Vivimos en una sociedad en la que se da tanta importancia a la productividad que a veces nos olvidamos de vivir. Eso genera un estrés mantenido, que a la larga puede provocar una elevación excesiva de nuestros niveles de cortisol, con el consiguiente abanico variado de síntomas. Hace unos años, todo esto nos habría sonado a chino, pero la realidad es que el cortisol es ya un término con el que estamos muy familiarizados. Eso sí, quizás no nos hemos familiarizado de la forma más adecuada. Últimamente se habla mucho sobre la intoxicación de cortisol. Hay retiros espirituales que prometen desintoxicarnos e incluso psiquiatras influencers que aseguran que puedes divorciarte por culpa de una intoxicación de cortisol. Son extremos diferentes, pero igualmente equivocados. Y es que el cortisol no nos intoxica. De hecho, es una hormona muy necesaria para nosotros.
Este tipo de mensajes pueden ser muy dañinos. Pueden incluso generar culpabilidad. Si tengo una intoxicación de cortisol es porque no he sabido evadirme del estrés. Podría haber ido a un retiro de desintoxicación y no lo hice. ¿Me estoy envenenando?
Para responder a estas preguntas es importante entender, por un lado, qué es el cortisol y, por otro, qué es una intoxicación. Es la mejor manera de comprender que hablar de una intoxicación de cortisol no tiene sentido por muchísimos motivos. Digan lo que digan los organizadores de retiros y algunos influencers de la psiquiatría.
El cortisol es necesario para ti
El cortisol es una hormona esteroidea producida por unas glándulas ubicadas sobre los riñones, conocidas como glándulas suprarrenales.
Ayuda a regular la respuesta del cuerpo al estrés. Por lo tanto, si no pudiésemos producir cortisol, el estrés sí que sería un problema grave. Esta regulación la lleva a cabo de varias formas. Por ejemplo, regula la presión arterial para que no sea demasiado alta ni demasiado baja, estimula la liberación de glucosa desde el hígado para proporcionarnos un chute de energía que nos ayude a salir de la situación de estrés e incluso controla el uso de carbohidratos, grasas y proteínas por parte del cuerpo para maximizar esa energía. También reduce la inflamación para compensar la que podría causarnos el estrés e interviene en el control de los ritmos circadianos para que podamos dormir adecuadamente.

Todo esto ocurre en situaciones agudas de estrés o ansiedad. El problema llega cuando tenemos un estrés mantenido. En ese caso, puede que el cuerpo deje de responder al cortisol con normalidad. Se acostumbra a él, por lo que debe generarse más, y entonces se produce un desbalance poco saludable. La presión arterial puede subir demasiado, la inflamación, lejos de reducirse, aumenta, los niveles de azúcar se elevan demasiado…
En ese punto, el cortisol deja de ser saludable. Pero exactamente del mismo modo que ocurre si, por ejemplo, tomamos una sobredosis de vitamina A o D. La inmensa mayoría de sustancias que son beneficiosas para nuestro organismo tienen una dosis concreta a las que optimizan sus efectos. Por encima puede ocurrir todo lo contrario. ¿Podemos hablar entonces de intoxicación de cortisol? Se puede responder con otra pregunta. ¿Podemos hablar de intoxicación de vitamina A?
Vale, ¿pero qué es una intoxicación?
Por definición, una intoxicación se produce cuando una sustancia tóxica nos enferma. Estas sustancias pueden ser compuestos químicos sintéticos; ya que, cuando tienen un origen biológico, se les suele conocer como toxinas. Se denomina así a una sustancia producida por un organismo vivo, capaz de desencadenar la respuesta de nuestro sistema inmunitario.
Por lo tanto, no podemos intoxicarnos a nosotros mismos. Una sustancia producida por nuestro organismo puede ser perjudicial si se sintetiza en exceso, pero no nos envenena ni nos intoxica.
No existe la intoxicación de cortisol
El cortisol se sintetiza en nuestro propio organismo, encima de los riñones. Por lo tanto, no genera una respuesta del sistema inmunitario. Es cierto que a dosis elevadas puede provocar inflamación. Pero no porque el sistema inmunitario le ataque como agente extraño, sino porque se ha sobreestimulado.
Por lo tanto, cuando tenemos un estrés mantenido en el tiempo, los niveles elevados de esta hormona pueden causarnos síntomas que debemos prevenir. Pero no porque se haya producido una intoxicación de cortisol. No estamos intoxicados. Y, sobre todo, al contrario de lo que ocurre con muchas intoxicaciones, esto no nos nublará el entendimiento. Nuestras decisiones, buenas o malas, no dependen del cortisol. Todos nuestros males no son culpa del cortisol. De hecho, el estrés a menudo se debe a problemas sociales y estructurales. Esos son los verdaderos culpables.

El cortisol solo se libera para intentar poner solución a nuestro malestar, pero se desborda ante tantos problemas. No tenemos que ir a un retiro de desintoxicación. Tenemos que buscar la conciliación, pedir una subida de sueldo o dejar a esa pareja que tanto malestar nos causa. Esos son solo algunos ejemplos, pero cada cuál puede tener sus propios desencadenantes, ninguno de los cuales tiene nada que ver con toxinas.