Si eres lector usual de este blog, seguramente ya tendrás identificados algunos grupos de comentadores furtivos que están tanto a favor como en contra del retoque digital. Hemos tenido discusiones interesantísimas e interminables acerca de si es o no útil para la fotografía el uso de Photoshop, o si constituye un atentado de aquello que todo lo que la fotografía analógica representa.

Pero hoy tratare de dar un poco de subjetividad en el asunto de la fotografía de retratos. Olvidemos por un momento el hecho de la modificación del balance de blanco a posteriori, la eliminación de objetos que hacen ruido en la lectura de la imagen o el agregado de correcciones al ambiente de la imagen. Hablemos de modificar rostros, cuerpos y la imagen final de un ser humano.

Sin caer en el clásico debate de que si las revistas de moda deforman nuestra percepción de la belleza, centrémonos en el simple hecho de retocar algún retrato de una modelo, de tu novia o de algunos amigos. ¿Es correcto o no? Cada uno basa su moral en lo que sea que crea, sea un dios, su propia conciencia o, como quien les habla, un Monstruo Espaghetti Volador, y eliminar manchas, imperfecciones o corregir lineas de contorno sobre una modelo puede significar un dilema para algunos.

Los extremos nunca son buenos, pero sirven como buen ejemplo. Uno de estos extremos es el conocido Glenn Feron, autoproclamado "el artista del retoque", donde su portfolio es una colección importante de retoques tal vez excesivos, el cual posee ejemplos que el antes y el después parecen ser personas distintas. Algunos excesos suelen causar gracia, como el que acompaña este post, hasta el punto en que la imagen original fue deformada de tal manera excesiva para alcanzar aquello que hoy definimos como "bello".

Sabiendo que esto no es bueno, ni moral, ni creativo, ni siquiera artístico, ¿que nos queda al resto de los mortales que tomamos una hermosa fotografía de nuestra pareja, por ejemplo, pero justo ese día tenia algún tipo de imperfección en su rostro? Un regla de oro que he leído por ahí es "yo remuevo todo aquello que en 15 días no estará más allí". Personalmente me ha servido como una buena guía en cuanto a que es aceptable como retoque y que no. Si vamos a guardar una imagen por el resto de nuestras vidas y sabiendo que esas imperfecciones fueron temporales, ¿por que no aprovechar el empuje que tenemos en la era digital y eliminarlas, conservando la esencia de la persona intacta?

Es verdad que en cierta manera no es la imagen original, no es lo que captó el sensor nativamente, pero tampoco lo es el post-procesado que hacemos después en nuestro Lightroom. Y en cierta manera, esta regla alberga un poco de verdad y permite establecer un limite entre lo que realmente es moral y lo excesivamente deformatorio.

De todas maneras, puedes ignorar cualquier tipo de moral fotográfica y hacer el retoque que se te de la gana, pero creo que al menos yo he encontrado ese punto de quiebre donde lo correcto y lo incorrecto se diferencian.

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