¿Hay hueco para más compañías en un mercado en el que hay un referente tan claro como Microsoft con Surface? Samsung cree que sí y la Galaxy Book es su mejor convertible hasta la fecha.El curso pasado Samsung se unió a la guerra de los convertibles con la TabPro S presentada en el CES de Las Vegas. No era, sin embargo, su primer dispositivo enfocado a productividad en movilidad, pues ya antes lo habían intentado con tablets con sistema Android igualmente equipadas con S-Pen. Tampoco fue la primera con Windows, pues con este sistema ya llegaron las tablets bajo la familia Ativ. El factor fundamental del cambio de la TabPro S fue que, por primera vez, Samsung se proponía no sólo traer al mercado una tablet capaz, sino sustituir con solvencia a los ordenadores portátiles.

Lo consiguió, pero a medias. Su precario procesador Core M le hacía ganar muchos enteros al eliminar el ventilador, pero le perjudicaba cuando se le exigía en tareas complejas o en juegos. Este año las Galaxy Book llegan en dos modelos, y el pequeño sigue incluyendo estos procesadores, pero la que analizamos hoy, el modelo de 12", sube a procesadores más potentes, los Core i5 e i7 de doble núcleo que hoy poblan tantas hojas de especificaciones. Se trata por tanto, a priori, de una propuesta mucho más apta para trabajar, con ciertos condicionantes que veremos a lo largo de la reseña.

La gran pregunta en este segmento continúa siendo si a igualdad de precio o con cierta cercanía algún rival puede lanzar al mercado un competidor serio de la Surface de Microsoft, que pese a ser la propuesta pionera está todavía en camino de alcanzar la madurez y de limar asperezas. El resto lo tiene por tanto un poco más complicado, pero siempre se puede jugar la baza de aportar buen software (y hardware como el S-Pen) a lo que Windows 10 ya trae de manera genérica.

Construcción, materiales y pantalla

Como ocurría con la TabPro S el año pasado, al encender la Samsung Galaxy Book la sensación sigue siendo de impresión. Impresión por cómo, en unos pocos años, las grandes empresas tecnológicas han logrado integrar en las dimensiones de una tablet con procesador ARM como son 7.4 mm de grosor todo un ordenador con la misma potencia que portátiles tradicionales que cuentan con mucho más espacio para alojar componentes. La Galaxy Book 12 gana cierto peso (hasta los 754 gramos) repecto al año pasado, hecho comprensible dado el aumento de potencia, pero no desde el punto de vista de la pérdida de batería (de 5200 pasa a 5070 mAh).

El diseño, al igual que en la TabPro S, vuelve a ser conservador. Es decir, si has visto otras tablets de la compañía, la Galaxy Book te resultará familiar, pues salvo por la ausencia de botón de inicio que sí presentan las Tab S, todo lo demás se mantiene prácticamente igual. En un contexto en el que la propia Samsung abandera el fin de los marcos, los presentes aquí, dibujados acertadamente en color negro, están lejos de enmarcarse en esa filosofía.

Por lo demás, como ocurre desde el Samsung Galaxy S6, Samsung no le hace ascos al metal hasta el punto de llevarlo a toda la tablet, aunque visualmente llega a parecer más plástico que aluminio. El cuerpo presenta un jack de audio junto a dos conectores USB-C, frente al único presente en la TabPro S, con botón de volumen y encendido en el lateral contrario al del logo (el mismo donde el marco aloja la cámara delantera) y cámara principal en la parte trasera. Entendiendo que el grosor importa mucho, la elección de puertos, aunque limitada, resulta acertada, por mucho que obligue al usuario medio a apostar por adaptadores para conectar periféricos tradicionales, como ratones inalámbricos USB. El sonido, defendido por dos altavoces situados en lados enfrentados, resulta bueno pero sin ofrecer la calidad de portátiles y tablets que ya están incorporando 4 altavoces, como la Galaxy Tab S3.

