El pasado septiembre Lenovo renovó una de las líneas importantes de su catálogo. Lanzó el Lenovo Yoga Slim 7i Aura Edition, un ordenador portátil ultradelgado con un enfoque especial en el diseño, la pantalla, el rendimiento y la batería. Desde ese momento se situó como una de las grandes alternativas al MacBook Pro, los Asus ZenBook, los MSI Prestige y, por qué no, a más de una tablet convertible firmada por HP.
De hecho, Lenovo ha sabido recoger lo mejor de cada una de estas marcas para imponerse en muchos de los apartados clave y destacar. Un servidor ha estado probando el Yoga Slim 7i durante las últimas semanas para contarte cómo es, qué cosas me han gustado, cómo se comporta en situaciones complicadas y aclararte esos detalles que pueden ayudarte a tomar una u otra decisión.
Además, parece que he acertado de lleno al momento de publicar este análisis, pues echando un vistazo a la web de Lenovo me he topado con un precio en oferta que lo convierte en una opción algo más atractiva. En la configuración de 16 GB de RAM y 1 TB de almacenamiento es posible comprar este Yoga Slim 7i por unos 1.400 euros.
Por supuesto, es un precio elevado que supera por mucho la barrera de los 1.000 euros, pero debes tener en cuenta que Lenovo ha concebido este portátil como una opción muy capaz a la hora de rendir y que también presume de un diseño sumamente cuidado, dos detalles que cuando se juntan suelen venir acompañados de cifras al alza.

La línea Yoga no decepciona
Si no estás muy familiarizado con las diferentes series de Lenovo, simplemente debes saber que la línea Yoga es una de las más mimadas en cuanto a diseño. Los portátiles con este nombre se sitúan en la gama más alta, priorizando una estética muy atractiva a la vez que funcional. Los materiales de construcción premium, el mínimo grosor y los acabados detallistas se funden a la perfección con una serie de características ideales para trabajar, jugar y disfrutar.
El Yoga Slim 7i cumple a la perfección con esta dinámica y ofrece un cuerpo fabricado completamente en aluminio, unas aristas perfectamente rematadas, un peso de solo 1,48 kg y un grosor que recuerda al de un cuaderno: no llega a los 14 mm, poco más que un móvil.
La evolución de Lenovo está muy presente en este ordenador, que rezuma calidad por los cuatro costados y se acerca peligrosamente a las calidades que encontramos en productos de Apple o las gamas más altas de Asus. Eso sí: no es perfecto, y todavía hay aspectos que se pueden pulir, como por ejemplo, el hecho de tener que abrir el PC utilizando las dos manos: una para levantar la pantalla y otra para sostener la parte inferior.
Por otro lado, el Yoga Slim 7i ofrece soluciones interesantísimas y tan útiles como un interruptor para activar o desactivar la webcam, para así no tener que recurrir a pegatinas o artilugios extraños.

En términos de usabilidad y diseño, se podría decir que Lenovo ha logrado crear un gran portátil con el Yoga Slim 7i. Ofrece la practicidad de un equipo compacto, ligero y fino, a la vez que permite disfrutar de materiales como el aluminio o detalles como una bisagra verdaderamente contundente. Todo en un mismo conjunto elegante y con muchas sorpresas en el interior.
He disfrutado muchísimo la pantalla del Lenovo Yoga Slim 7i
Que el portátil sea compacto no le ha impedido a Lenovo incluir un panel de 15,3 pulgadas. Este está muy optimizado, tiene unos biseles bastante reducidos, esquinas redondeadas y una integración sublime entre los bordes negros y el último píxel de la pantalla. Además, no solo presume de diagonal, también de una resolución 2,8K (2.880 x 1.800), una tasa de refresco de 120 Hz y un brillo de 500 nits que, si bien puede no parecer demasiado, ya te adelanto que consigue picos más brillantes para situaciones en las que es necesario.
Para rematar la jugada, Lenovo ha decidido incluir un panel táctil en este modelo, un detalle que encarece el precio final del dispositivo, pero que para muchos ya es imprescindible en equipos de este calibre. En este sentido, la tactilidad es perfecta en todas las zonas de la pantalla, y la precisión, incluso en los elementos más pequeños de la interfaz, cumple con nota alta.

