The Last of Us y su universo ha vuelto a poner de moda el fin del mundo. El célebre Reloj del Apocalipsis marca que nos encontramos a noventa segundos de la destrucción definitiva. Eso según el Boletín de Científicos Atómicos y sus cálculos, que incluyen conflictos mundiales y sus consecuencias, al fatídico conteo. La noticia, que podría parecer una curiosidad, en realidad resume una antigua obsesión colectiva. ¿Cómo será el final de todo lo que conocemos?

El cine ha intentado imaginar el suceso desde todo tipo de escenarios. Meteoritos, los extremos más imprevisibles del cambio climático, enfermedades misteriosas. En la actualidad, la serie The Last of Us de HBO, lo muestra en un suceso inesperado: una infección fúngica que nadie pudo predecir. 

Lo que pasa antes o después de una gran hecatombe, es, también, el tema favorito de varias de las películas más famosas de la ciencia ficción. ¿Qué ocurrió en los días previos a la tragedia global? ¿Quién habita las ciudades destruidas? ¿Cómo sobreviven los que lograron evitar morir en mitad de situaciones extremas? Las tramas que relatan los recorridos de los escasos hombres y mujeres que luchan en un planeta arrasado, siempre resultan inquietantes.

The Last of Us es el estreno del año y solo puedes verla en HBO Max

¿Cuáles son las mejores historias cinematográficas sobre los años previos o posteriores de la destrucción sin retorno? Te dejamos una lista de 5 películas que recogen desde recorridos a través de países en escombros hasta lo que sobrevive del espíritu del hombre en mitad de los horrores. Una colección de perspectivas sobre el temor más viejo, retorcido y quizás, vigente de la humanidad. La desaparición de cada cosa que es parte de su historia.

'La carretera (The Road)'

Basada en el libro homónimo de Cormac McCarthy, relata el recorrido que llevan a cabo un padre y su hijo entre las cenizas de la devastación. No hay explicación sobre qué ha ocurrido. Tampoco y de la misma manera que en el libro del cual proceden, los personajes tienen nombre. Únicamente son dos figuras que caminan sin descanso a través de una carretera, en busca de un lugar seguro. Un paradigma similar a The Last of Us, pero menos esperanzador.

No hay indicios del país en que se encuentran o qué intentan encontrar, al concluir los cientos de kilómetros de recorrido a pie. El director, John Hillcoat, muestra la desolación del apocalipsis desde lo discreto, un recurso que toma del texto original. Los amplios parajes de aspecto desértico parecen interminables. Las montañas con la vegetación quemada, una descripción puntual de un suceso brutal. La cámara del realizador, añade, con sus tomas borrosas en medio de edificaciones derrumbadas, la sensación latente, que la amenaza es aún cercana y peligrosa. Toda la película profundiza en el pensamiento acerca de la caída definitiva de un mundo arrasado. De modo que El hombre (Viggo Mortensen) y Niño (Kodi Smit-McPhee) continúan su trayecto sin una verdadera esperanza de lograr resguardo. 

Con uno de los cierres más ambiguos y desgarradores en guiones parecidos, la cinta reflexiona acerca de la muerte a través de la crudeza de cuerpos heridos y el silencio. Apenas hay diálogo, tampoco acción más allá de algunos enfrentamientos veloces, furtivos. Para sus últimas escenas, La carretera (The Road), dejó algo claro. El final de todas las cosas es irreversible y lo que sea que espera después, es tan fatídico como el misterioso suceso que acabó con la vida en el planeta. Su mensaje es más aterrador que el de The Last of Us.

'Los Recolectores (Repo Men)'

La producción dirigida por Miguel Sapochnik — responsable de varios de los mejores capítulos de Juego de Tronos — es una distopía aterradora por sus implicaciones. Tal vez, no profundiza directamente en el fin de los tiempos como hace The Last of Us, pero sí, en el de la civilización que conocemos. Con el cuerpo convertido en forma de pago mercantil, cada estrato de la sociedad se transforma. Se trata de una premisa que lleva la pérdida de la dignidad humana a un lugar por completo desolador. 

El largometraje es mucho más que un aviso sobre un futuro en el que el hombre es un producto, listo para ser desmembrado y vendido. De la posibilidad, nacen docenas de variables. Una de ellas, la existencia de los llamados Recolectores, encargados de recuperar los órganos vendidos y no cancelados. Remy (Jude Law) es uno de ellos y debe soportar una cultura, en que matar o morir ya no es importante. Lo que sí lo es, es el valor cuantificable de lo físico. Poco a poco, la historia recorre un mundo que agoniza bajo el peso de un tipo de sociedad construida a la medida de la avaricia. 

