Interstellar es la película que necesitaba el niño que todos llevamos dentro y que se conforma con mirar a las estrellas. El triunfo de la tecnología sobre el egoísmo del hombre. La respuesta a la eterna pregunta sobre la coexistencia de la ciencia y la ficción en el cine. La mejor película de Christopher Nolan hasta la fecha, y posiblemente, la mejor película sobre viajes espaciales de la historia.Dicen que madurar es -entre otras cosas- darse cuenta de que uno ya no va a ser astronauta. Que no va a pasear por las estrellas y que tiene que conformarse con mirar al cielo una noche despejada de verano, preguntarte qué habrá más allá de lo que nuestros ojos pueden observar. Los confines del universo, lo desconocido.

Por eso, cuando uno ya sabe de que no va a ser uno de los del parche en el pecho, tiene que alimentar al niño que tiene en su interior con historias que le transporten a universos imposibles. Interstellar es esa historia. Un cuento de ciencia ficción, con ciencia y ficción a partes iguales, que nos hará recuperar la ilusión por el espacio, esa que a muchos se les quedó por el camino mientras crecían.

Nolan nos invita a un viaje a la parte desconocida del universo conocido. A lo más profundo de nuestro cosmos y de nuestra finita existencia; una invitación al niño que hace tiempo maduró y se conformó con soñar que viajaba a las estrellas. Y lo hace a través de una historia emocionante, una fotografía magistral y una banda sonora en la que cada segundo es un regalo para los oídos del espectador.

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Y como no nos suele tener acostumbrados el director, lo hace de la mano de la ciencia y de la astrofísica. Desde luego la influencia más científica de Kip Thorne, para convertir la película en una obra maestra, justifica por si sola los puntos más bajos de la película. El amor, al nivel más emocional, se mezcla con la ciencia más árida para llevar al espectador a los confines del universo y obligar al niño que lleva dentro a volver a mirar a las estrellas a través de un viaje por un agujero negro.

En definitiva, a un viaje solo de ida, como suele ser habitual en estos casos. 169 minutos de metraje en los que nuestra percepción sobre la ciencia ficción en el cine habrá cambiado para siempre. La última cinta de Christopher Nolan es el nuevo punto de partida para el cine de ciencia ficción, que alcanzó la gloria un 1 de enero de 1968 con el estreno de 2001: A Space Odyssey y que cambió el cine para siempre en una suerte de la más dura ciencia agitada con la más irresistible ficción.interstellar_2

2014: las comparaciones son odiosas

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Evité contaminarme lo menos posible antes de ir al cine. Ni trailers de más de un minuto, ni tan siquiera unos pocos segundos de la obra musical de Zimmer para esta ocasión. Nada. Quería volver a repetir la experiencia de una magnifica Inception y dejar que Nolan me conquistase a través de la pantalla.

Sin duda, la mejor película de Nolan hasta la fecha. Y muy arriesgadaInsterstellar llega, para el director, justo después de una más que notable The Dark Knight Rises, y después de que otra ópera prima arrasase en los cines el año pasado con el mismo escenario: Gravity. Quería mencionar esta última por la sencilla razón de que, aunque compartan matices, en ningún momento pretendía contar una historia de ciencia, sino utilizar esta como una herramienta para contar una historia. Insterstellar va más allá, nos plantea un viaje apasionante donde la ciencia, la de verdad, se mezcla con la ficción.

Antes de entrar al cine tenía miedo de acabar comparando Gravity y 2001: A Space Odyssey con Interstellar. Pero lo cierto es que es imposible no hacerlo, puesto que los matices de ambas han influenciado -Gravity en menor medida- a Nolan, y lo hará con el espectador a partes iguales. Es imposible imaginar Interstellar si aquel 1968 la cinta de Kubrick no hubiese llegado a los cines.

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Si tenéis la oportunidad de volver a ver -o de hacerlo por primera vez- 2001: A Space Odyssey, veréis que utiliza la ciencia como un ente propio que sirve de hilo conductor para los acontecimientos, fusionando la ciencia más pura con otros elementos extraterrestres que no tienen cabida con el de hiperrealismo que sugiere. En cambio, en Insterstellar es todo lo contrario. Es sobre la ciencia como historia, y como esta disciplina es, precisamente, la que configura los puntos más importantes de la trama. El uso de la ciencia más pura es el elemento que la cinta de Nolan utiliza para resolver los problemas que plantea la trama y como base argumental para los matices emocionales y personales de los protagonistas.

