Acaba de presentase en el Radio City Music Hall de New York el nuevo Samsung Galaxy S IV, probablemente el único otro teléfono capaz de despertar unos niveles de expectación y curiosidad similares a los del iPhone. Mucho bombo y platillo para una presentación sosa, aburrida pese a la fanfarria y a los presupuestos exorbitados, bailes, claqués, señoras que fingían (o fingían fingir) estar borrachas y una presentación de poco más de una hora con una conclusión clara: la paradójica intención de tapar lo que debería ser su producto estrella, el Galaxy S IV.

Lo peor sin duda de la presentación del nuevo Galaxy S no es el mal gusto de Samsung, más que probado en otras ocasiones, es el sutil cambio de estrategia de la compañía para pasar de enfocarse en el hardware para hacerlo en el software. Antes, un coreano con un acento inglés insufrible (nada criticable, por otra parte) se subía a un escenario y compensaba la falta de funcionalidades y fluidez de las que pecaba Android antaño con una puesta desorbitada de hardware y características técnicas a lo bruto. No importaba si esa inversión en hardware se traducía en rendimiento, importaba tener los números más altos posibles en la hoja de características y la cámara con más megapíxeles posible.

Pero ahora, que aparentemente el hardware ha dejado de importar tanto para Samsung, el viraje ha sido en dirección al software. Y la coreana, repitiendo la misma maniobra, ha implementado en el Galaxy S IV una serie de funcionalidades de software metidas sin filtro ni estrategia aparente ¿Son útiles? La mayoría, no ¿Tienen sentido? Sólo como características menores ¿Hacen del Galaxy S IV algo que no hubiésemos visto hasta ahora? Indudablemente, no.

Galaxy S IV

La estrategia "huele" un poco, es la misma que lleva siguiendo Apple prácticamente desde 2007 con el primer iPhone, teléfonos que cumplen y sorprenden en muchos sentidos a nivel de hardware pero enfocados principalmente en dos factores: la experiencia de usuario con el mismo y el ecosistema en torno al mismo.

Samsung intenta repetir la jugada creando un ecosistema a lo bruto y, de nuevo, sin gusto. Con funciones como poder tomar una fotografía con la cámara trasera y delantera al mismo tiempo, algo curioso, pero no realmente útil, o con un accesorio que tiene un hueco para ver la pantalla y las notificaciones, con una función para controlar el teléfono mientras se conduce de la que, basado en el pésimo funcionamiento de S Voice en el Galaxy S III no deberíamos esperar nada bueno o con un S Health, una especie de medidor de nuestra salud física con una interfaz confusa, abigarrada y que del mismo modo que toda la presentación del Galaxy S IV se aleja de su objetivo inicial.

Dicho de una manera simple: Samsung ha pasado de meter características sin control a meter funcionalidades sin control, con una integración más que dudosa entre ellas y una utilidad que como hemos visto queda en la mayoría de los casos en entredicho. El Galaxy S IV es un teléfono que quiere ser un iPhone pero que no tiene en cuenta que, por suerte o por desgracia, crear un ecosistema es algo más complicado que decir que tu teléfono tiene infrarrojos y detecta tu mirada mientras bailas claqué.

En toda la presentación se mencionó una (una) única vez la palabra Android ¿Quién dijo qué de ecosistema? En toda la presentación no vimos una sola referencia al Galaxy S II, por ejemplo (en la keynote de iOS 6 hubo referencias hasta al iPhone 3GS) ¿Quién dijo retrocompatibilidad? En toda la presentación salvo detalles como la posibilidad de pasar páginas pasando la mano por delante del teléfono (oh, sí) no vimos nada realmente, realmente nuevo ¿Quién dijo innovación? El Galaxy S IV es un teléfono que, simple y llanamente, aburre.

Y antes de que quede como la rabieta de fanboy enardecido, opciones como el Xperia Z, que uso a diario y me parece la alternativa más sólida en Android ahora mismo, o el HTC One, un teléfono que demuestra que en Android puede haber una calidad de materiales exquisita son teléfonos que justo demuestran que las cosas, una vez más, se puede hacer bien.

La lección sin embargo la Samsung la tiene bien aprendida, en los próximos meses veremos presupuestos mil millonarios en markéting y subvenciones a lo bestia. Es poco probable que el teléfono sea un fracaso pero una cosa está clara, el Samsung Galaxy S IV no sorprende, aunque por suerte siempre nos quedarán más opciones.

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