Ya sea como estudiantes, como trabajadoras o como emprendedoras, las mujeres aún son minoría en el sector tecnológico. Y no parece que vayan a dejar de serlo si no se toman medidas efectivas para ponerle fin a la discriminación que sufren a causa del sexismo existente dentro de las profesiones STEM. Algo que conoce bien Lula de León, fundadora de Leemons y veterana emprendedora del mundo de la tecnología.

En el 2022, se llevó a cabo un estudio del Observatorio Social de la Fundación la Caixa que concluyó que las STEM no atraen talento femenino. Según sus cálculos, tan solo el 16 % de profesionales en el sector son mujeres y solo el 0,7 % de las adolescentes están interesadas en estudiar un grado de estas disciplinas.

También el pasado año, las mujeres empresarias y trabajadoras de la red de Web Summit completaron su encuesta anual sobre igualdad de género en el sector tecnológico, en la que más de la mitad afirmaron haber sufrido sexismo durante el 2022. Pese a que el 92 % declaró que confía en su profesionalidad, un 70 % siente que tiene que trabajar más duro que sus compañeros para probar su valía. Entre los retos que más preocupan a las mujeres del sector están los sesgos machistas, el síndrome de la impostora y la conciliación.

Desde Hipertextual, hemos hablado sobre los retos de emprender en el mundo tecnológico con Lula de León, CEO y fundadora de Leemons. Una compañía que ha puesto la tecnología al servicio del aprendizaje y cuyo desarrollo ha revolucionado el ámbito educativo. De León nos habla de su proyecto con entusiasmo y del sector con más esperanza que reproches. Esto es lo que nos ha contado sobre su experiencia como mujer emprendedora.

Hipertextual: Hablemos sobre Leemons. ¿Cuál es su objetivo?

Lula de León: Leemons es una plataforma de diseño de experiencias de aprendizaje. Hay un océano rojo total y aparentemente hay muchas, pero en este caso no mira hacia el mundo de las plataformas educativas, sino hacia el mundo de las grandes plataformas de digitalización de otro tipo de industrias. Por ejemplo, Amazon con el e-commerce o Salesforce con los CRM. Pretendemos profesionalizar esta industria, que hasta ahora ha tenido un bajo nivel de digitalización debido a que se consideraba que tu cliente objetivo, como era tan analógico, no importaba. Y la realidad es que sí importa.

H: ¿Cómo surge el proyecto?

La CEO de Leemons, Lula de León
Lula de León, CEO y fundadora de Leemons.

LL: El proyecto surge durante la emergencia sanitaria, cuando se juntan cuatro detonantes y ninguno de ellos es la oportunidad de negocio de la COVID, curiosamente. El primero es que yo estaba estudiando Psicología de la Educación en la UOC. Yo llevo veintiocho años dando clase, pero estudiar psicología de la educación me estaba acercando a por qué algunas cosas las hacía bien y otras no. Estaba obsesionada con la carrera, me hacía 36 créditos al semestre, una salvajada. Estaba muy metida en los procesos de aprendizaje y el impacto de las funciones superiores en el aprendizaje y estaba encantada.

Por otro lado, empecé a ayudar a mi hija a estudiar con la plataforma que tenían en el colegio y me di cuenta de que es un auténtico desastre, no sirve para nada. Se habían llevado el aula a una pantalla con funciones de vigilancia para los alumnos y de validación de la memorización del contenido. Lo mismo que se hacía mal en las aulas, se hacía mal ahí.

Lo tercero que ocurre es que yo me contagio de COVID, además, con una variante que era neurológica. A mí no me pasaba nada en los pulmones, pero me daban unas crisis de dolor tremendas. Con esa mezcla, tuve una especie de crisis de propósito, que es el cuarto detonante y que viene de los otros tres. Esa crisis tuvo mucho que ver con que sentía que no estaba aportando… Sí, llevaba 14 años con una agencia de diseño estratégico que trabajaba para grandes clientes, hacía ganar más dinero a los que tienen mucho dinero.