Nolan ha cogido lo mejor de la Ciencia Ficción y se lo devuelve al espectador de forma magistralA diferencia de otras películas del género, que utilizan la cronología temporal para enmascarar las licencias que se toman, no hay fechas, y es imposible para espectador situar los acontecimiento de Interstellar en un espacio temporal concreto sin jugar al juego que propone la propia cinta; eso sí, se sitúa en una suerte de época presente, o al menos, similar a la nuestra. Es un futuro sin fecha que retrata el devenir de una civilización que lleva desde el inicio de su existencia jugando a ser dios sin tener en consideración su medio, su lugar en un planeta -el nuestro-, que le ha sido prestado y del que el hombre no es dueño.

Contando con que inevitablemente veía guiños constantes a 2001: A Space Odyssey en la cinta de Nolan, ni la narración ni los escenarios tienen nada que ver. Es un metraje que vive de la influencia del cine los años 60s para llevarnos a un universo distópico -pero muy sencillo y real- en el que la humanidad está en serios problemas.

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Por eso, el planteamiento Interstellar es totalmente diferente a lo que hemos visto hasta ahora. Es un viaje espacial, temporal y emocional en el que se combina la mejor ficción con un gran nivel de precisión técnica y científica. De hecho, es tan técnica que en ocasiones puede hacer que el espectador se pierda, incluso, simplificando al máximo las explicaciones científicas que pretenden ser el hilo conductor de la cinta.

Este uso, en ocasiones desmedido, de la ciencia en la cinta -en la que se ven grandes dosis de relatividad, universos y espacios temporales- también tiene su parte negativa y tiene que ver con el tratamiento de los personajes, que en esta ocasión necesitaban ser mucho más emocionales que otras obras del director por razones más que obvias. En Inception, Memento o The Dark Knigh no era necesario que los personajes tuviesen una carga emocional demasiado dura, puesto que el protagonista de la cinta era más la trama que los propios personajes, quitando algunas excepciones como Joker. La historia que se cuenta y no quién y cómo la cuenta.

La ciencia sirve de puente entre la trama y los lazos emocionales de los protagonistasInsterestellar es todo lo contrario. En conjunto, la fusión de la carga emocional de los personajes -y los personajes en sí- es igual de importantes que la ciencia para la trama. No puede contarse una historia sobre la humanidad si los protagonistas no son lo suficientemente humanos. Y en este caso Nolan ha dado un salto de gigante. Las actuaciones del elenco del fime se encuentran entre las mejores de todas las películas del director, con un McConaughey y una Jessica Chastain excelentes, como ya nos tienen acostumbrando ambos desde Dallas Buyers Club y Zero Dark Thiry respectivamente, y hacen que el drama humano funcione especialmente bien en la película y se fusione con su parte más técnica.

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Todo ello se combina con una fotografía, a mi entender, espectacular y con muchos contrastes: una combinación de elementos reales para crear armoniosos; una Tierra gris, un universo brillante. De hecho, siguiendo con la calidad científica de la cinta de Nolan, la mayoría de elementos fantásticos no lo son, sino que parten de una base científica y de modelos matemáticos. El agujero negro es quizás, su mayor exponente, y está retratado por primera vez como la ciencia dice que es, y no como las licencias cinematográficas consideran que tiene que ser para que quede bonito en pantalla.

La banda sonora se merece un apartado aparte. La música de Hans Zimmer es una de las señas de identidad de las películas de Nolan, y lo cierto es que está magistralmente encajada en Insterstellar. Además, sirve para mantener la atención en las -pocas- partes más bajas de la cinta, a la vez genera mayor atención en el momento álgido, haciendo que nuestras emociones se fusionen con las de los personajes. Su carencia, además, en las escenas espaciales, al igual que Gravity o 2001: A Space Odyssey, no hacen sino que crear una armonía que funciona de forma magistral a lo largo del filme y que son una suerte de pausas tras los momentos más tensos de la cinta, algo de agradecer durante las más de dos horas y media que dura. En este sentido, tan importante son las intenciones de Nolan como la música de Zimmer que las refuerza.

El viaje

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Como seguramente hayas leído unas cuantas lineas más arriba -y varias veces- Interstellar es un viaje. Así está planteada y así Nola nos la cuenta; y lo cierto es que a mí, que me ha emocionado tras salir de cine como hacia tiempo que una película no lo hacia, no se me ocurre mejor palabra para definirla.

Interstellar, está planteada como el viaje del ser humano para evitar su extinción, provocada por su propio egoísmo. Un viaje que cuenta la relación entre un padre y su hija a través de la ciencia, la astronomía y la física, donde el amor puede explicarse con una formula matemática extraída del horizonte de sucesos a través del corazón de un agujero negro, pero no por ello pierde ni un ápice del realismo que se puede esperar para una historia de este tipo.

