Poco tiempo atrás les contamos sobre las muchas —y muy buenas— novedades que trajo la actualización de septiembre de Windows 11. Sin embargo, la más reciente versión del sistema operativo llegó con un problema inesperado: un bug hace que la transferencia de archivos sea hasta un 40% más lenta que en equipos no actualizados.

El inconveniente fue originalmente reportado por Windows Central, y Microsoft lo ha confirmado. Por lo pronto no se han dado plazos para solucionarlo definitivamente, aunque sí se ha dado a conocer un método alternativo para salir del paso.

Según explicó Ned Pyle, de Microsoft, el problema aparece al copiar archivos de gran tamaño —es decir, que pesan varios GB— almacenados en un ordenador remoto hacia un PC actualizado a la más reciente versión de Windows 11. También mencionó que copiar el mismo archivo hacia una computadora con el mismo SO, pero sin el update de septiembre, no presenta este problema.

El representante de la firma de Redmond indicó que una alternativa para evadir el inconveniente es ejecutar los comandos XCOPY o Robocopy con el parámetro /J. De esta forma, es posible restituir el rendimiento previo a la actualización de septiembre de Windows 11.

Otro punto importante que mencionó es que, si bien el escenario más probable para encontrar este error sea SMB —Server Message Block, el protocolo de red para compartir archivos e impresoras en Windows—, no han encontrado el error en su código. Esto quiere decir que, si bien la caída de rendimiento al transferir archivos a un ordenador con Windows 11 se registró al copiarlos desde un ordenador remoto, también podría detectarse un comportamiento similar al lidiar con elementos almacenados localmente.

Windows 11 suma un nuevo problema a resolver

Windows 11

Este bug no es el primero —y seguro tampoco el último— con el que Microsoft se ha topado desde el lanzamiento de Windows 11. En agosto, la compañía confirmó un fallo que podía corromper los datos almacenados en equipos con hardware moderno, debido a problemas con los métodos de encriptación utilizados en el SO. Mientras que más atrás en el tiempo hubo problemas de rendimiento con procesadores AMD y discos de estado sólido.

Pero lo llamativo es que la actualización de septiembre parece haber llegado con varias características fallidas o a medio cocinar. Es que, además del problema de velocidad al transferir archivos grandes ya citado, se detectaron inconvenientes al instalar impresoras, que impedían a los usuarios acceder a todas sus funciones; así como fallos en ordenadores con GPUs de NVIDIA, donde se registraban caídas súbitas de los FPS y otros bugs al jugar.

Claramente, son problemas que se pueden solucionar con parches de software. De hecho, tanto Microsoft como NVIDIA ya lo han hecho. Pero está claro que es una situación incómoda para los usuarios que optan por actualizar sus ordenadores con Windows 11 ni bien se lanza una nueva versión.

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