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Y llegamos al final de todo el proceso de la gestión de color: pasar a papel nuestra fotografía. También tenemos la opción de dejarla en el ordenador y compartirla en internet, pero no haya nada más agradable que sentir en la manos una buena copia y verla directamente, sin intermediarios. Tenemos dos opciones: la impresión casera o llevarla a un laboratorio de confianza.

Impresión casera

Es la alternativa más cara con diferencia, y la que mayores quebraderos de cabeza puede dar. Pero también es la más agradecida, pues se puede elegir entre cientos de papeles, un perfil personalizado con una mayor gama de colores... Es la única posibilidad de tener todo el control desde el principio hasta el final, desde que se toma la imagen hasta que se cuelga en la pared. Sólo interesa imprimir en casa si hacemos más de cinco copias a la semana. Hay que saber que las buenas impresoras requieren un mantenimiento constante. Una vez que se ha editado la imagen con un espacio de trabajo apropiado, con el monitor perfectamente calibrado y perfilado, se tiene que cambiar el perfil para adaptarse a la impresora y al papel con los que se quiera trabajar. Si todo el proceso se ha seguido a rajatabla, el resultado final se adaptará a lo esperado. El perfilado de la impresora depende de cada cambio de papel o de cada sustitución de cartuchos. En las páginas web de los fabricantes podemos encontrar varios perfiles distintos basados en diferentes combinaciones de impresora, tintas y papeles. Pero la opción más recomendada, si se quiere los mejores resultados, es crear perfiles personalizados, con un calibrador o encargándolo en una tienda. Muchas veces se utiliza como perfil un espacio de trabajo, normalmente el sRGB. Esto no es la mejor solución pues supone imprimir con una gama de colores limitada en comparación con un buen perfilado. Por supuesto, también depende de la calidad de la impresora con la que se esté trabajando. Hay dos posibilidades en Photoshop para “ver” un perfil:
  • Asignar perfil (Edición>Asignar perfil...) cambia la representación de los colores en una fotografía. Cambia el modo de “entender” los colores. Realmente sólo es práctica esta opción cuando la fotografía no tiene un espacio de trabajo incrustrado o está mal elegido, como por ejemplo, hay un perfil en vez de un espacio de trabajo.
  • Convertir en perfil (Edición>Convertir en perfil...) realiza de forma definitiva el cambio partiendo del propósito elegido, intentando desviarse lo menos posible del original. El aspecto en pantalla no cambiará. Esta posibilidad hay que utilizarla cuando se ha terminado de revelar la fotografía y se dispone del perfil de la impresora.
Como regla general, no se debe revelar con un perfil específico, ya sea de la impresora o del monitor, pues todos los cambios que se hagan sólo tendrán sentido con ese dispositivo en ese preciso momento. También puede suceder que salga un aviso acerca de la no coincidencia de perfil, en cuyo caso se debe señalar siempre el perfil incrustrado de la fotografía. Se puede ver, aproximadamente, cómo quedará una fotografía con un perfil determinado en la opción Vista> Ajuste de prueba>A medida. En Dispositivo para simular se marca el perfil ICC de la impresora; Mantener valores RGB desactivado para poder seleccionar un propósito adecuado, junto con Compensación de punto negro activado. Una vez que se ha validado, se puede activar el perfil de la impresora con ctrl-Y, para ir viendo cómo quedará. También, en Vista>Avisar sobre gama (mayus-ctrl-Y), se pueden ver los colores que no se imprimirán por quedarse fuera de la gama reproducible por el perfil que se ha seleccionado.

Impresión en el laboratorio

Llevar la fotografía a un laboratorio de confianza es la opción más económica. El coste por copia de una impresión casera es muy alto, y aunque se tengan más opciones, realmente no le compensa a un fotógrafo aficionado. El problema es que muchas veces cuando se pide un perfil de color en una tienda de fotografía te suelen mirar mal, o nunca te llegan a entender. Debido a esta falta de entendimiento, provocado por la poca exigencia del aficionado medio (el 99% de los clientes) se pueden tomar dos caminos: cambiar de laboratorio o presentar las fotografías con el espacio de trabajo estándar, el sRGB. La mayoría de los dispositivos están configurados de origen con este espacio, el más limitado en todos los sentidos. Supone renunciar a la rica gama de colores de un buen perfil, pero se evitan las sorpresas desagradables. El perfil de la tienda (en caso de tenerlo) habría que instalarlo en la siguiente carpeta del ordenador:

Windows XP: C:Windowssystem32spooldriverscolor

Windows Vista:/C:/Windows/System32/spool/Color

Windows 7: C:/Windows/System32/spool/drivers/color

Mac: Macintosh HD/Librería/Colorsync/Profiles

Mac OS 9.x: Systems Folder / ColorSync / Profiles

Photoshop: C:/Archivos de programa/Archivos comunes/Adobe/Color/Profiles

También podemos hacer doble clic en el archivo .icc que nos pasen en la tienda o clic en el botón derecho del ratón y marcar Instalar perfil.

En conclusión

La gestión de color es una complicación más del mundo digital, pero teniendo claro los principios básicos podemos conseguir buenos resultados. Veamos un resumen de los pasos a seguir:
  • Calibrar y perfilar el monitor (mejor con un calibrador) con el que normalmente trabajamos. Este perfil nos servirá para tener la seguridad de estar viendo las fotografías correctamente. Un perfil nunca lo debemos tratar como un espacio de trabajo.
  • Activar la gestión de color en Photoshop. En esta ventana conviene pensar con cuál espacio de trabajo RGB vamos a trabajar. El espacio sRGB solamente interesa si las imágenes de partida tienen ese espacio. Para el resto de las ocasiones, y siempre que se quiera calidad, Adobe RGB (1998). El Prophoto RGB tiene pleno sentido con cámaras altas de gama.
  • Revelarlas fotografías con la seguridad de estar viendo el resultado final. Una vez que se ha terminado y se decide imprimir las imágenes, hay tres opciones:
  1. Hacer una copia con el perfil de la impresora o de la tienda de confianza con la que se trabaje habitualmente.
  2. Convertir una copia en un espacio de trabajo sRGB. Muchas veces es la única que consigue resultados aceptables con determinadas tiendas e impresoras.
  3. Dejar la copia en Adobe RGB (1998) para que el laboratorio tenga la máxima información posible.
  • Disfrutar de la calidad de la copia. Se puede conseguir una auténtica maravilla en lo que respecta a la calidad de los colores, pero una copia nunca será exactamente igual a lo que se ve en pantalla. No conviene obsesionarse con la perfección.

 

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