Basada en el libro Repossession Mambo de Eric García, el argumento especula acerca de un punto vital que el original pondera a detalle. ¿Cuándo comienza la debacle de cada elemento que sostiene la sociedad? Tal vez, no se trate de un cataclismo, pero sí, la caída de lo que nos hace seres racionales. Una dimensión del apocalipsis tan aterradora como la de un suceso violento mayor. 

El libro de Eli

En esta ocasión, el fin de los tiempos llegó en todo su esplendor. Una explosión nuclear consumió la capa de ozono. Las ciudades están destruidas y los sobrevivientes, reducidos a criaturas brutales como en The Last of Us. Eli (Denzel Washington) vaga por carreteras con un misterioso libro entre las manos y una misión. 

¿Cuál? El guion evita dar demasiados indicios acerca de lo que impulsa al personaje a seguir. Sin embargo, algo es evidente. Se trata de una inspiración superior, cercana a lo divino, que le brinda la suficiente firmeza para no flaquear en su empeño. El enigmático héroe sabe que debe atravesar el desierto tóxico que separa ciudades y poblados.

Pero no será un recorrido sencillo. El horror del apocalipsis es mucho más que lo visible. Con un aire filosófico poco común en relatos de igual tónica, El libro de Eli se cuestiona acerca de qué nos hace ser parte de una sociedad. Lo que sostiene nuestras aspiraciones por el bien y mantiene el vínculo con lo que fue la civilización antes del desplome definitivo. A pesar de que los directores Albert y Allen Hughes no logran explorar en un punto de vista tan intrigante, con habilidad, conmueve. En especial, durante el doloroso momento en que Eli, deja claro su cometido. Preservar la memoria de la humanidad. 

Pandorum

Nuestro planeta se quedó sin recursos y terminó por colapsar, por lo que la nave Elysium, abandonó la órbita terrestre en busca de un lugar habitable. A bordo, lleva el valioso cargamento de millones de semillas y embriones de animales. También, una multitud de hombres y mujeres que tienen la responsabilidad sobre sus hombros, de reconstruir la tierra en cualquier otro punto del espacio profundo. La travesía abarcará 123 años, por lo que todos dormirán un largo sueño criogénico.

Sin duda, no es la premisa más original y el director Christian Alvart, brinda poca identidad visual a su argumento. Pero a pesar de eso, logra mostrar un giro genial, inédito en narraciones parecidas. Lo que podría suceder si un experimento semejante y a gran escala, sucumbiera a un desastre fuera de los cálculos, como la mutación de las criaturas en resguardo. Más retorcido todavía: que la supuesta esperanza para salvar a la especie, terminara por ser un aborrecible acto de violencia. Muy alejada de lo que propone The Last of Us, pero muy interesante.

La cinta se hace cada vez más complicada, cuando parte de la tripulación despierta sin memoria. Saben que el apocalipsis ocurrió, que están en un viaje sin retorno debido a eso. Pero no tienen la menor idea de qué lo provocó o de cómo se relaciona esa amnesia, con los sucesos trágicos que ocurren a bordo. Gradualmente, alcanzará un límite crítico para recordar algo escalofriante: no hay forma de escapar al derrumbe de una civilización.


Dark City

La hecatombe total no ha pasado, pero en esta trama del curioso género dieselpunk, todo anuncia el final. Desde la atmósfera enrarecida e irrespirable, hasta la deshumanización, la brutalidad y el miedo en las calles. Una de las virtudes del largometraje de Alex Proyas, es dotar a lo más retorcido del comportamiento humano de un propósito. El mal no solo existe, también tiene un motivo e incluso, una utilidad.

En esta historia en que un asesino actúa entre las sombras, la idea del apocalipsis es retórica. Todo lo que era apetecible y deseable sufrió una lenta extinción y lo que resta, es un tipo de tensión que lleva a cometer los peores crímenes. En medio de este paisaje atroz, John Murdoch (Rufus Sewell) despierta en un hotel sin memoria, rodeado de emanaciones de gas y con la ciudad al acecho. Todo se hace más incomprensible, cuando descubre que, además, tiene poderes psíquicos y que es perseguido por crímenes que no cree haya cometido. No es The Last of Us, pero es ciencia ficción de la buena.

Alex Proyas imaginó a la civilización al borde de la muerte, con edificaciones gigantescas, construidas con entramados de metal ardiente. Calles laberínticas y la sensación que cada elemento en el planeta está a punto de sucumbir al desastre. Es el inminente desplome de todo lo creado por el hombre, lo que hace de Dark City una joya rara del cine de ciencia ficción distópico. También, una versión acerca de un futuro profundamente desalentador. 

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