Si hay algo que, por desgracia, está extendido en casi todos los países europeos es el canon que se aplica a todo soporte digital susceptible de albergar o realizar copias de contenidos sujetos a derechos de autor, el canon por copia privada. Bajo este gravamen tenemos los CDs, DVDs, memorias USB, escáneres o, en el caso de Francia, los tablets. Precisamente, Francia parece haber dado un pequeño paso en esto del canon digital y, el viernes, el Consejo de Estado, que además de ser un órgano consultivo puede resolver recursos interpuestos contra las decisiones de una autoridad pública, anuló la aplicación del canon por copia privada a las empresas.

El Consejo de Estado estima que si una empresa adquiere un dispositivo con fines profesionales no debe asumir el pago de una tasa por una copia privada que no va a realizar. La situación en la que estaban las empresas Francesas, básicamente, era la misma que sufren las empresas de España, Bélgica, Italia, es decir, se aplicaba el canon de manera horizontal a todos los consumidores, independientemente de si eran empresas o particulares. Así que, con este movimiento, Francia estaría en consonancia con la decisión del Tribunal de Justicia Europeo que no consideraba lógico aplicar, de manera indiscriminada, el canon digital a todos los consumidores, incluyendo a las empresas.

Esta anulación, que no tiene carácter retroactivo, tiene un plazo de seis meses para ser aplicada, tiene su origen en la apelación que interpusieron varias empresas, entre ellas Rue Du Commerce que, tras conocer la decisión, declaró:

Esta decisión permitirá a todas las empresas francesas, incluidas las pequeñas empresas y microempresas, no tengan que pagar una indemnización que no les concierne. Esta decisión también evitará la distorsión de los precios en la distribución de productos a profesionales.

Tras esto, la comisión que regula en Francia las tasas a aplicar tendrá que recalcular las tasas que se aplicarán a los consumidores, para que las gestoras de derechos de autor no vean mermados sus ingresos, por tanto, al consumidor francés le va a tocar pagar aún más. Así que, al final, esta decisión tiene cierto sabor agridulce porque si bien las empresas se libran de una tasa injusta, los consumidores van a pagar el pato y van a tener que rascarse, aún más, el bolsillo.

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