El cargador de corriente de los MacBook/Pro es el cargador más pequeño y bonito que podamos encontrarnos en un ordenador portátil. Lo que vemos en los PC normales, son toscos adaptadores negros que sólo pretenden acabar debajo de una mesa escondidos.

Sin embargo, el de Apple invita a ser exhibido y cuando vamos caminando por la biblioteca (por ejemplo) y vemos una cajita blanca en el suelo, ya sabemos que en la mesa de al lado hay un Mac. Estos cargadores, además de ser bonitos, son hasta prácticos. Gracias a su finito cable que va desde el transformador hasta el portátil, podemos enrollarlo sobre dos patas de plástico que sobresalen de éste (y que podemos plegar cuando no usemos) para transportarlo con mayor facilidad. Incluso el cable lleva adherida una pestañita con la que fijarlo para que no se desenrolle mientras lo transportamos.

El problema de este cable tan fino y la desventaja que tiene ante el grueso cable de los portátiles PC es que si no lo enrollamos correctamente, probablemente acabe rompiéndose en uno de sus extremos. Por ello, para evitar este problema tendremos que dejar un trozo de cable sin tensar, como vemos en la fotografía. Así éste no sufrirá y no acabará pelándose.

Otra de las desventajas de que sea blanco es que el cable se ensucia con enorme facilidad, sobre todo si arrastra por el suelo. Para limpiarlo, con un paño húmedo y un poco de jabón podremos dejarlo reluciente. Si está muy arañado el transformador, también podemos dejarlo como nuevo pasando un poco de pasta de dientes para pulir la capa brillante, como si estuviéramos reparando los arañazos de un CD.

Vía: Tested

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