Probablemente lo peor en cuanto a los puertos sea, más que la falta de un puerto USB tradicional, la falta de soporte de esos dos puertos USB-C a protocolos como Thunderbolt 3 (que permite conectar el dispositivo a tarjetas gráficas externas) o a USB 3.1 Gen 2, pues tal y como llega no supera los 5 Gbps de velocidad del USB 3.0 tradicional. Esto, en un equipo que por precio se acerca o supera soluciones profesionales, es una pega. Le salva no ser el único de sus competidores que renuncia a sobresalir en este aspecto, pero tampoco consolará a sus compradores.

La pantalla SuperAMOLED, como ocurre en los terminales Galaxy S de la compañía, ofrece una calidad excepcional. Es una gozada utilizar la Galaxy Book como tablet para reproducción de contenidos, tal y como ocurría con la Tab S3, pues el contraste y el negro puro, junto al tratamiento de color, redundan en unas imágenes espectaculares, que mejoran cuando visualizamos contenidos en HDR. La resolución de pantalla, aunque es adecuada y ofrece una densidad relativamente alta (216 ppp) podría haber sido más alta para permitir disfrutar de más elementos en pantalla con mayor nitidez, acercándose más a los 300 ppp.

Para edición de fotografía puede no resultar tan adecuada, pues como también ocurre por defecto en los smartphones, la pantalla sobresatura en exceso los colores, lo que hace que lo que editas aquí pueda no tener consistencia en otros dispositivos. Como todos los equipos con Windows 10, permite ser calibrada, pero para ello haría falta software y hardware profesional. Lo ideal habría sido que, como se ofrece en Android, la Galaxy Book ofreciera modos de color adecuados para según qué usos, pero no es el caso. Un detalle curioso es la inclusión de un salvapantallas propio de Samsung (y muy rudimentario) con el que la compañía parece expresar sus temores a que la degradación de los píxeles acabe produciendo quemados, más frecuentes en pantallas donde hay elementos fijos mucho tiempo, como es la barra de tareas. En cuanto a su uso en exteriores, su brillo es bastante bueno, pero la capa de antirreflejos no resulta tan efectiva como la de otros modelos competidores, lo que a veces dificulta trabajar incluso en brillo máximo.

Saliendo del hardware que llega con la tablet llegamos al teclado-funda retroiluminado. Lo primero que hay que recalcar (y repetir) es que al ver todo el conjunto cerrado, y pese a estar en 2017, vuelves a admirar que ahí quepa un ordenador con esta potencia. Lo segundo es mencionar que este teclado está a años luz del de la TabPro S, ofreciendo el mismo rendimiento que el de cualquier portátil de tamaño medio-grande, con las teclas separadas, lo que provoca menos errores a la hora de escribir. Lo tercero que hay que mencionar es el panel táctil o touchpad, que con un tamaño medio-bajo sorprende por su tacto y precisión con los gestos, gracias a estar homologado bajo el sello Precision Touchpad de Microsoft.

Utilizar el sistema con varios dedos para cambiar entre ventajas y aplicaciones o minimizarlo todo es una gozada, algo que parecía que nunca se vería en Windows, pero que Microsoft se ha encargado de garantizar. Eso sí, hay que decir que tras muchas horas de uso, a diferencia de lo que ocurre con touchpads más grandes, y según si la tarea requiere precisión o no (típicas barras de ajuste de color de Photoshop), se puede echar de menos un ratón externo.

La funda teclado tiene, además, dos defectos que la alejan un poco de aquellos que quieran el Galaxy Book para trabajar con frecuencia sobre las piernas. Ante la flexibilidad de sus materiales, si como usuario eres de los que tiende a apretar con las muñecas, hay una mala noticia: los reposabrazos no están aislados del touchpad, lo que hace que al apretar sobre las piernas mientras escribes se puedan producir clicks no pretendidos debido a la flexión que se extiende a lo largo de todo el cuerpo del teclado. Esta flexión incide en todo el cuerpo del teclado y bloquea el click del touchpad. A esto se suma que, a veces quieres hacer click, y el touchpad ya está bloqueado haciendo click por su cuenta. Por otra parte, aunque ofrece distintas posiciones para regular el ángulo, nunca llega a sentirse tan segura sobre las piernas como una Surface, que ha necesitado años para mejorar en este sentido. Esta tablet vibra más y al final, si se pretende utilizar como único dispositivo, el uso de un teclado, ratón y pantalla externa es lo más adecuado para el hogar.

