Fitbit

Hace un año aproximadamente, recibí un dispositivo que poco a poco ha cambiado mis hábitos de vida. Si, puede parecer un slogan publicitario pero conforme han pasado los meses desde diciembre del 2012, me he dado cuenta de que realizo ciertas actividades que sin él nunca las habría llegado a hacer. Subir las escaleras en vez de coger el ascensor, caminar un poco más hasta otra parada del metro para llegar al objetivo de pasos e incluso salir a correr de vez en cuando. ¿De qué estoy hablando? Fitbit, sin lugar a dudas.

Fitbit One: una victoria frente a Jawbone UP

En diciembre del 2012 llegó a mi casa un flamante Fitbit One color magenta/burdeos. Un precioso dispositivo del que llevaba tiempo oyendo hablar y que no pude resistirme a abrir como si de un regalo en Navidad se tratase. Curiosamente lo primero que pensé nada más tenerlo en la mano y ver su pequeño tamaño fue que lo iba a perder al día siguiente. Me equivocaba pero ese miedo me persigue hasta el día de hoy. Además del dispositivo, en la caja también venía una sarta de accesorios como correas para la noche y conectores para la batería.

Durante un tiempo estuve llevando al mismo tiempo Jawbone UP de 1º generación (importada de Estados Unidos) y el Fitbit One. Evidentemente el form factor de Jawbone UP superaba con mucho al de Fitbit pero la sincronización inalámbrica se acabó imponiendo, relegando a la pulsera de Jawbone al rincón más oscuro de mi cajón de los gadgets. Un primer asalto que ganó con creces las innovaciones que Fitbit One propuso, como la posibilidad de medir los escalones subidos y la conectividad Bluetooth 4.0 inteligente. Parece que Jawbone ha aprendido de esta característica ya que después de 2 generaciones, UP24 incluye sincronización sin cables.

Del "¿qué es esto?" al "no puedo vivir sin el"

Lo que parecía un gadget que se iba a peder en cuanto me quitase los pantalones, pasó a ser el más fiel compañero en el día a día (con permiso del iPhone). Con unos asequibles 8000 pasos como objetivo diario inicial, teniendo en cuenta mi forma de vida sedentaria, pensé que llegaría a ellos de forma holgada. Nada más lejos de la realidad. Hasta que no medimos nuestra actividad diaria no nos damos cuenta de nuestras carencias y Fitbit me ayudó a ello de forma Gamificar tu actividad diaria para mejorar hábitos de vidamagistral. Y es aquí donde entra el concepto de la gamificación de la actividad física.

¿Quién se puede resistirse a enfrentarse a tu jefe y tus compañeros de trabajo por ver quién es el más activo? Más aun cuando a final de mes juegas con ellos algo más que el honor al que menos puntos realice. Fue el comienzo de un cambio que se ha hecho patente hasta el día de hoy. Decisiones como "¿subir las escaleras mecánicas o manuales?" o "¿coger el ascensor o ir andando?" se hacían cada vez más claras. Es más, comenzó en mi una planificación de rutas al trabajo o la universidad donde utilizando el menor tiempo posible podría hacer el máximo de pasos. Una auténtica pero divertida locura.

Decaída final y estabilización de los hábitos

Los objetivos iniciales aumentaban poco a poco pero tarde o temprano la novedad iba a decaer. La urgencia diaria hacía que me olvidase el dispositivo en casa o en el trabajo haciendo que dejase de contabilizar los pasos de ese mismo día. Además poco a poco los contactos fueron dejándolo de usar, perdiendo su atractivo. Al final, casi 9 meses de uso continuado y varias caídas al suelo que lo habían dejado tocado, acabé por dejarlo al mismo lado de la Jawbone UP que abandoné meses atrás. ¿Sería definitivo?

Después de un mes dejándolo de usar, volví abrir el cajón y vi a Fitbit One de nuevo. Un gadgets que tanto me había ayudado a mejorar mi hábitos diarios relegado a coger polvo. Quizás por añoranza o por puro azar, decidí volverlo a usar pero lamentablemente había dejado de funcionar. Después de dos emails al servicio de atención al cliente de Fitbit, me lo remplazaron sin coste alguno y comenzó de nuevo la magia. Ahora quizás ya no lo utilice de forma tan intensa como al principio o ya no participe en los piques con mis amigos, pero sigue siendo una ayuda y un recordatorio para mantener la vida sedentaria de la ciudad a ralla.

1.678.490 pasos después, sigo utilizando mi Fitbit One y animándome para seguir unos hábitos de vida más saludables.

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