El tenista Novak Djokovic ha sido noticia por sus tendencias pseudocientíficas en más de una ocasión. Sin duda, la que más dio que hablar fue cuando se negó a ponerse la vacuna de la COVID-19, resignándose a no competir en algunos torneos de tenis en los que era una medida obligatoria. Ahora, se le ha visto llevando un dispositivo en su pecho que, según él, es un aparato basado en la nanotecnología que le hace sentirse como Iron Man.

No obstante, tras la rueda de prensa en la que hizo esta afirmación, la compañía responsable del dispositivo, Tao Technologies, se ha lanzado a reclamar su autoría. Ellos son los fabricantes del Tao Patch, un aparato que “nutre el cuerpo con longitudes de onda de luz terapéuticas, sin efectos secundarios ni liberación de ningún químico”. Además, “se puede usar todos los días, se autoalimenta con la luz solar y el calor corporal, garantizando tratamientos de 720 horas cada mes”. Y, por si todo eso fuera poco, “puede ayudar a mejorar la simetría de la pelvis y los miembros inferiores, la activación muscular, el equilibrio y la concentración y, además, acelerar el post-entrenamiento”. Ahí es nada.

Eso es lo que dicen ellos, por supuesto. Lo que está claro es que Novak Djokovic no ha buscado a científicos de la talla del mismísimo Tony Stark, sino que ha vuelto a dejarse llevar por las pseudociencias y las terapias holísticas, gastándose probablemente un dineral en algo que no solo no funciona, sino que también puede dar falsas esperanzas a algunos enfermos.

El poder de los biofotones

Lo primero que debe alertarnos sobre la falta de eficacia científica de Tao Patch es que tiene infinidad de funciones. Nuestro organismo es comparable a un intrincado mecanismo de relojería suiza, con muchas piezas que hacen que funcione correctamente. Algunas se pueden extraer y seguirá funcionando, pero otras son indispensables. Pero cada pieza tiene su función. Si añadimos mejoras a una de ellas, se obtendrán beneficios muy locales. No es posible que un parche colocado en el pecho tenga tantísimas funciones. Le falta agarrar la raqueta de Novak Djokovic y jugar al tenis por él.

Pero, dejando eso a un lado, si investigamos en la web de Tao Techologies, veremos que el mecanismo se basa sobre todo en los biofotones. Estos, supuestamente, son fotones liberados por las células cuando la luz incide sobre ellas, que propician una comunicación interna. Según la compañía, esta comunicación es la que promueve beneficios a tantos niveles, ya que hasta las células más alejadas del punto en el que se coloca el parche pueden recibir los efectos. Además, como buena terapia holística, mete en la ecuación los puntos de acupuntura, ya que esos biofotones pueden funcionar también como agujas que se colocan en lugares estratégicos, generando efectos muy diferentes. Sonaría todo maravilloso si no fuese porque no hay evidencia científica de los efectos de los biofotones.

¿De dónde viene esa idea?

Sí, es cierto que cuando la luz incide sobre las células estas reflejan algunos fotones. Ahora bien, que eso promueva una comunicación celular no está demostrado. El primer científico que lo propuso fue un biólogo ucraniano llamado Alexander Gavrilovich Gurwitsch.

Llegó a esta conclusión con un experimento sencillo. Tomó dos plantas de cebolla y puso sus raíces apuntando la una hacia la otra. Después, tras hacer incidir luz sobre sus células, midió las tasas de división celular en diferentes puntos. Comprobó que estas eran mucho más intensas en las zonas de las cebollas que interaccionaban entre sí. Después, repitió el experimento colocando entre las dos raíces un cristal que deja pasar la luz ultravioleta. El efecto fue exactamente el mismo. Pero cuando lo repitió con un cristal que impide el paso de este tipo de radiación, dejó de producirse ese efecto. Por eso, concluyó que se estaba generando radiación ultravioleta, que favorece la comunicación entre las células.

Todo esto fue inicialmente muy bien acogido en el panorama científico. Incluso llegó a estar nominado al Premio Nobel (nunca uses que una persona tenga este galardón como garantía de nada). No obstante, cuando otros científicos intentaron replicar el experimento, no lo consiguieron.

En ciencia, para que un estudio se considere válido, debe ser replicable por otros científicos. Si no, podría haber sido una simple casualidad o, peor aún, haberse alterado los resultados. Por eso, a día de hoy no está bien visto aquel experimento. Pero muchos tratamientos holísticos han hecho su agosto usándolo como argumento. 

Djokovic con el parche
Imagen del parche de Djokovic extraída de Twitter.

Novak Djokovic no puede ser Iron Man

En 2020, un científico de la Universidad de Melbourne, Samuel Pinches, analizó los estudios científicos en los que Tao Technologies basa la eficacia del dispositivo que usa Novak Djokovic.

Según esta empresa, no solo sirve para mejorar el rendimiento físico de los deportistas y casi convertirlos en Iron Man, como afirma el tenista. También puede servir para tratar todo tipo de dolencias. Desde algo relativamente simple, como el dolor menstrual, hasta cuestiones mucho más serias, como la esclerosis múltiple.

De hecho, estos enfermos son parte del target principal de esta empresa. La mayoría de pacientes con esclerosis múltiple tienen brotes que remiten por sí solos. Por eso, puede darse la casualidad de que los síntomas cesen al ponerse el parche. Sus testimonios han ayudado a la empresa a posicionarse, pero no hay pruebas de que realmente sea eficaz.

Estudios poco fiables

Si bien Tao Technologies tiene en su web algunos estudios enlazados, todos ellos dejan mucho que desear. No se suele hablar de conflictos de intereses y la mayoría están publicados en revistas que solo recogen estudios sobre la eficacia de las terapias alternativas. Además, participan pocos voluntarios, hay plagios e incluso se mencionan investigadores de hospitales en los que realmente no trabajan.

Incluso hay nombres de científicos a los que no se conoce ningún otro estudio. Bueno, uno de ellos sí. Se llama Gaetano Caldarera y publicó varias investigaciones entre finales del siglo XIX y principios del XX. Dado que el estudio que apoya los efectos de este parche de Iron Man es del siglo XXI, una de tres: o son familiares, o tiene el truco de la vida eterna o es mentira. No queremos pensar que sea el último caso. 

En definitiva, sobran los motivos para no confiar en el parche de Novak Djokovic. Que él quiera gastarse su dinero en creer que se parece a Iron Man no es peligroso. Pero que se den esperanzas vanas a pacientes de enfermedades como la esclerosis múltiple es mucho más serio. Por eso, no deberíamos tomar a esta tenista como referencia científica. Lo ha demostrado con creces en muchísimas ocasiones. 

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