Rendimiento y autonomía

Con un procesador Intel Core i5-7200U de séptima generación, el rendimiento de la Galaxy Book es, para bien, similar al de portátiles tradicionales exponentes en el mercado como el Dell XPS 13 o el Apple MacBook Pro de 13". Esto quiere decir que, sin ofrecer una potencia descomunal, puede mover de sobra aplicaciones de edición fotográfica como Photoshop o Lightroom, con la que se ha comportado muy bien incluso con archivos RAW. El problema no viene por la elección de procesador, por mucho que un i7 ofrezca más.

Viene porque, en ese mismo 2017 en que se admira lo que cabe en el cuerpo de una tablet una compañía como Samsung (o Microsoft en sus Surface) aún opte por presentar una configuración base de 4 GB de RAM y 128 GB de almacenamiento a un precio de 1230 euros. Resulta un precio muy elevado, sin entrar en comparaciones. El siguiente salto, con i5, 256 GB y 8 GB de RAM, nos lleva a los 1630 euros.

La buena noticia para este Galaxy Book es que a pesar de esos 4 GB, la optimización de Windows 10 en cuanto a RAM ha mejorado y superado a otras opciones como macOS, y sólo en circunstancias muy puntuales con muchas aplicaciones y pestañas de navegador abiertas se siente lento. Pero claro, de nuevo no es un consuelo, pues los 8 GB de base serían lo adecuado, con opción a ampliar a 16 GB. Respecto a la competencia, eso sí, hay que ser justos y decir que la Galaxy Book incluye funda-teclado y S-Pen en la caja, frente a los más de 100€ que hay que abonar por cada uno en otros casos.

Esa buena optimización hace que el rendimiento sea entre correcto y bueno, pero se nota mucho que Samsung no ha optado por uno de sus mejores SSD NVMe, y sí por un SSD más convencional de LiteOn. Esto provoca velocidades de lectura y escritura que pueden ser un tercio más lentas que las de su competidora directa, la Surface Pro, y hace que equipos equivalentes de hace 4 años con discos SSD más rápidos abran las aplicaciones y muevan archivos con más soltura. En ese sentido, también se aprecia el poco avance que ha traído Intel a sus dual core de 15 vatios, pues en una comparativa con un equipo de especificaciones similares de 2013 en Handbrake convirtiendo vídeo en 4K, tras 5 minutos de proceso el Galaxy Book sólo sacó 10 segundos de ventaja.

En general, la experiencia con la tablet es buena, pero nunca se llega a sentir que vuele, sino que cumple correctamente, pero sin satisfacer necesidades de quien espere un equipo profesional para trabajos intensivos, y es que, de hecho, los ventiladores, con más o menos velocidad, siempre se sienten encendidos, incluso en las tareas más comunes, con una parte trasera que es muy difícil no encontrar caliente. Frente a ello, Microsoft ha conseguido una obra de ingeniería en la Surface Pro incluyendo un procesador algo más potente que este i5 sin ventilador, algo hasta ahora reservado para los Core M. Siendo equipos a los que es común demandar o cuyo uso en verano fuera de casa puede ser intensivo, es una grandísima noticia, pues la experiencia permanecerá mucho más silenciosa que la que se encuentra en la Galaxy Book.

En cuanto a autonomía y carga, la tablet vuelve a dejar un mix de sensaciones que tampoco llega a tocar la excelencia. Incluye un cargador con Carga Rápida Adaptativa que parece quedarse un poco corto, pues para cargar sus 5070 mAh (por cualquiera de sus dos puertos USB-C) estando encendido toma 3 horas, lo cual no parece ser muy rápido para los estándares actuales. Sin embargo, el hecho de poder aguantar e incluso hacer subir el porcentaje de carga con baterías externas ayuda mucho en contraposición.

En lo que es puramente autonomía he llegado a conseguir estirar la batería hasta las 6 horas de trabajo con ofimática y navegación web ligera, pero en un entorno en el que el brillo automático era muy conservador. Una vez la exigencia al procesador y a la pantalla sube, no cabe esperar superar las 4 horas de uso total, una cifra que parece más de hace un par o más generaciones. El hecho de cambiar un Core M por un Core i5 y mantener resolución, tamaño de pantalla y reducir batería no ayuda.

