De la Motorola que enamoró a todos resiste, bajo el nombre Moto by Lenovo, una experiencia Android que sigue enamorando a muchos, en un mercado de capas de personalización a menudo contaminadas. Pero, ¿es suficiente para hacerse un hueco en la gama alta de 2016? Tras vagar por el desierto tras el exitoso Droid, y sin posibilidad de aferrarse a éxitos pasados muy lejanos como el V3, Motorola tenía que diferenciarse en el panorama Android, justo donde más cuesta llevar a cabo esa labor. Sin embargo, lo que el mercado te quita, el mercado te lo da, y la mayor diferenciación en aquellos momentos era ofrecer buen rendimiento y actualizaciones.

Así nació el Moto X original. No ofrecía nada extraordinario salvo un cuerpo muy bien aprovechado y la escucha activa que luego se ha puesto de moda. Sin embargo, lo que le hizo especial, al final, fue que sin un gran hardware, se sentía como la mejor plasmación de lo que Google quería transmitir; tanto por la experiencia como por las actualizaciones. El iPhone de Android, se llegó a decir. Importaba muy poco lo mucho que hacía mal, y mucho lo poco, pero suficiente, que hacía bien.

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Al año siguiente, la idea era la misma pero, ahora sí, comenzaban a pesar las carencias. La experiencia continuaba siendo excepcional, no se echaba de menos nada más, pero una cámara mediocre, una batería insuficiente y una cámara que parecía 4 años más vieja no ayudaban a ponerlo por encima de colosos como el Note 4 o los iPhone 6. La magia seguía ahí, pero de no cuidarse, se apagaría.

Y eso pasó. Ya bajo la batuta completa de Lenovo, llegaron los X Style y X Play, a precios altos en Europa respecto a lo que ofrecían. Los útiles añadidos sobre el Android cercano a la pureza seguían ahí, pero el valor añadido había muerto. El Moto Z y los Moto Mods son el último intento de hacer ver que una de las madres de la telefonía aún sigue viva aunque sólo mantenga medio nombre. No lo tienen nada fácil.moto-z-3

El Moto Z mantiene líneas bastante similares a las de modelos pasados, pero pierde mucho en la mano. La parte delantera, pese a mantener esencia Moto con bordes muy redondeados, no tiene curvas pronunciadas como el Moto X 2014, lo que produce una sensación menos placentera al llegar a los bordes. Aun así, nada problemático, buena impresión a la que ayuda un único altavoz para llamadas y música que, sin ser una maravilla, tiene buen volumen y muestra un rendimiento decente en tonos complicados.

Es la parte trasera la que muestra mucho de lo que está mal con el terminal, y no en cuanto a diseño, sino a grosor y bordes. Los Moto X clásicos tenían una trasera curva que se adaptaba maravillosamente bien a la forma de la mano. La trasera del Moto Z es completamente plana, muy tosca y sin una buena transición en los materiales, lo que hace que se clave más incluso que los modelos curvos de Samsung. Motorola lo soluciona vendiendo unas carcasas traseras (de un agradable Nylon en la unidad cedida) imantadas que sí producen un agarre perfecto.

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El diseño del Moto Z representa el quiero y no puedo en el que están entrando algunos actores en la industria. Hacerlo más y más fino (5.2mm) a toda costa, pese a ofrecer la batería más pequeña de su rango de competidores y mostrar un bulto de cámara excesivo. Se pierde ergonomía, se pierde autonomía, se pierde estética, y todo por una delgadez no demandada y que no está presente en su hermano pequeño, el Moto Z Play.

En su lateral derecho se encuentran los dos botones de volumen y el de encendido, que ofrecen una buena construcción, pero fallan en distinguirse unos de otros, pese a que el de encendido tiene una textura distinta. Haber apostado por utilizar el otro lateral para, por ejemplo, el botón de volumen, sería mejor opción. Por último, en su parte superior se encuentra una bandeja extraíble que alberga la posibilidad de utilizar dos tarjetas SIM, o una SIM y una tarjeta microSD. Buen y útil aspecto.

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La novedad más relevante que deja el dispositivo es el lector de huellas situado en el frontal. Rápido y preciso, no ha fallado ni una vez, algo que no se puede decir de muchos otros lectores. Reconoce y desbloquea incluso estando la pantalla apagada, como ya es habitual. El punto negativo es que no vale como botón de inicio, con lo que sus bordes despoblados se desaprovechan y obligan a utilizar unos botones en pantalla que si bien no están nada mal, se antojan innecesarios.

