Normalmente, LG es un fabricante que no suele lanzar smartphones de una calidad memorable, por decirlo de alguna manera. Es lo que ha venido sucediendo hasta ahora, y en cierta forma es algo parecido a lo que ha pasado ahora. Sobre el papel, el LG Optimus G Pro es un dispositivo con unas prestaciones punteras. El problema es el de siempre: ¿qué aporta respecto a otros? La industria móvil está constantemente al borde de la saturación, tenemos fabricantes que hacen todo y de muchas maneras. Y LG no aporta un plus de innovación, ni unos diseños magníficos, ni especificaciones que no puedan encontrarse en la competencia. Tampoco en el caso del LG Optimus G Pro.
Esa es la sensación que deja el LG Optimus G Pro, que es un muy buen teléfono, pero que sin un marketing adecuado, unido a los factores del párrafo anterior, poco tendrá que hacer frente a los gigantes como Sony o Samsung. Lo primero que llama la atención es una pantalla Full HD de 5 pulgadas que impresiona. Se ve realmente bien (es un panel IPS), aunque en determinadas situaciones le hace falta más brillo o una temperatura de color un poco más alta, para que no aparezcan eventualmente reflejos incluso en un entorno donde no debería haberlos. Al margen, la cámara del LG Optimus G Pro también es muy buena, sus 13 megapíxeles no se quedan en una cifra llamativa sino que la calidad de sus instantáneas, en condiciones de luminosidad no demasiado óptima y haciendo zoom una vez tomada la fotografía, se mantiene a un nivel mucho más que aceptable.
Sobre el tamaño del LG Optimus G Pro, sus 5 pulgadas no pueden engañar a nadie: es imposible manejarlo a una mano. Pero me temo que la ergonomía pierde frente a competidores como el Sony Xperia Z, más fino y con un agarre de la pantalla considerablemente mejor, a pesar de tener el mismo tamaño. Su slot microSD recuerda que no todo se ha perdido en los diseños unibody sin éste componente o la posibilidad de extraer la batería, sino que algunos fabricantes continúan apostando por la flexibilidad en cuanto a almacenamiento o autonomía.