Hay personas que prefieren a los perros y otras que son más de gatos. Sin embargo, en lo que a conexión se refiere, no podemos negar que solemos conectar mucho más con los primeros que con los segundos. Y la cuestión es que no se trata solo de una conexión emocional o metafórica, sino de algo totalmente medible. Cuando un humano y un perro se miran a los ojos, sus cerebros se conectan.
Es la conclusión de un estudio publicado recientemente por científicos chinos. Realmente, ya se sabía que acariciar a un perro activa zonas muy concretas del cerebro. Estudios anteriores señalan que aumenta notablemente la actividad en el lóbulo prefrontal. Esta es una región encargada de la atención. Cuando acariciamos a nuestro perros, le prestamos atención. ¿Pero qué pasa en su cerebro mientras tanto?
Eso es lo que querían saber estos científicos. Para ello, llevaron a cabo un pequeño experimento en el que han concluido que la actividad cerebral que se genera es recíproca y que, en realidad, esa conexión es todavía mayor cuando los dos amigos, humano y peludo, se miran a los ojos.
Conexión entre amigos
En este estudio participaron 10 humanos y 10 perros de raza beagle. Previamente no se conocían. Sin embargo, para el estudio se hicieron parejas de perros y humanos y se dejó que se conocieran durante 5 días.
En ese tiempo, se pidió a los humanos que interaccionasen con los perros de distintas formas, entre las que se encontraba acariciarlos y mirarlos a los ojos. Además, se colocaron electrodos tanto en los humanos como en los perros para medir su actividad cerebral. Así, se vio que, como ya señaló aquel estudio anterior, cuando los humanos acariciaban a los perros aumentaba la actividad en el lóbulo prefrontal. Pero lo que aún no sabían es que ocurriría exactamente lo mismo en el cerebro de los canes.
El vínculo con las caricias estaba claro, pero no resultó ser el más fuerte. Cuando humanos y perros se miraron a los ojos, aumentó la actividad en varias regiones frontales y parietales. Sus cerebros estaban claramente conectados, con la misma actividad cerebral para regiones asociadas a la atención, la percepción o la información sensitiva en campos visuales.

Al ver esto, los científicos probaron a pedir a los humanos que acariciasen a los perros mientras les miraban a los ojos. El vínculo fue muchísimo más grande.
¿Quiénes fueron antes? ¿Los perros o los humanos?
Al analizar la actividad cerebral medida con los electrodos, la conexión parece prácticamente simultánea. Sin embargo, estos científicos sospechaban que la actividad cerebral se iniciaría en uno de los cerebros y luego pasaría al otro. Para comprobarlo, desarrollaron un algoritmo matemático capaz de determinar cambios en escalas de tiempo muy pequeñas. Así se vio que, en realidad, esa actividad cerebral tan representativa empieza en el cerebro de los humanos y, después, se contagia al de los perros.
Cuanto más amigos, mejor
Algo que también llamó la atención de este estudio es que la conexión entre cerebros aumentaba a medida que los humanos y los perros se conocían. Cuanto mayor era su vínculo, más parecida era su actividad cerebral. Esto es prácticamente la demostración de por qué el perro es el mejor amigo del ser humano.

Los perros pueden ayudar a entender los TEA
Uno de los síntomas principales de buena parte de los trastornos del espectro autista (TEA) es el déficit en la cognición social. Se define como cognición social el conjunto de procesos cognitivos y emocionales mediante los cuales interpretamos, analizamos, recordamos y empleamos la información sobre el mundo social. En resumen, la forma en la que nos percibimos a nosotros mismos y a las personas que nos rodean y cómo influye eso en la forma en que nos relacionamos con ellas.
Se cree que ese déficit en la cognición social puede deberse a una falta de sincronización cerebral. Hace tiempo que se sabe que las personas que se relacionan entre sí pueden conectar su actividad cerebral. Lo de los perros es nuevo, pero la relación entre humanos se conocía. Si los humanos con TEA pueden tener ciertas dificultades para realizar esa conexión, ¿pasaría lo mismo con los perros con TEA?
Para responder a esta pregunta, los autores del estudio repitieron el experimento con algunos perros con síntomas compatibles con los de los TEA en humanos. Así, vieron que la conexión con el cerebro de los humanos era muchísimo menor.
¿Se puede solucionar?
Estudios en ratones han demostrado que una dosis baja y controlada de LSD puede mejorar el comportamiento social de los ratones con rasgos TEA. Por eso, probaron a dar una dosis de este psicodélico a los perros antes de repetir el estudio. Como ya intuían, la conexión cerebral con los humanos fue mucho mejor.
No olvidemos que el LSD es una droga y que jamás debe tomarse sin supervisión. Aun así, podría ser una vía de tratamiento en un futuro. Estos perros lo han demostrado. Habría que repetir la investigación con una muestra mucho mayor de participantes, pero sin duda es un buen comienzo. Y es que el objetivo de este estudio no es demostrar por qué darías prácticamente tu vida por tu perro. También tiene aplicaciones en el tratamiento de los TEA.