Tampoco hay que olvidar el adiós del jack de audio de 3.5. Aquí la conclusión es muy clara, el futuro va por el paso lo inalámbrico. El adaptador incluido en la caja está muy bien, pero es frecuente olvidarlo al salir a la calle cuando se separa de los altavoces o cuando se quiere cargar el terminal a la vez que escuchar música (por ejemplo, usando una batería externa). Lo dicho, Bluetooth o nada. Y puede ser nada, porque el mercado de lo inalámbrico no está muy maduro aún.

moto-z-9 A diferencia de otros experimentos de Motorola y Lenovo con las pantallas AMOLED, el Moto Z tiene por fin un panel 5.5" 2K que bueno en casi todos los sentidos. Ofrece dos perfiles de color equilibrados que gustarán al usuario que prefiera colores moderados, pero también a aquellos que se olviden del realismo y los prefieran saturados.

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El nivel de brillo es muy bueno en cualquier situación, y el brillo automático lo eleva aún más cuando es necesario, aunque no ajusta siempre a la velocidad deseada. El único problema de la pantalla es que, como ya es habitual en AMOLED, la parte superior tiene un tono ligeramente más oscuro (no molesto) que el resto de la pantalla, lo que sin duda es un fallo de producción.

Un aspecto negativo es que Moto Display, el modo propietario de los Moto con el que la pantalla de los "respira" y muestra notificaciones y la hora sobre un fondo negro, se ha quedado bastante atrás. A diferencia de los modos "Always On" de LG y Samsung, no puede configurarse para estar siempre activa, pero lo peor es que muchas notificaciones se cortan y consultarlas desde esa pantalla carece de sentido más que para ir directamente a la aplicación de procedencia. Sin duda, un aspecto que haría el terminal mucho más útil y conveniente.

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La cámara es otro de los aspectos que el público quería ver mejorados, y así ha sido, pero con muchos matices. En primer lugar, Lenovo apuesta por un capaz pero anticuado sensor IMX214 de Sony con 13 megapíxeles, que es el mismo de, por ejemplo, un Nexus 6 de hace dos años. Al tratarse de un sensor pequeño (1/3.06), la solución pasaba por modificar el sistemas de lentes y añadir estabilizador óptico, y hay que decir que la apertura f1.8 ayuda a capturar mucha luz.

En condiciones favorables la cámara del Moto Z ha respondido bien. Se abre y dispara rápido (existe la posibilidad de lanzar con doble click en el botón de encendido), con un leve retardo su la imagen se toma con HDR (opción que muchas veces es tan sutil que ni parece estar activado, lo que no ayuda debido a las carencias en rango dinámico) frente a una foto normal. Su gran apertura hace que los macros adquieran fondos con mayor profundidad de campo.

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El problema llega cuando cae la noche o el contexto es más complicado. La cámara parece retroceder bastante en el tiempo y produce un balance de blancos muy anaranjado donde otras cámaras lo producen como mucho, cálido. El rango dinámico es muy pobre, algo muy perceptible en cómo la luz emitida por las farolas quema la imagen su alrededor o zonas como reflejos en los cristales de los coches. Los colores se empastan y se pierde todo el detalle. Esto, que no es menor, se agrava con la circunstancia de que con el HDR activado parece que el estabilizador no funciona, y la imagen producida es desastrosa, en luz y procesado, como se observa en las comparativas inferiores.

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Es de esas cámaras que aún piden que mantengas el smartphone estable en modo noche, por lo que está muy lejos de la velocidad de la competencia en ese sentido. Por último, en vídeo la estabilización es buena y grabando un concierto en una sala cerca de los altavoces no recoge mucha frecuencia, pero graba en estéreo y al menos no satura.

En cuanto a la aportación de Lenovo a la base de Android que ofrece Google, lo más destacado es, tras Moto Display y la escucha activa, la gran cantidad de gestos a los que se puede someter el dispositivo. Por ejemplo, el Moto Z se puede agitar dos veces para activar la linterna, se puede girar para activar "No molestar o puede mantener la pantalla encendida siempre que la estemos mirando, además del popular doble giro para abrir la cámara.

