parece que la humanitaria idea ha llegado a un punto en el que finalmente se ha estancado.

¿Qué le ha pasado al OLPC?

El mayor de los problemas con los que se ha encontrado el ordenador de 199 dólares es la falta de evolución. Pocos o ninguno son los cambios que ha experimentado a nivel de Hardware respecto a lo que en 2006 nos presentó el cofundador del proyecto, Nicholas Negroponte.

OLPC Tablet concepto

Y es que, por muy altruista que sea la idea, y por mucho que se intente ahorrar en costos, debemos tener claro que todo ordenador debe evolucionar constantemente y adaptarse a los nuevos tiempos, sin importar que su destino final sea llegar a un público mucho menos selectivo.

Sencillamente el hardware de los OLPC no se adaptó adecuadamente a los tiempos que corren. De hecho, se quedó totalmente estancado en 2007, y con el tiempo se ha perdido el entusiasmo en el desarrollo por parte de terceros, y hasta los gobiernos interesados en poner en manos de los niños ordenadores económicos, han decidido optar por ordenadores que cuestan lo mismo y tienen precios sensiblemente mejores.

En los últimos meses la organización ha tenido que enfrentarse a un lento debacle en el que han ido perdiendo el apoyo económico de terceros, no han logrado acceder a nuevos contratos, los desarrolladores de aplicaciones han decidido decantarse por otras plataformas, y es así como OLPC Boston ha cesado por completo sus operaciones.

Todavía le queda un último bastión a la organización, OLPC Miami, donde seguirán brindado soporte a algunos de los países con los que mantienen contrato, como Uruguay y Perú, además de licenciar la marca a otras empresas encargadas de sacar provecho del nombre.

La caída de OLPC no es el fin

Por lo menos no el fin de la tecnología al alcance de todos. A OLPC le debemos un gran beneficio para miles de niños en todo el mundo, no solo de manera directa con los ordenadores propios de la casa, sino también indirectamente gracias a la idea que fundamentaron.

FirefoxOS

Hay un buen puñado de proyectos similares que se han hecho realidad gracias a la idea de base de la gente de Negroponte. Y de a poco, comenzamos a ver que una corriente muy similar comienza a echar raíces en otros sectores tecnológicos.

La gente de Mozilla parece estar muy dispuesta a llevar Firefox OS a las masas que llenan los países con economías mucho menos favorecidas, y con algo de suerte podrían tener éxito en su búsqueda de un terminal que pueda mantener un costo de risa y al mismo tiempo esté en capacidades de hacer más o menos lo mismo que un smartphone moderno.

Finalmente, más allá de los proyectos humanitarios, también hemos visto como Google y compañía de a poco están logrando seducir el mercado con sus económicos Chromebooks, que con el paso del tiempo podrían ir reduciendo su costo hasta acercarlo a esos míticos 100 dólares. Y hablando de la gran G, no debemos olvidar el tirón de Android, y la promesa de Intel.

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