En 2006, un hombre se presentó en las urgencias del Hospital General del Sur de Glasgow aquejado de visión borrosa y un fuerte dolor de cabeza de cuatro semanas de duración. Se le realizaron multitud de pruebas, todas ellas con buenos resultados. No había daño neurológico aparente y su tensión arterial estaba bien. Además, su historial médico no tenía ningún problema remarcable y tampoco tomaba fármacos que pudiesen estar causando ese efecto secundario.

Los médicos no sabían inicialmente por donde tirar hasta que él reconoció que justo antes de que comenzaran los síntomas se había bebido ni más ni menos que sesenta pintas de cerveza. Así, se concluyó que, en realidad, lo que tenía era una gran resaca. Posiblemente, la resaca más larga del mundo.

No podemos asegurar que nadie haya tenido una peor. Sin embargo, esta es la más larga que se ha reportado en la literatura científica. Concretamente, los médicos que le atendieron publicaron el caso en un estudio re la revista Lancet.

Lo bueno es que con el tratamiento pautado se solucionó y poco después dejó de experimentar la resaca. Posiblemente no le quedarían ganas de volver a beber tanta cerveza.

La resaca más larga del mundo

Este hombre, de 37 años, reconoció que se refugió en la cerveza después de sufrir una “crisis doméstica”. Tomó un total de 60 pintas, repartidas en cuatro días. Una pinta contiene aproximadamente 473 ml de cerveza. Dado que se bebió 60, el total de esta bebida alcohólica fue de 28,38 litros. Esto es muchísimo para que el hígado pueda dar abasto, por lo que pronto experimentó las consecuencias. 

Primero fueron muchísimas náuseas y vómitos, acompañadas de dolor de cabeza. Él relacionó las náuseas con la resaca, sobre todo porque remitieron 24 horas después. Sin embargo, el dolor de cabeza había llegado para quedarse, pues siguió padeciéndolo día tras día durante cuatro semanas. En ese momento ya no aguantaba más y decidió ir al hospital.

Allí se le realizaron una serie de pruebas, la mayoría normales, aunque sí encontraron algo fuera de lo normal. Por un lado, el equipo de oftalmólogos detectó que tenía discos ópticos hinchados y fibras nerviosas sangrantes. Ambos son síntomas característicos de la resaca. Por eso, indagaron en su historia reciente hasta que les reconoció haber ahogado algunas penas en litros y litros de cerveza.

resaca más larga del mundo
Dan Barrett (Unsplash)

Por otro lado, le detectaron altos niveles de anticoagulante lúpico. Este es un anticuerpo que actúa como agente protrombótico. Es decir, favorece un exceso de coagulación y, por lo tanto, la formación de trombos. Sus niveles elevados pueden ser motivo de una enfermedad autoinmune, como el lupus, aunque también del consumo de algunos fármacos. En este caso, podría haber estado relacionado con el consumo excesivo de alcohol por parte del paciente. Fuese cual fuese la causa, se solucionó con un tratamiento con anticoagulantes y, así, acabaron por fin los síntomas de la resaca más larga del mundo. 

El hombre se recuperó por completo y no le quedaron secuelas. Dentro de lo que cabe, es un final feliz para una historia que podría acabado hasta con un coma etílico, según su capacidad para metabolizar el alcohol. Pero que los síntomas de la resaca más larga del mundo desaparecieran no significa que su salud no se viese resentida.

Consumir alcohol, aunque sea de forma puntual y moderada, puede acarrear perjuicios a la larga. Y en un caso como este con más razón, pues de moderado tiene muy poco. La moraleja de todo esto es que nunca deberíamos ahogar las penas en alcohol. En general, no deberíamos beber. Pero, si lo hacemos, que no sean casi 30 litros de cerveza en cuatro días. Acabar en el libro Guinness de los Récords es lo más ligero que nos podría pasar. 

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