En cuanto a la calidad visual del panel, tengo pocas quejas apuntadas en mi libreta. Es una pantalla digna de la gama alta, y así lo refleja su brillo, los colores que muestra y la increíble nitidez que ofrece. Todo se ve a la perfección, y aunque no estamos ante un panel OLED —cada vez más comunes en los portátiles premiun—, el conjunto IPS arroja unos resultados de altura.
Es un panel perfecto para consumir contenido, pero gana aún más terreno a la hora de utilizar herramientas profesionales de edición de vídeo y fotografía. Si bien la tecnología HDR 400 no es el estándar ideal para los profesionales, Lenovo ha clavado una cobertura del 100% en espacio de color DCI-P3. Además de apoyar la precisión de este rango dinámico con la tecnología Delta E 1.
Como digo, no es lo ideal para etalonar vídeo o hacer correcciones de color profesionales, pero la falta de algunas tecnologías se suple muy bien con una buena gestión en la calibración de color por parte de Lenovo. Y aunque lo ideal hubiese sido optar por una pantalla con Dolby Vision, un mínimo de 10-bit y la precisión de color que ya tiene, estas características enfocadas en trabajos más específicos suelen estar reservadas para portátiles en otros rangos de precios.
En el día a día es un gran panel, y creo firmemente que buena parte de los usuarios están contentos con sus resultados en color, brillo y nitidez, aunque no todo son buenas noticias: este Yoga Slim 7i tiene una característica que condiciona un poco la experiencia. El revestimiento de la pantalla es brillante, una decisión que Lenovo probablemente ha tomado para mejorar la respuesta táctil, pero que arruina la visualización en exteriores.
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Y es que, a pesar de ofrecer un pico de brillo potente, este no se mantiene en el tiempo —sobre todo si estás en modo portátil utilizando la batería— y baja considerablemente pasados unos minutos de actividad al aire libre. Y es justo ahí, donde aparece uno de los problemas de este Yoga Slim 7i, los reflejos de la pantalla.

¿Es un motivo para descartarlo? Pienso que no, aunque todo depende del uso que vayas a darle a este portátil. Si vas a utilizarlo constante en la calle y a plena luz del día, puede que sea buena idea pensar en otras opciones con revestimiento mate o un brillo más considerable, pues de lo contrario estarás siempre luchando para ver correctamente el contenido.
Ahora bien, a modo de resumen, la pantalla de este Yoga Slim 7i, sobre todo para los fans de los paneles táctiles, es una gran apuesta, tiene un buen equilibrio entre calidad y tecnologías, y aunque le faltan algunos detalles más enfocados en los profesionales, Lenovo ha sabido suplirlos bien reforzando otros aspectos.
Potencia a cargo de Intel y mucha IA
¿Cómo se comporta este Lenovo Yoga Slim 7i? De nuevo, puedo achacarle pocos defectos en términos de rendimiento. La unidad que estoy probando incluye un procesador Intel Core Ultra 7 (256V) de segunda generación, un chip basado en la arquitectura Arrow Lake que está enfocada en la eficiencia, los consumos y la potencia bruta cuando se habla de IA.
Da igual qué versión de almacenamiento y RAM elijas: todas, independientemente de su capacidad, llegan con un chip SSD M2 2242 PCIe Gen4 y RAM LPDRR5X soldada a la placa con una velocidad de 8.533 MHz. Aquí Lenovo da una de cal y otra de arena, pues el disco duro, si bien es rápido, no se encuentra entre las mejores opciones del mercado actual. Todo lo contrario al hablar de la memoria volátil, que sí es una de las top del panorama.
En el día a día, este conjunto ofrece una extraordinaria experiencia. El ordenador es rapidísimo, abre cualquier programa con soltura, realiza tareas más complejas de forma veloz y no sufre prácticamente ralentizaciones. He editado fotografías pesadas y vídeo 4K en programas como Davinci Resolve con total fluidez y tiempos de renderizado acorde a lo que esperas de un ordenador de 1.500 euros.
Además, la gestión de las temperaturas es sublime. El Yoga Slim 7i rara vez se calienta en exceso y casi siempre está frío al tacto. Esto es algo muy positivo, aunque viene supeditado por una, a mi parecer, precoz activación de los ventiladores. Un par de pestañas en Chrome y Photoshop abierto en segundo plano es suficiente para dar paso a la refrigeración activa.
Esta es silenciosa, y aunque apenas molesta, para mí Lenovo ha sido demasiado conservadora en este apartado. Como digo, no es un problema como tal, pues esta previsión mantiene el portátil fresco casi siempre, pero debes tener en cuenta que, si sueles utilizar programas ligeramente pesados, tendrás que convivir con la ventilación activa buena parte del tiempo.

Volviendo al rendimiento y las capacidades de este portátil, lo cierto es que Lenovo e Intel han hecho un buen trabajo. No solo en materia de IA, donde el Core Ultra 7 saca a relucir su unidad de procesamiento neuronal con 40 TOPS, también destaca sorprendentemente en eficiencia. Ambas compañías han sacrificado algo de potencia bruta respecto a la competencia—según arrojan algunos benchmarks—, pero lo han paliado con una autonomía sublime.
El Yoga Slim 7i cuenta con una contundente batería de 70 Wh y 4 celdas, que sumada a la eficiencia del procesador consiguen una de las autonomías referentes del sector. No exagero lo más mínimo: he pasado jornadas editando en Photoshop, redactando artículos, escuchando música y utilizando varios periféricos conectados vía Bluetooth, y el comportamiento de la batería ha sido exquisito.
No es infinita, ni mucho menos, pero ese pequeño recorte en la potencia —que solo se nota si pones a la competencia al lado y ejecutas programas— hace que el apartado de la autonomía brille y destaque muy positivamente. Por supuesto, cada persona es un mundo, pero estoy bastante seguro de que con este Yoga Slim 7i vas a poder despreocuparte del cargador durante toda la jornada.