Este viaje se plantea como una epopeya sobre lo finito del ser humano y sobre el egoísmo de creer que la Tierra nos pertenece, en el que sin concretar una fecha la raza humana está al borde del desastre y de la extinción, y cuya única salida es mirar a las estrellas y tener la valentía de pasar por un agujero negro y buscar otros mundos en los que la vida, como la conocemos, pueda florecer, o al menos, sobrevivir.

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Combinando esta moralina -necesaria y suficiente para emocionar a muchos- que se justifica por si sola y en la que se basa la trama, tenemos la inclusión de la ciencia de los viajes espaciales contada de una forma sublime, casi divulgativa, y de la que el propio Sagan estaría orgulloso. El viaje de Cooper (McConaughey) se cuenta través de lo que la ciencia actual conoce. Clara es la influencia, como he mencionado al principio, de la carrera de Kip Thorne -parte de la producción- como físico teórico, así como sus lecciones sobre física gravitacional y astrofísica, que han convertido el viaje de Nolan en una premonición de lo que podrían ser los viajes espaciales cuando el hombre pueda ir más allá de nuestro satélite.

Un viaje que relata con total precisión y escasa modestia que nuestro único destino es ser aquellos chicos que miran a las estrellas sentados en el porche de una granja cuya tierra se nos ha prestado pero que no nos pertenece, mientras suenan las notas escritas por Hans Zimmer y que poco a poco se vas desvaneciendo en un universo que carece de sonido.

Es una película de gran ambición, tal como la define el propio Nolan, que sale de la zona de confort con una historia que funciona en sí misma como el descubrimiento de un lugar mejor en el que vivir, y como una nueva forma de hacer cine para el director. El deseo de explorar y descubrir, tanto a si mismo y como al espectador, a través de su trama argumental. La búsqueda de un propósito que sirva para conectar a los niños que miran las estrellas a través del tiempo y el espacio.

¿Tiene fallos? por supuesto, ninguna película es perfecta, pero lo cierto es el conjunto es sobresaliente y merece estar en lo más alto del escalafón de las grandes películas de ciencia ficción. A voz de pronto, hay partes de la trama que no terminan de encajar en el conjunto, y que quizás puedan enturbiar la forma de contar la historia -sobre todo la futura- pero necesarias para aportar una coherencia que muchos espectadores esperan después de unas lecciones de física, algo complicadas para los menos versados en la materia, que sin duda alimentarán las ganas del espectador por llegar a casa, buscar un libro y aprender un poco más de las estrellas que iluminan nuestro firmamento, porque puede ser que el día de mañana, sean las que salven a la humanidad.

No entres dócil en esa buena noche, la vejez debería arder y enfurecerse al concluir el día; enfurecerse, enfurecerse contra la muerte de la luz. Aunque al llegar su fin los sabios sepan que la oscuridad es justa, ya que sus palabras no desviaron el relámpago, no entran dóciles en esa buena noche. Los hombres buenos, por ser los últimos, al lamentar lo mucho que podrían haber brillado sus obras frágiles se enfurecen, se enfurecen contra la muerte de la luz. — Dylan Thomas

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Conclusión

Interstellar es, definitivamente, la mejor película de Nolan hasta la fecha; un enfoque totalmente distinto a lo que nos tiene acostumbrado el director. De hecho, me atrevería a decir que tiene bastantes papeletas para convertirse en la ópera prima de nuestra generación, tal como 2001: A Space Odyssey lo fue de la suya.

Una cinta ya que está en los puestos más altos de las grandes epopeyas del cine en lo que a viajes espaciales se refiere, y una historia que se merece sea trasladada al papel de la misma forma que las grandes obras literarias acaban en la gran pantalla. No es la mejor película de ciencia ficción de la historia, pero allana el camino para cuando llegue, si es que llega. Nolan, de la mano de la ciencia, ha cambiado la forma de hacer ciencia ficción, y nosotros le estaremos, por siempre, agradecidos.

En pocas palabras, Interstellar es la intersección entre la cultura, la ciencia, el cine y las emociones. La intersección que el séptimo arte no había visto desde el 1 de enero de 1968.

Pros

  • Una historia emocionante y a la vez muy dura.
  • Uso, sin ningún miedo, de términos científicos y astrofísicos durante toda la película.
  • Banda sonora y fotografía.
  • Balance entre carga emocional y científica.
  • Interpretaciones de los personajes.

Contras

  • Narrativa con partes algo confusas.
  • Prisas por cerrar un epílogo que necesita más tiempo.

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