En varios de los puntos más dolorosos del documental, Selena Gomez: Mi mente y yo, de Apple TV+, la actriz y cantante parece profundamente agotada. Es notorio en la secuencia con la que comienza la producción, en la que aparece durante la rueda de prensa de su gira Revival.

También en otros tantos momentos no tan notorios o públicos. Gómez se mira a un espejo, sonríe en una breve imagen frente a multitudes de fanáticos. Una escena la capta a punto de subir al escenario. Pero el efecto es el mismo. La estrella pop está al borde de la extenuación. El rostro tenso, la piel pálida y, al final, la expresión de íntimo sufrimiento que deja claro que atraviesa un momento que la supera.

El director Alek Keshishian procura en Selena Gomez: Mi mente y yo que la mirada de la cámara no sea intrusiva, violenta o implacable. Lo logra y, de hecho, convierte la honestidad imperfecta del relato de la producción en uno de los mayores logros del argumento. Selena Gomez no desea relatar sus dolencias psiquiátricas y físicas desde la lección o la convicción de la fortaleza.

En realidad, tanto la forma en que cuenta su historia, como la manera en que las contempla a la distancia, se basan en la vulnerabilidad. En la posibilidad de mostrar lo real — implacable, por momentos — que fue su sufrimiento. Pero, en concreto, cómo se enlaza esa experiencia con la mujer que es en la actualidad.

Selena Gomez: Mi mente y yo

En varios de los puntos más dolorosos del documental de Apple TV+, la actriz y cantante parece profundamente agotada. Pero Selena Gomez: Mi mente y yo no explota la debilidad, sino que la enaltece. El director Alek Keshishian procura que la mirada de la cámara no sea intrusiva, violenta o implacable. Lo logra y, de hecho, convierte la honestidad imperfecta del relato de la producción en uno de los mayores logros del argumento. Selena Gomez no desea relatar sus dolencias psiquiátricas y físicas desde la lección o la convicción de la fortaleza. En realidad, tanto la forma en que cuenta su historia, como la manera en que las contempla a la distancia, se basan en la vulnerabilidad.

Puntuación: 4 de 5.

El peso doloroso de la fama en Selena Gomez: Mi mente y yo

Por supuesto, Selena Gomez: Mi mente y yo no relata la vida de una mujer corriente. La producción contempla la fama como un contexto necesario. Pero, al contrario que en otras tantas producciones, es una circunstancia a tener en cuenta para comprender mejor — y de manera más profunda— a Gomez. No el centro de la narración o, mucho menos, el hilo que marca el ritmo y el tono del documental. 

La actriz y cantante emerge como una mujer que atravesó la adolescencia en medio de la presión de la mirada del público. También, que tuvo que afrontar lo que ocurría con sus cuadros médicos frente al escrutinio colectivo.

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Selena Gomez: Mi mente y yo es un recorrido elaborado a través de ambos asuntos, pero no se decanta por ninguno. Antes que eso, sostiene su discurso en una idea en particular: ¿quiénes somos a través de nuestras dolencias? ¿Cómo puede comprenderse a sí misma una mujer joven y talentosa a través de su debilidad?

Gomez, que sufre de lupus, ansiedad y depresión, intentó durante casi diez años afrontar su cuerpo y mente desde la resistencia. El documental la muestra a través de un ritmo de trabajo cada vez más frenético, las exigencias de la fama y una carrera incipiente. 

Mucho más aún, lidiando con la creciente debilidad física y sus padecimientos psiquiátricos a partir de la autocrítica. Para una estrella que ha sido parte de la palestra del mundo del entretenimiento desde su niñez, la posibilidad de admitir que no tenía las fuerzas para continuar era impensable. Al hacerlo, su historia personal se dividió en dos. También sus aspiraciones y ambiciones. Si algo conmueve de Selena Gomez: Mi mente y yo es la forma en que la actriz admite sus errores. Pero, a la vez, cómo profundiza en la perspectiva de nuestra cultura sobre la vulnerabilidad. 

La dura realidad detrás de las cámaras

La artista también atravesó un trasplante de riñón en el 2017 y, al final del mismo año, recibió un diagnóstico de bipolaridad. Por separado, ambas cosas serían lo suficientemente traumáticas en la vida de una mujer joven para provocar un impacto duradero. Para Gomez, fue el punto de partida para un reencuentro con sus convicciones e ideales primordiales. La combinación de ambas circunstancias convierte el relato de Selena Gomez: Mi mente y yo en algo vivo. Una mirada cada vez más profunda que evoluciona, progresa y se sostiene en la forma en que Gomez madura. 

selena gomez: mi mente y yo

La transición entre una mujer muy joven y una que se sostiene sobre la fortaleza de su aprendizaje conmueve. El documental lo muestra detalle a detalle. Pero sin parecer una visión amarillista sobre la complicada relación de la actriz con la fama, su cuerpo y mente. En lugar de eso, evita ser en exceso edulcorado y, en realidad, por momentos tiene algo de caótico. Pero es justo esa identidad efervescente de relato vital, con espacios oscuros y otros grises, lo que brinda al documental su identidad. 

Para bien o para mal, la actriz y cantante creció frente a las cámaras. También tuvo que retroceder un paso para encontrar su lugar en el mundo. Selena Gomez: Mi mente y yo relata ese largo trayecto con cuidado, sensibilidad y respetuosa amabilidad. Una reflexión introspectiva sobre una celebridad que necesitó encontrar fuerzas en sus vivencias más duras para comprender su identidad. Quizás, la única moraleja en un relato honrado sobre los altos y bajos de una estrella en formación. 

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