piratería

Parece mentira pero son muchas las voces que claman en contra del hecho de pagar menos de un dólar por uno de los servicios más útiles y funcionales de sus smartphones. WhatsApp es la estrella de las aplicaciones móviles, la primera en ser descargada por la mayoría de los usuarios y uno de los atractivos principales para migrar del cacharro que llama y envía SMS a plataformas tan completas como Android, iOS, Blackberry o Windows Phone. Evidentemente, ahora sus desarrolladores han empezado a reclamar lo que consideran suyo: el pago de menos de un dólar a cambio de los servicios de mensajería prestados por la aplicación. Probablemente, el posicionamiento hacia un lado u otro dependerá del usuario y su opinión sobre la piratería.

El rechazo por parte de muchos clientes sirve de ejemplo perfecto para abordar de pleno la opinión sobre la piratería de los ciudadanos y poner en cuestión dos agentes muy importantes en esta polémica: por una parte, el desprecio que muchos usuarios tienen al trabajo de muchos desarolladores y, por otra, que la industria está fallando a la hora de gestionar los pagos de las aplicaciones móviles. Es decir, en mi opinión, si comprendiéramos que $0.99 es menos que el precio que pagábamos por 6 SMS, pagaríamos ciegamente por WhatsApp y lo que está fallando, por tanto, es comprender el trabajo que hay detrás de ese botón que pulsamos todos los días en nuestro teléfono móvil.

Para formarse una opinión sobre la piratería antes de despreciar WhatsApp o continuar pirateando, conviene tener en cuenta varios puntos que influyen de manera decisiva en la industria de software actual.

La piratería como eufemismo

Opinión sobre la piratería

Todos hemos descargado alguna aplicación sin pagar por ella alguna vez. Si no en nuestro teléfono móvil, en nuestro ordenador. De hecho, son muchas las empresas que se benefician de ser pirateadas. Es decir, si un usuario se descarga la suite de Adobe y aprende a utilizarla, cuando consiga un trabajo como diseñador gráfico no dudará en comprar el software de Adobe, porque es el que aprendió a utilizar. En determinados sectores y por según qué causas, mi opinión sobre la piratería coincide en cierta medida con la de aquellos que recurren a The Pirate Bay. Son muchos los que prefieren no pagar por Spotify porque tiene unos acuerdos con las discográficas injustos con los artistas, descargar sus discos ilegalmente e ir a conciertos y festivales en los que actúan sus grupos favoritos para apoyarlos económicamente. Me parece un argumento admisible, aunque lo cierto es que Spotify, por ejemplo, ofrece un sistema que funciona, facilita mucho al usuario encontrar música y es muy cómodo.

No obstante, en muchas ocasiones, la piratería es un mero eufemismo de robo. Es un atraco injustificado y tiene serias consecuencias en nuevos desarrolladores que trabajan duro por sacar adelante un proyecto con ilusión. Hace unos días, nuestro compañero Daniel Rozo nos traía la problemática con Falcon Pro y el daño que verdaderamente puede hacer la piratería a la industria del software. El caso de Falcon Pro es especialmente indignante porque se trata de una aplicación complementaria a muchas gratuitas y es totalmente injustificado piratearla.

Cuando un usuario se niega a pagar $0.99 por una aplicación que le ahorra mucho dinero -como es el caso de WhatsApp-, está siendo muy injusto con los desarrolladores de esa aplicación e infravalorando su trabajo y tiene una opinión sobre la piratería muy alejada de la realidad: desarrolladores que trabajan duro para crear aplicaciones útiles, interesantes, innovadoras. Está robando. El problema es que la piratería todavía no tiene connotaciones negativas en la sociedad, todavía no es un eufemismo de robar.

Hace falta concienciar sin demonizar

Opinión sobre la piratería

El problema por parte de los desarrolladores a la hora de enfrentarse con la problemática de la piratería es que no están centrándose en el mensaje que deben mandar. Para muchos recién llegados a sistemas operativos móviles, introducir sus datos bancarios en un smartphone parece algo más que arriesgado. Tiene miedo porque es un sistema que a duras penas conocen. Mi padre, por ejemplo, me preguntó varias veces si le iban a cobrar por cada mensaje que enviara por WhatsApp y, aún yo habiéndole asegurado que no, hasta que no llegó la primera factura telefónica no envió mensajes tranquilos. Lo mismo le sucedió cuando me llamó por primera vez por Line, e incluso por Skype cuando yo vivía en Edimburgo.

Tanto las compañías telefónicas como las plataformas y desarrolladores deben enviar un mensaje claro a sus clientes: pagar por aplicaciones es seguro, de hecho, más seguro que intentar la piratería. Para ello, deberían dejar de lado tanta opinión sobre la piratería y facilitar las cosas a sus clientes.

Cuando piratear es más fácil que pagar, la industria está fallando

Opinión sobre la piratería

Android se lleva la palma, aunque el resto de sistemas operativos no lo pone mucho más difícil. Piratear aplicaciones es extremadamente fácil y cualquiera que sepa utilizar un buscador puede piratear cualquier cosa. Pero el problema de la piratería va mucho más allá. No sólo es muy fácil piratear, si no que para algunos usuarios es muy difícil pagar. Volviendo al punto anterior, el miedo juega un papel esencial en el caso de WhatsApp. Son muchos los usuarios que no confían en introducir sus datos bancarios en su teléfono móvil para pagar menos de un dólar por una aplicación. No lo entienden, no tienen demasiado claro cómo funciona y no les da muy buena espina introducir tanta información “peligrosa” en una pantalla táctil. La opinión sobre la piratería de estos usuarios ya no cuenta, porque ni siquiera piratean, están dejados de lado.

Parte de la solución, creo yo, pasa por complicar el trabajo a la piratería por parte de las plataformas y sobretodo, entablar una relación sólida con las operadores para que las diferentes tiendas de aplicaciones se sincronicen con el número de teléfono del titular del móvil, de modo que las aplicaciones que compres vengan en tu factura telefónica, sin tener que introducir datos susceptibles en el teléfono. Esto, evidentemente, debería ser requisito para poder acceder por primera vez a la tienda de aplicaciones.

Además, se debe acabar con el miedo de los usuarios. Recordemos, que no todos los usuarios de WhatsApp somos jóvenes que hemos crecido con la tecnología y conocemos su funcionamiento perfectamente: nuestros padres, tíos e incluso abuelos también tienen que lidiar con la nueva tecnología y cosas que a nosotros nos parecen evidentes e intuitivas para ellos representan verdaderos retos.

Mi opinión sobre la piratería es contundente: los usuarios deben comprender la importancia de pagar por los servicios que recibimos y rechazar la piratería se debe convertir en una cuestión de respeto a los desarrolladores, además de la clave para el correcto funcionamiento de la tecnología móvil. De hecho, pagar por un servicio nos asegura algo muy importante: nosotros somos los usuarios de ese servicio, no la mercancía.

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