En pleno boom de las remasterizaciones no podía faltar la última aventura de Dante. Mayor resolución, el doble de fotogramas y una gran cantidad de extras son los alicientes de la versión definitiva de este genial reinicio.Cuando Ninja Theory anunció que iba a meter mano en Devil May Cry no se paralizó el mundo, pero casi. Los fans de la saga de Capcom no querían saber nada de los británicos, entre otras cosas por precedentes como Heavenly Sword o Enslaved. Y es que, junto con Ninja Gaiden, Devil May Cry estableció las bases de los hack’n slash modernos, nadie podía mancillar esa leyenda. Pero sin duda, la gota que colmó el vaso no fue el anuncio del reinicio, sino el aspecto del nuevo Dante. De pelo corto, oscuro y con estética “emo”. No es que el original fuera un chico ejemplar, pero a priori, cambiamos a un héroe carismático y burlón por un niñato.

El tiempo, afortunadamente, dio la razón a los escépticos. Ninja Theory completó probablemente su mejor trabajo, y DmC no solo fue un juego notable, sino que además no desentonó en absoluto con la tónica de la saga. Vale que al sistema de lucha le faltó profundidad, y que en general no existía un gran reto, ni siquiera en los niveles de dificultad más altos, pero por otra parte añadió un toque de frescura gracias a las secciones de plataformas. En definitiva, gustó más de lo que podía parecer leyendo los comentarios previos a la salida. Esta mezcla entre críticas y alabanzas nos ha llevado hasta aquí, en una nueva remasterización. Nadie la esperaba, pero el resultado ha sorprendido a propios y extraños, empezando por mí, ya que la idea de jugarlo de nuevo no me seducía demasiado.

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Empezamos por las novedades más directas, que son evidentemente las técnicas. DmC ha experimentado un lavado de cara lógico, que va desde la resolución (1920x1080) hasta los fotogramas (60, con algún bajón en PS4). Las texturas no han ganado nitidez y la baja carga poligonal de algunos modelados es evidente, pero todo eso pasa a un segundo plano cuando el combate empieza a fluir. Los 60 fps son un regalo caído del cielo, una seña de identidad de la saga que se tiró por el retrete en las consolas de la pasada generación a favor del detalle que proporcionó el Unreal Engine 3. Con esta versión por fin podemos disfrutar de una experiencia similar a la de PC, y en un hack’n slash se nos antoja casi obligado debido a la precisión que exigen los golpes. Más allá de la esperada actualización de rendimiento, estamos ante el mismo juego que ya disfrutamos en 2013, con, eso sí, todos los DLCs y algún que otro extra bastante interesante.dmcLo primero a destacar es la campaña de Vergil, hermano de Dante. Desde aquí no recomendamos que os lancéis directamente a por esta aventura, ya que empieza justo en el tramo final de DmC, por lo que si no habéis jugado, elegid primero al bueno de Dante. Esta campaña secundaria se trata ni más ni menos que del descargable “La caída de Vergil”, un descenso a los infiernos del hijo de Sparda buscando respuestas. El manejo de este personaje es muy similar al de Dante, pero pronto nos daremos cuenta de algunas carencias que lo vuelven ligeramente más tosco, requiriendo un aprendizaje que nos llevará unas horas hasta dominarlo.

Otra de las grandes novedades es el modo difícil. Quizás la palabra más correcta para definir esta opción sea “clásico”, ya que retoca casi por completo el gameplay para acercarlo a los Devil May Cry originales. Esto quiere decir que además de ponernos las cosas más complicadas por la dureza de los enemigos, no nos será tan fácil aumentar el marcador de combos. También se ha aprovechado para equilibrar algunas armas, reduciendo el daño de las más letales y aumentando el de otras cuyo uso no pasaba de lo marginal. Han reunido todo el feedback de los fans para ir cambiando de aquí y de allá hasta dejarlo como debió ser en un principio. Incluso las batallas contra los jefes se han visto alteradas para que no sean tan “automatizadas”. Este lavado de cara es sin duda mucho más delicado que el técnico, y por las horas que le hemos dedicado, nos ha llegado a entusiasmar el mimo con el que se trataron ciertos aspectos. Hasta los coleccionables están en lugares diferentes para que volvamos a explorar el escenario.

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Tampoco faltan extras como nuevos trajes, otros niveles de dificultad que no nos permiten usar objetos o dañar al enemigo hasta que consigamos la valoración S, o el curioso modo Turbo. Éste aumenta la velocidad del juego en un 20%, poniendo a prueba al jugador a la hora de conseguir combinar correctamente para que la coreografía sea impecable. Se puede activar al principio de cada fase, y añade un punto más de tensión a un juego que nos pide concentración y habilidad máxima si queremos terminar cada combate con una gran puntuación. Desgraciadamente, estos cambios, que parecen hechos por y para fans, no consiguen arreglar el tramo final de la aventura, falto de ideas jugables al haber retorcido por completo todas las mecánicas existentes. De todas maneras, DmC, más allá de los estético, fue penalizado por su poca profundidad, algo que aquí se ha arreglado con creces, por lo que si antes nos encontramos con un buen juego, ahora se sitúa a la altura de los mejores del género. Para terminar con las mejoras puramente jugables, por fin tenemos un botón con el que bloquear objetivos, añadiendo además un gráfico con la barra de vida del mismo, para calcular en todo momento cuál es el enemigo prioritario.

El apartado artístico sigue siendo envidiable, así como el sonoro, con una buena banda sonora y un doblaje al castellano que cumple y en el que desgraciadamente falla la sincronización labial, como en muchos títulos que vienen localizados. Como podéis leer, todas las novedades se centran en aquellos que supieron verle carencias al original. Por lo que, lamentablemente, solo se puede recomendar al mayor de los fans, o por el contrario, a aquellos que no lo hayan jugado anteriormente y quieran disfrutar de un gran juego de acción. Los que ya le dieron una oportunidad hace un par de años no van a encontrar contenido inédito más allá del descargable centrado en Vergil y variedad de trajes y modos de dificultad.

Conclusión

DmC: Definitive Edition es una remasterización más que correcta. Da el salto a la nueva generación con novedades obligadas como la nueva resolución y los 60 fotogramas por segundo, imprescindibles en un hack’n slash que quiere ser referente. Además, retoca el sistema de combate para equilibrarlo y añade nuevos niveles de dificultad y un modo Turbo, para que la experiencia se acerque más que nunca a la brillantez de los originales.

Sin embargo, y más allá del descargable de Vergil, no hay contenido nuevo. La aventura de los hermanos Sparda sigue siendo la misma que ya disfrutamos en 2013, y ni siquiera se ha retocado el apartado visual aparte de lo nombrado. Por lo tanto, nos hemos encontrado con un producto ideal para los más forofos de la saga y una edición más que recomendable para los que no lo jugaron en su día.

Pros

  • 1080p y sobre todo 60 fotogramas por segundo que saben a gloria
  • Se ha equilibrado en lo jugable para que nada chirríe
  • Nuevos modos de dificultad para los más expertos
  • Todos los DLCs (campaña de Vergil) y cantidad de coleccionables

Contras

  • No hay novedades en lo visual más allá de la resolución y rendimiento
  • Pocos alicientes si lo jugaste recientemente

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