Las cositas del Lenovo Yoga Slim 7i
Como te he comentado al principio, este Yoga Slim 7i destaca por ofrecer un muy buen equilibrio entre potencia, diseño, pantalla y autonomía, aunque hay otros apartados en los que Lenovo también ha puesto cariño y parte de su experiencia fabricando equipos de primer nivel.
Un buen ejemplo es el teclado, que ofrece un recorrido corto y preciso muy agradable. Es fácil adaptarse a escribir con él, las teclas son suaves al tacto y la iluminación, si bien puede ser un poco alta en el modo más tenue, cumple con creces. Este no suele ser un punto fuerte de los ordenadores portátiles, pero Lenovo siempre ha destacado por incluir buenos teclados en los ThinkPad, que ahora, también llegan a los Yoga.
No puedo hablar tan bien el trackpad, que sin ser malo, tampoco destaca demasiado ni está al nivel de otros componentes o acabados. Tiene un buen tamaño y los gestos de Windows los reconoce a la perfección, pero creo que en un portátil de este nivel es hora de dejar los trackpads mecánicos a un lado y optar por los hápticos. De hecho, su principal competencia hace tiempo que hizo este cambio.
Vuelvo a algo que me encanta. La distribución de puertos y sus tecnologías es muy buena. Lenovo sabe lo que es útil y lo que no, y buena muestra de ello son sus dos conexiones USB C Thunderbolt 4 —una a cada lado—, el USB A 3.2, el HDMI 2.1 y el jack 3.5 mm. ¿Se le podría pedir un lector de tarjetas SD para rematar la jugada? Sí, pero esto no es un ThinkPad, recuerda.
Por último, uno de los mejores apartados que he podido encontrar en este Lenovo Yoga Slim 7i —y otro que lo sitúa como un referente en el sector de los portátiles ultrafinos—. Incluye dos altavoces en la parte inferior y otros dos en la zona superior, además de unas amplias rejillas en ambas zonas. Esto, sumado a unas cajas de resonancia amplias y a la inclusión de Dolby Atmos, hacen del audio de este portátil uno de los mejores que he probado.
Su claridad es increíble, tiene muchísimo volumen y, aunque puede pecar de abusar un poco de los graves, no distorsiona lo más mínimo cuando quieres subir la potencia al máximo. Y es que, aunque el rumbo de la tecnología cada vez está más enfocado en el uso de auriculares —aquí tampoco se queda corto con Bluetooth 5.4—, para cierta parte de los usuarios sigue siendo importante tener unos buenos altavoces en su equipo. Aquí el Yoga Slim 7i gana por goleada a su competencia, eso sin dudarlo.

¿Merece la pena este Lenovo Yoga Slim 7i?
Pues bien, tras probar este Lenovo Yoga Slim 7i durante unas cuantas semanas, y utilizarlo como sustituto de mi MacBook, puedo recomendarlo ampliamente —sobre todo ahora que ha bajado de precio— a todos aquellos que necesiten un portátil con un diseño compacto y de calidad, un buen rendimiento para ejecutar apps de forma profesional, una autonomía para no tener que preocuparse por el cargador y, por encima de todo, un equipo con pantalla táctil.
¿No le vas a sacar partido a la pantalla táctil? Entonces este dispositivo, si bien es una muy buena opción, condiciona parte de su elevado precio y características al hecho de ser táctil. Optar por una opción sin este detalle te permitirá una de estas dos cosas: rebajar el precio unos cuantos cientos de euros o aumentar la calidad del panel con tecnologías como la OLED, Dolby Vision o la inclusión de un vidrio texturizado para evitar los reflejos.
¿Crees que vas a poder sacarle partido a la pantalla táctil? Entonces se sitúa como una compra a tener en cuenta dentro del segmento de portátiles ultradelgados que cuidan el diseño y no sacrifican detalles como la autonomía.
Y, respondiendo a la pregunta del principio, aunque los MacBook luchan también con la baza del ecosistema, este Lenovo Yoga Slim 7i me parece una alternativa que, al menos, deberías tener en cuenta. En él encontrarás muchos detalles que siempre se han repetido en los portátiles de Apple: una gran autonomía, un buen sonido, una pantalla decente y una calidad de construcción sublime.