La habitación del packaging. Un lugar donde expertos en marketing y diseño hacen lo que otros millones amarían poder experimentar más seguido: abrir paquetes de Apple. Una muestra más de las obsesiones detrás de la Manzana Mordida: cuidar hasta el mínimo detalle lo que para muchos es insignificante. De hecho, el empaquetado suele ser muy descuidado por la competencia, al punto de entregarle al cliente cajas de embalaje sin inscripición, o peor aún, repletas de ellas. Si no, miren el video de arriba. Un clip interno que realizó Microsoft, en 2006, a modo de auto-crítica, desnudando todos sus pecados a la hora del diseño del envoltorio, en contraposición de las virtudes de los de Cupertino. El minimalismo de Apple vs. el "ya que estamos ponganle flechas, llamadores y hasta la cara de Steve Ballmer en la caja" de los creadores del Windows.

Volviendo al título de este artículo, hoy sabemos que en los cuarteles de Apple hay una habitación secreta, con la seguridad muy restringida, a la que sólo puede acceder un puñado de expertos. No se trata del laboratorio del procesador A6, ni siquiera el lugar donde se cranean los nuevos iTV, el iFreezer o lo que iSea. Hablamos de un sitio... dedicado al packaging. Una zona repleta de cajas, infinidad de pruebas, colores y variantes, para que expertos prueben y prueben y se decidan por una (seguramente, una tapa blanca con la foto del producto de costado...).

Es el triunfo del detalle. De la obsesión. Las bases del imperio Apple. Y que algunos quieren imitar con relativa suerte.

Conocimos de la existencia de esta "habitación del packaging" gracias a un adelanto del libro que el periodista de la revista Fortune, Adán Lashinsky, lanzará en breve, "Inside Apple"("Dentro de Apple"). Allí pueden leerse párrafos como éste:

Para entender la seriedad con la que los ejecutivos de Apple se toman los pequeños detalles sólo hay que considerar lo siguiente: durante meses, un diseñador de packaging se encierra en esa habitación secreta para hacer la más mundana de las tareas: abrir cajas.

En el libro hay párrafos dedicados a la obsesiva elección de la caja del iPod, ¡entre cientos de propuestas! Todas ellas atiborrando esa sala. Y como se ensaya la manera en la que el consumidor se iba a encontrar con el reproductor de MP3, procurando que éste entrara a los ojos de su dueño, de la manera más elegante posible. No sólo esos detalles se cuidaron: también cómo se verían apilados en la tienda cada uno de estos paquetes.

Lo hemos dicho aquí varias veces: la manera de ver al producto como un todo es la diferenciación de Apple con cualquier otra marca. Ellos controlan todo, incluso, hasta aquello que estaba destinado a terminar en la papelera, como el envoltorio.

Un teléfono, una computadora o una tablet no es sólo sus características técnicas. Es su interfaz; su entorno; sus aplicaciones; su sistema de compra y venta de aplicaciones; sus actualizaciones; su manera de atender a los clientes; su manera de contener a los desarrolladores. Por eso, el producto nace en el momento en el que el usuario ve su caja y desea, como si no hubiera un mañana, abrirla de una buena vez.

Foto: Happylandfill

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