Los efectos del calentamiento global están cada vez más claros, pero no estamos tomando medidas suficientemente rápido para solucionarlos. Por eso, los científicos intentan buscar alternativas desesperadas para ganar algo más de tiempo para salvar el planeta. Una de ellas, recién publicada en un artículo de PLOS Climate, consiste en algo tan sorprendente como fumigar la Tierra desde la Luna.

En realidad, es una variación de otra propuesta que se hizo hace años. Esta consistía en fumigar directamente desde la Tierra una neblina de partículas de dióxido de azufre, que servirían como escudo contra parte de los rayos solares que llegan a la Tierra. La parte mala es que sería una solución muy contaminante, por lo que se acabaría con un problema para dar paso a otro. 

Por eso, ahora un equipo de científicos de la Universidad de Utah y el Observatorio Smithsonian han propuesto una alternativa de lo más curiosa: fumigar material rocoso directamente desde la Luna. Obviamente, a día de hoy sigue siendo imposible, pero en un futuro podría ser una opción plausible para salvar el planeta.

Los peligros del efecto invernadero

El problema por el que es necesario salvar el planeta está claro. Las emisiones de dióxido de carbono desde la Tierra son tan grandes que el efecto invernadero, que en realidad es beneficioso para que el planeta no se enfríe demasiado, se nos ha ido de las manos. Tanto este como otros gases se acumulan en la atmósfera, evitando que la radiación solar que se refleja desde la superficie terrestre vuelva al espacio. Esto está generando un sobrecalentamiento cuyas consecuencias hace tiempo que estamos experimentando.

La solución obvia es reducir esas emisiones. Pero que sea obvia no significa que sea sencillo. Por mucho que la población intente tomar medidas individualmente, son los gobiernos y las grandes multinacionales quienes tienen un mayor poder para detener esas emisiones. Y no lo están haciendo suficientemente rápido. El calentamiento global nos gana la carrera y necesitamos ganar tiempo para salvar el planeta. Aquí es donde entran en juego las medidas desesperadas.

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Denis Stefanides (Unsplash)

Se trata de fumigar, pero no tiene nada que ver con los chemtrails

Muchos amantes de la conspiración llevan años diciendo que las estelas de condensación que forman los aviones en el cielo bajo determinadas condiciones son la señal de que nos están fumigando con fines ocultos. Hay teorías de todo tipo, desde que fumigan para deshacer las nubes y que no llueva hasta que nos riegan con sustancias esterilizantes. Todo carece del más absoluto de los sentidos. Pero eso no quiere decir que no nos puedan fumigar. No se haría en secreto ni con fines despiadados, sino para intentar solucionar el problema que está claro que no somos capaces de solventar sin ayuda.

El uso de dióxido de azufre sería una medida totalmente desesperada, pues supondría un nuevo problema. La propuesta la hicieron científicos del University College de Londres y la Universidad de Harvard en 2020 y consiste en inyectar partículas de esta sustancia en la atmósfera superior de la Tierra para espesar artificialmente la capa de luz que reflejan.

Es un procedimiento que se había estudiado previamente durante muchos años, al observar lo ocurrido con algunos volcanes. Por ejemplo, la erupción en 1991 del Monte Pinatubo, ubicado en Filipinas, inyectó en la atmósfera tal cantidad de azufre, que la temperatura global se redujo 0,5 °C en los dos años posteriores. Esto fue así porque esas partículas instaladas en la atmósfera actuaron como escudo, devolviendo al espacio buena parte de las radiaciones solares que incidían sobre la Tierra.

Fumigar para imitar ese efecto podría ser beneficioso a corto plazo, pero no debemos olvidar que supone la liberación de sustancias contaminantes a la atmósfera. Se deben buscar soluciones y es aquí donde entra en juego nuestro satélite.

Otra ventaja de las bases lunares

Con el programa Artemis, cuya primera fase se envió a la Luna en 2022, se pretende que los humanos pisen de nuevo nuestro satélite. Pero esta vez el objetivo no es solo caminar sobre él y tomar algunas muestras. También se espera instaurar bases lunares a largo plazo. Desde allí, se podían llevar a cabo multitud de labores de investigación y también instaurar una especie de estación de servicio para futuras misiones más largas. Por ejemplo, los astronautas podrían hacer una parada allí antes de viajar a la Luna.

Pero, además, también se podrían aprovechar estas bases lunares para fumigar una capa de polvo que genere un escudo similar al del dióxido de azufre. Esta era la hipótesis de los científicos responsables del estudio que se acaba de publicar. Pero, para saberlo con mayor seguridad, elaboraron un modelo computacional, con el que pudieron evaluar las mejores condiciones para hacerlo. Es decir, analizaron diferentes materiales, así como el impacto de las fuerzas gravitacionales, la presión de radiación de la luz solar y el golpe del viento solar.

De este modo, vieron que se podría lanzar desde la Luna una capa de polvo solar que ayudaría a retener alrededor del 2% de los rayos del Sol. No es mucho, pero al menos nos daría algo más de margen de maniobra para reducir las emisiones de dióxido de carbono, cortando así con el verdadero problema.

Eligiendo puntos concretos de la órbita de la Luna se podría conseguir una capa densa, que se disiparía en pocos días. Eso tiene una pequeña desventaja, pues se requeriría fumigar con regularidad. Pero también una gran ventaja y es que, si diese problemas, se podría cortar pronto con el procedimiento. Además, dado que el polvo no se estaría liberando desde la superficie terrestre, no habría que temer consecuencias sobre la población.

A bote pronto parecen todo ventajas, aunque, lógicamente, no es algo que se vaya a hacer a corto plazo. Entre otras cosas, porque aún no tenemos bases lunares. De hecho, lo ideal sería que no llegue a ser necesario hacerlo nunca. La mejor forma de salvar el planeta es cortar con las emisiones que lo están envenenando. Esto solo nos daría tiempo, pero si no tomamos las medidas adecuadas no venceremos al calentamiento global ni con todo el tiempo del mundo. 

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