La galería de arte australiana Tim Olsen Gallery ha cancelado su exposición de obras del artista Ben Ali Ong. La decisión fue tomada al descubrir que las fotografías originales de las que partía en sus retoques no eran propias, eran imágenes del stock de Getty Images sin que el artista lo advirtiese. A los compradores además se les ha devuelto el dinero.

Ben Ali Ong defiende no haber engañado a nadie y recalca que no se define a si mismo como fotógrafo, sino como Photo Media Artist -disculpen que prefiera dejarlo en inglés, pero aquí los matices son lo importante y en la traducción se perderían-. Para el artista australiano su obra no es menos válida porque el retoque se efectúe sobre una fotografía ajena.

La galería por su parte fundamenta su decisión en que, si bien servirse de contenido ajeno para una obra propia es aceptable y legítimo en algunos casos, en esta ocasión se ha traspasado el límite.

Este caso nos devuelve a un debate que ha crecido en paralelo a las posibilidades y popularización del retoque fotográfico y que aún parece lejano a cerrarse. La cuestión clave es concretar de donde proviene el valor artístico de la imagen resultante, cuanto se debe a la imagen capturada y cuanto al proceso de edición.

Cada caso es radicalmente distinto pero sobre todo, como en todo lo relacionado con el arte y la carga subjetiva que hay en ella, es difícil emitir un juicio completamente objetivo que marque una linea a partir de la cual una parte de obra artística sea atribuible al retocador y otra parte al fotógrafo.

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