En su uso como tablet, se comporta correctamente pero hechos como que se caliente tanto o sus ventiladores se sientan en las manos no ayudan. Leer cómics o reproducir contenidos son dos actos que gustan con la tablet apoyada sobre su teclado u otra superficie, pero el peso no perdona, y los brazos se acaban resintiendo. Mi sensación es que aunque estos dispositivos se promocionen como híbridos, su uso exclusivo como tablet separada del teclado responde más a un uso para creativos con el S-Pen que a un uso de particulares tradicional.

Sobre el nuevo S-Pen ya nos extendimos en la reseña de la Galaxy Tab S3, y su rendimiento en la Galaxy Book vuelve a ser el mismo con sus 4096 capas de presión, excelente y sin requerir cargas ni emparejamientos. Todavía presenta un lag visible, pero su integración con Windows 10 es mejor que nunca gracias a las nuevas herramientas de Windows Ink y a las mejoras que presentan apps como OneNote. Aplicaciones profesionales como Photoshop o Corel Painter 2017 están bien integradas con el S-Pen y soportan bien la presión, cosas que también soportan otras como Manga Studio, aunque por ejemplo esta no reconozca la inclinación. El problema de las que no tienen compatibilidad parece estar en la ausencia de drivers completos de Wacom, que no deberían tardar en llegar. En cualquier caso, a quien más beneficia la proliferación de este formato sigue siendo a los creativos e ilustradores, con una experiencia que se acerca mucho a la de las Cintiq de Wacom, que ve como cada vez le atacan desde más frentes.

Por la parte del software propio, además de añadidos para el S-Pen, Samsung aporta Samsung Flow, una app/servicio con la que recibir notificaciones y transferir archivo a los smartphones Galaxy a la vez que aprovecharlos para desbloquear Windows mediante su lector de huellas. Si bien el funcionamiento es bueno, la gran pregunta es por qué Samsung no incluye soporte al desbloqueo facial de Windows Hello en vez de hacer al usuario dar estas vueltas?

Conclusión

Si el objetivo era superar a la TabPro S, logrado está. Si era simplemente mejorar mucho, también, está hecho. Pero si era superar a una Microsoft que tiene a sus espaldas 5 generaciones de Surface, aún queda para eso. Y no es que esta Galaxy Book quede muy lejos, no. Sin embargo, usándola percibes todos aquellos detalles que otros han pulido con el tiempo y de los que de momento Samsung tiene que aprender.

Se agradece el extra de potencia, pero se echa de menos más RAM. Se agradece el teclado mejorado, con el que se puede escribir durante horas, pero se echa de menos un soporte más seguro y un touchpad que no dependa de la fuerza que hagamos con las muñecas. Se agradece la inclusión de una pantalla tan buena como esta para visualizar contenidos multimedia, pero se echa de menos una aproximación profesional, igual que ocurre con los drivers de Wacom para el soporte a muchas aplicaciones específicas. Se agrade sin embargo la inclusión "gratuita" del magnífico S-Pen y del teclado.

Por resumir, estos nuevos segmentos tienen muchas incógnitas para las compañías, y Samsung aún está en camino de, algún día, lograr un producto redondo como consigue con sus smartphones.

Pros

  • Pantalla. Espectacular para visualizar contenidos, no tan buena si se requiere precisión de color.
  • Accesorios. La inclusión de S
  • Pen y teclado es de valorar y mucho, en un mercado en el que se cobra más de 100€ por cada uno.

Contras

  • Precio. Aunque la tónica general está siendo subir precios, 1230€ no suenan muy correctos para 128 GB y 4 GB de RAM en 2017.
  • Rendimiento. Pese a rendir al nivel de rivales, su ventilador activo constantemente y el nivel de calor que alcanza la ponen por debajo de ellos. Además, su SSD es mucho peor de lo que Samsung puede ofrecer.
  • Falta de soporte a Windows Hello. Pese a tener cámara frontal, no es posible desbloquear la tablet con el reconocimiento facial.

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