En rendimiento, el ya estándar Snapdragon 820 y sus 4 GB de RAM dan el más fluido que se puede experimentar en Android, aunque eso no es nada nuevo para Motorola. Lleva sucediendo desde el Moto X 2013, y la razón sigue siendo apostar por no tocar apenas el sistema. Todo salvo Chrome, cuyo rendimiento sigue más cercano de la gama baja que de un hardware de 600-700€, fluye y es muy agradable de usar. Para obtener una buena experiencia navegando, sería bueno que Motorola desarrollase su propio navegador como hace, por ejemplo, Samsung. Ya que no es el caso, se recomienda utilizar uno de los muchos que hay basados en Chrome y optimizados para Snapdragon.

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Por último, en autonomía las cosas vuelven a estar en la línea de lo regular. El terminal se comporta de manera muy eficiente pese a sus minúsculos 2600 mAh, que al tener carga rápida, llenar es un proceso muy corto y que salva el día. Con usos moderados se puede alargar al final del día con unas 4.5-5 horas de pantalla, o incluso algo más si se pasa toda la jornada en Wi-Fi, pero en cuanto se sale a la calle y se requiere un brillo más alto, se hace uso del GPS, de la cámara y de de reproducción Bluetooth de fondo, la cosa se cae estrepitosamente. Y vuelve la pregunta de siempre: ¿qué necesidad hay de lanzar un terminal de 5.5" con tan solo 5 milímetros de grosor que además no es ergonómico y tiene una autonomía alejada de casos como el S7 Edge o el iPhone 7 Plus?

¿Y los Moto Mods?

Moto Mods

El gran valor añadido de la familia Moto Z para quien considere que la modularidad es el siguiente paso en telefonía móvil. Con la unidad de prueba del smartphone, Motorola envía el Moto Insta-Share, y aunque no llega a integrarse con normalidad en un flujo de ocio o trabajo diario, puede resultar muy útil para reproducir contenidos en habitaciones a oscuras. Ha sido el caso proyectando Netflix o YouTube en el techo con el terminal colocado en el suelo, y hay que decir que teniéndolo disponible, el uso proyector engancha. Eso sí, hay que recordar cargar su batería dedicada, pues sólo dura una hora.

Se echa de menos definición (no alcanza 720p), contraste y brillo, teniendo en cuenta los 299€ adicionales que supone, pero la apuesta parece simpática, ya que tampoco resta (no requiere apagar el terminal y la instalación es tan sencilla como poner una funda imantada) como sí ocurre en el caso del LG G5. Queda claro, eso sí, que esto sólo es una apuesta de nicho y que si algún día se llega a popularizar, será a un precio mucho más bajo y con funcionalidades que todo el mundo quiera tener, al menos, en su mesilla de noche.

Conclusión

Pese a los avances que se han dado respecto a modelos anteriores, parece que el hueco en la gama alta para los Moto de Lenovo se ha cerrado definitivamente. Con precios similares a competidores mucho más capaces no hay mucho que hacer, pese a tener argumentos para convencer a nichos de usuarios, como la posibilidad de disfrutar de una capa bastante limpia de Android o la ampliación de capacidades mediante los Moto Mods.

Pero para sobrevivir, salvo en el lujo, no hay que contentar a nichos. Hay que diseñar y producir productos redondos, con pocas pegas en los aspectos más demandados por los usuarios. Este Moto Z falla gravemente en cámara en baja luz, en detalle y en el manejo de las luces. Es además un paso atrás en ergonomía, algo en lo que sus predecesores siempre habían destacado. Mejoras en otros apartados no pueden borrar los errores en aspectos clave en un mercado tan saturado y exigente como es el de la telefonía móvil en 2016.

El tiempo que pasas junto a un Moto Z se disfruta, pero en ningún caso es superior a la experiencia global de productos de Apple o Samsung, pese a su fidelidad a Android.

Pros

  • Rendimiento. Android sigue volando de la mano de Motorola, siempre es un placer.
  • Pantalla. A diferencia de las AMOLED del Nexus 6 o del Moto X 2014, esto sí es gama alta.
  • Lector de huellas. No ha fallado ni una vez, espectacular.
  • Mods. Aunque no es algo que vaya a enamorar al gran público, una vez los tienes son útiles, siendo el problema el coste de adquirirlos.

Contras

  • Cámara. La cámara tiene comportamientos inaceptables para incluso gama media
  • alta en ciertas situaciones. Muy lejos de lo esperado, pese a la mejora.
  • Ergonomía. Ha llegado el momento de dejar presumir de grosor, y el Moto Z y sus afilados bordes son la prueba de ello.
  • Autonomía. Aunque no todo son números, apostar por una batería mucho menor que la de competidores (y la del Z Play) es un error que se comprueba en jornadas exigentes.

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