Durante el fin de semana, se conoció que la Justicia de los Estados Unidos solicitó a Twitter que revele datos públicos y privados de ciertos colaboradores de WikiLeaks, sin avisarles de dicha cuestión. Pero la red de microblogging apeló esa medida y ganó, lo cual nos lleva a preguntar: ¿hasta qué punto se protege nuestra privacidad en la red?

La historia comenzó cuando el Departamento de Justicia quiso obtener los tweets, mensajes directos, direcciones IP y otra información referida a Julian Assange, Jacob Appelbaum, Rop Gongrijp, Birgitta Jónsdóttir y Birgitta Jónsdóttir. Pero el pedido enviado a la compañía, incluía una orden de silencio, es decir, que la medida debía cumplirse con total discreción.

Twitter explica en su política de privacidad (esa que nunca leemos), que puede compartir información del usuario, si creyera que es razonablemente necesario para hacer cumplir la ley, normativa o petición legal. Resulta que las órdenes de silencio serían anticonstitucionales, dejando de ser razonables para la empresa. Por eso, puso reparos al respecto y el juez dio marcha atrás con la medida, pudiendo notificar debidamente a cada miembro sobre qué estaba ocurriendo.

Para Twitter era mucho más sencillo colaborar desde el primer momento, evitando alguna consecuencia legal. Pero su CEO, Dick Costolo, explicó claramente cuál es su política en este sentido:

No me gustan los mandatos gubernamentales de mantener las cosas calladas y reiteramos el deseo de Twitter de mantener a las personas conectadas por medio del flujo de información (…) vamos a estar en contra de cualquier cosa que nos impida hacer eso.

Lo llamativo es que, aparentemente, Facebook y Google habrían recibido solicitudes similares. Según detallan en sus respectivas normas de privacidad, sólo contestarán a estos pedidos si consideran, de buena fe, que realmente están cumpliendo con la ley. Pero, al menos hasta el momento, los usuarios no recibieron notificaciones al respecto.

Ambas compañías cuentan con más chances que Twitter de poseer material sensible en sus servidores, a raíz de la variedad de contenidos que guardan: fotos, vídeos y documentos, entre otros. Por eso, si se cumplen las sospechas de WikiLeaks y tanto Facebook como Google fueron contactados por la Justicia, habrá que prestar mucha atención para ver hasta dónde es realmente confidencial nuestra información.

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