Entonces, me puse a analizar alternativas para ayudar a mi hija, para proponerle al cole. Y de repente me di cuenta, 130 plataformas después, de que no había una alternativa al nivel de lo que yo conocía. Me metí a plantear el proyecto, a ir buscando socios que cogieran el relevo en mi compañía, que era Diga33, y al año, en mayo del 2021, fundamos Leemons. Empezamos a buscar la primera ronda y, a una valoración de 1 millón y medio con un PowerPoint, levantamos 300.000 €.

H: Como mujer emprendedora, ¿qué dificultades específicas has encontrado a la hora de poner en marcha Leemons?

LL: El primero es talento. Nuestra empresa es tecnológica y encontrar talento femenino en profesiones STEM es muy difícil. Cada vez que pongo un anuncio solo me contestan profesionales hombres. No solamente porque haya pocas mujeres, sino también porque dependiendo del momento en que estés de tu vida no quieres correr el riesgo de trabajar con una startup y esto es un hecho. Aunque pagues sueldos de mercado, como Leemons. Al final, la responsabilidad de mis potenciales empleadas mujeres es mayor y no siempre toman la decisión de ir por una startup, cosa que yo entiendo perfectamente.

Esa es la primera, talento femenino. Que se puede extender a talento diverso, porque para mí el feminismo no se restringe solo a eso. No tengo ninguna persona negra trabajando conmigo e imagínate encontrar una persona gitana, una persona con diversidad funcional… Nada. Y tengo cierta obsesión por, más adelante, después de este proyecto, pensar cómo hacer para que esas oportunidades se den. Pero eso ya es motivo de otra entrevista.

La otra es precisamente cómo son los foros de inversión a día de hoy. Si solo el 10% de la inversión está en empresas lideradas por mujeres, no es porque no haya empresas lideradas por mujeres, porque hay muchísimas. Además, la valoración a la que se entra en empresas lideradas por mujeres es más baja. Es sorprendente que esto siga ocurriendo. Y no creo que tenga que ver con un patrón de machismo instaurado, creo que es algo que pasa por debajo del radar. Salvo cuando se hace una profunda autocrítica, ni siquiera los foros donde puedes encontrar inversión se dan cuenta, no hacen esta diferenciación a propósito. Pero hace falta una profunda educación para cambiarlo.

Ejemplo de la herramienta Leemons

H: ¿Cuáles han sido los retos de sacar Leemons adelante?

LL: Yo tenía una empresa de servicios y eso significa clientes, personas, presupuesto, hacer un buen trabajo y facturar. Este ciclo lo llevaba yo muy bien. En este sentido, uno muy importante ha sido la gran carga de responsabilidad, que era algo que no me esperaba. Yo siento responsabilidad con mi equipo todos los días. Pero el hecho de que entraran inversores en como friends & family en dos ocasiones, y mira que todos me han dicho “estamos aquí porque creemos en tu proyecto”, me ha creado mucha presión. Lo que más me gustaría es que esta gente consiguiera levantarse un retorno como para pagarse media hipoteca, me volvería loca de emoción.

Pero, a la vez, está la tensión de que la caja vaya bajando. Porque tú no empiezas a cobrar el día uno, tú tienes que desarrollar un producto con el dinero de otros y vender es un despiste mientras tienes que desarrollar producto. Esto es un hecho. Entonces, ese equilibrio es complicado y es uno de los retos.

El otro es el síndrome del impostor. Leemons es de código abierto, gratis para todo el mundo para siempre. Está dentro del propósito. Ahora estamos preparando otra ronda, la tercera, para hacer el SAAS. Pero ya hemos demostrado que podemos, hemos hecho un producto con un overfeaturing loquísimo. No es un vertical, es una plataforma de diseño de experiencias educativas. La gente se matricula, se le asignan clases, permite crear recorridos, tiene una librería impresionante… Hay un sistema de comunicación 360 en toda la plataforma que recoge datos por xAPI. De todo. Entonces, a veces tienes ese síndrome de la impostora cuando piensas: “Wow, si hay tanta gente haciéndolo y hemos considerado que lo hacen bien, ¿por qué vamos a hacerlo bien nosotros?”.

