Hace tan sólo unos años cuando nos comprábamos un teléfono móvil lo hacíamos mirando al detalle las características del mismo a nivel de hardware, e incluso de software incluido. Cada uno era diferente, y aunque se puede decir que hoy en día ambos elementos siguen siendo importantes, lo son aún más los sistemas operativos que incluyen debido a una sencilla razón: Las aplicaciones. La palabra app se ha popularizado, y millones de personas descargan millones de aplicaciones a través de sus iPhones y terminales Android, con los sistemas operativos más extendidos: iOS y Android.

Ya no hace falta pagar para obtener aplicaciones que hagan cualquier cosa, y aunque es cierto que hay apps de pago, las seguirá habiendo, y esto es algo bueno, cualquiera de vosotros seguramente ha pasado horas y horas descargando aplicaciones y probándolas. Total, ¿Qué hay que perder? Absolutamente nada, ¿verdad? Estamos conectados a nuestra red WiFi y hacernos con nuevo software es tan sencillo como ir a la tienda de turno, App Store o Google Play, y descargarlo. Pues bien, descartando las aplicaciones maliciosas que se pueden encontrar en ambas tiendas (especialmente en la de Google), hay un peligro del que más de uno puede no haberse percatado: *Las aplicaciones que modifican el sistema y lo dejan tocado aun cuando son desinstaladas.

Hace poco tuve la mala suerte de comprobarlo en mis propias carnes, o mejor dicho, en las de mi Smartphone*, bajo la última versión de Android, Ice Cream Sandwich 4.0.4, pero en realidad es un problema que afecta a cualquier versión del sistema operativo. Resulta que el SDK y las herramientas de desarrollo de Android permiten acceder a variables del sistema que no están siquiera disponibles a través de la interfaz, con lo cual si son cambiadas desde una aplicación difícilmente van a poder ser canceladas a través del sistema.

El ejemplo, que no deja de ser un ejemplo puesto que se pueden modificar bastantes variables, es el de una cosa sencilla como la desaparición de una opción en el silde de volumen del sistema. Una de las acciones que más realizo es la de bajar el volumen al máximo y dependiendo de la situación quedarme en sólo vibración o en silencio total. Pues bien, resulta que de repente me di cuenta de que la opción de vibración había desaparecido.

Juraría que no he cambiado nada en la configuración. Hmmm pues no, todo sigue igual en el menú de sonido. Hmmmm tiene que haber algo diferente. No. Vaya.

Así durante más de una hora, trasteando con unas configuraciones del sistema que ni siquiera había tocado. Afortunadamente, después de muchos minutos investigando, y haciendo muchas búsquedas en Internet que no me dieron la solución, identifiqué el problema casi por casualidad. Un programa externo, instalado por mí, había cambiado la configuración del sistema, y esta permanecía alterada aun cuando ya no estaba presente en el entorno. El nombre de la aplicación es puramente anecdótico, ya que el problema no es este sino el que veremos en un par de párrafos, pero lo diré por si ayuda a alguien: 360 Launcher. Se trata de un lanzador de aplicaciones con algunas características añadidas como la optimización del sistema.

Volviendo a este oscuro asunto, y a su solución, esta pasó por volver a instalar el programa, tratar de revertir la configuración del sistema, y desinstalarlo de nuevo. Por supuesto, tenemos una solución infalible para devolver a nuestro Smartphone al estado original, aunque ¿a qué precio? Ese precio es un hard-reset, dejando el terminal tal y como salió de la fábrica, perdiendo datos, aplicaciones, y demás elementos que conforman nuestros dispositivos, los cuales en este momento son ya únicos precisamente debido a esa información. Perdida de datos, seguramente recuperables, y pérdida de tiempo, sin contar que lo que nos sucedió podría volver a pasar.

Si estas aplicaciones no son el problema, ¿Cuál es entonces? El propio Android. No, no me malinterpretéis, ni me tachéis de hater o de Apple Fanboy. Android me convenció hace mucho tiempo sobre otros sistemas como iOS, pero hay que reconocer sus puntos fuertes y débiles. Y que una compañía como Google permita a aplicaciones modificar, así como así, variables del entorno que ni siquiera están disponibles para el usuario a través de la interfaz, no se puede decir que sea un punto fuerte.

¿Se trata de opciones ocultas que se han quedado fuera de esta versión de la interfaz? Puede. Pero de ser así, el sistema debería modificarse también para no permitir acceder a ellas desde aplicaciones de terceros, o incluso de la propia Google, si estas son desinstalables.

Lo mejor de todo es que en los permisos especiales que debemos aceptar antes de instalar la aplicación no se nos dice nada al respecto, y también es algo indetectable por parte de aplicaciones como AppBrain, de la que hablábamos hace poco.

¿Cómo evitar que esto suceda? Bueno, teniendo siempre mucho cuidado con lo que instalamos y asegurándonos que sabemos lo que hacemos con cada opción (Aunque, ¿Quién nos dice que dichas opciones hacen lo que dicen hacer?).

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