Sin embargo, otras veces tienes superpoderes. Cuando llega esa empresa que te ha encontrado por GitHub en México y te dice: “Llevamos 6 meses haciendo benchmark y no hay nada como Leemons”. Ahí piensas: “Es verdad, lo estamos haciendo”. Para emprender hay que ser humilde, porque si no te pegas muchas tortas. Tienes que tener clara tu dimensión y el impacto que puedes tener en la sociedad. Pero estos subidones son estupendos y te lo crees. Para mí lo más difícil ha sido eso, luchar contra el síndrome del impostor y manejar bien la responsabilidad de tener que devolver un retorno.

Y aprender todo lo que no es diseño. Yo soy diseñadora, pero he tenido que aprender a pitchear, a reducir una idea maravillosa a una línea, a entrar a los sitios sabiendo que no voy a sacar nada, pero que es una práctica…. Eso ha sido lo más difícil para mí.

H: El sector empresarial puede resultar hostil, ¿alguna vez te has sentido incómoda o has tenido la impresión de que se menospreciaba tu trabajo?

Yo llevo muchísimo tiempo en el sector, mucho. A veces, cuando me dicen “eres un referente” me da un pudor que me muero. Muchas mujeres dicen la frase típica de “yo nunca he sentido machismo”. Pero como cierres esa puerta, se la estás cerrando en la cara a las que vienen detrás de ti, a las cuales no escucharás cuando te dicen “yo me he sentido mal, me he sentido incómoda, me he sentido menospreciada”.

Mi posición ahora es cómoda, sin embargo hace veinticinco años no. Yo era la de experiencia de usuario que se sentaba con los informáticos y cuando iba a un cliente me decían que por qué no me había puesto una falda más corta. Han sido situaciones muy duras, muy complicadas. También he sufrido el famoso mansplaining. Estar explicando algo complejo y que el de al lado lo vuelva a explicar y todos digan “ahhh”, porque, claro, yo hablo mujer y no hay traductor simultáneo mujer-hombre.

Cada vez me pasa menos, veo un entorno mucho más consciente a mi alrededor, muchos hombres que se esfuerzan y dicen “vengo culturalmente empañado por un machismo estructural y mi papel es cambiar esta situación”. Y, por otro lado, veo una corriente de negación, de que eso no ocurre ya. Y no es verdad. Sí, hay situaciones en las que todavía veo mujeres a mi alrededor que se sienten mal. Ese es el momento de abrir la boca, cuando tú ya no te sientes mal no puedes quedarte a mirar.

H: ¿Qué cambios crees que podrían mejorar el mundo del emprendimiento?

LL: Se critica mucho la cuestión del cupo, “yo no necesito un cupo para estar ahí”. Y yo siempre debato que la cuestión del cupo no es para la persona en su individualidad, sino para el grupo, en este caso para las mujeres. ¿Por qué? Porque en el momento en que tú no necesitas eso ya estás en el lado del privilegio. Cuando hablo de privilegio siempre pienso ¿qué puedo yo decir, que soy blanca de clase media y he nacido en España y tengo independencia económica? Ese es el privilegio.

La parte más importante para mí es la educación, todavía hay mucho que reeducar y volver a quitarle la cruz a cosas como el cupo. Si yo lucho por intentar tener una mujer programadora en Leemons y no lo consigo, el hecho de que yo pare implica que habrá mujeres programadoras en el otro lado que estén matándose el doble porque yo no lo he intentado más fuerte. Si a mí como empresaria me quitan privilegios por no tener un cupo de mujeres contratadas, yo firmo que lo hagan. Porque entonces me esforzaré o contrataré a alguien que se esfuerce para conseguir cubrir ese cupo con los perfiles que tengo y las prisas no me matarán el propósito. Esto es tirar piedras contra mi tejado, pero es que ese tejado nos hace estar muy cómodos y no puede ser.

Hay que pensar que esta sensibilidad que puede tener una mujer contratando es buena para todos. Mi principal de diseño de servicios, antes de contratarle, me dijo “estamos buscando un bebé” y yo le dije “te voy a contratar igual”. Pero muchas mujeres en ese caso no me lo habrían dicho. Esa sensibilidad es buena para todos, no es una sensibilidad solo hacia las mujeres. Si lo mirásemos desde ese lado, a lo mejor el feminismo no daría tanto miedo.

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