Entre septiembre y octubre coincidieron, en clave de streaming, dos de las producciones más esperadas de 2022: La Casa del Dragón y Los Anillos de Poder. Cada serie llegó a las plataformas de HBO Max y Prime Video, respectivamente, con un fondo extenso de seguidores de las adaptaciones televisivas y cinematográficas de esas narrativas, junto con aquellos que las siguen a partir de las obras literarias.
Los seguidores de la literatura y las adaptaciones fantásticas vieron como, durante mes y medio, dos narrativas potentes les permitían revivir historias ya leídas, descubrir otras desconocidas e, incluso, presentar algo nuevo a través de alguna licencia creativa. Aunque eso último derivó en conflictos sobre si el canon fue respetado o no, en clave cinematográfica y televisiva, eso es factible. Se trata de adaptaciones, no representaciones idénticas a lo contado en la obra literaria.
A su manera, HBO Max y Prime Video plantearon una suerte de pulso dentro del streaming. Netflix no podía opositar con alguna producción de renombre o marcada por la tradición de propuestas como Juego de Tronos o la trilogía de El Señor de los Anillos; estas casas se llevaron buena parte de la atención durante septiembre y octubre. Aunque esta lógica, la de una lucha entre ambas narrativas, admite algunos matices.
Otro capítulo de la guerra del streaming
con HBO Max y Amazon Prime Video
Durante septiembre y parte de octubre, cada fin de semana era una oportunidad para posar las miradas sobre las plataformas de HBO Max y Prime Video. Mientras Los Anillos de Poder se estrenaba cada viernes, La Casa del Dragón, fiel a la tradición de su firma productora, presenta cada episodio durante la noche del domingo.
En apariencia, luce como un choque entre dos empresas intentando cautivar audiencia. Sin embargo, no es tal cosa. Amazon Prime Video fue lanzada durante el 2006, mientras que HBO ofrece sus servicios desde el 8 de noviembre de 1972. Estos datos son más que fechas; se trata de años de diferencia en el cultivo y desarrollo de una manera de contar historias, de abordar personajes, de fomentar una estética que ha derivado en reconocimientos y prestigio.
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Teniendo en cuenta esto, y que Amazon Prime Video recién comienza a profundizar en historias, desde el principio no hubo tal pulso. Mientras La Casa del Dragón forma parte de una precuela de Juego de Tronos, la expansión de un relato propio de HBO, como ya se ha hecho con True Detective o The Wire (por citar solo dos ejemplos), Amazon Prime Video comienza ahora a apostar por proyectos ambiciosos y de largo aliento.
Las diferencias entre La Casa del Dragón
y Los Anillos de Poder
Aunque ambos relatos entran dentro del género de la literatura fantástica, si se piensa en las obras escritas, las adaptaciones en formato televisivo sirven para reflejar matices que las alejan.
El contexto de La Casa del Dragón
La obra de George R. R. Martin volvió a revivir. Después de que Juego de Tronos tuviera ocho temporadas, a través de las cuales se posicionó como uno de los fenómenos televisivos más importantes del Siglo XXI –si no el más relevante–, la narrativa comenzó a expandir su universo mediante La Casa del Dragón. Un detalle que no es menor.
La Casa del Dragón llegó a HBO Max con el respaldo de una tradición y el seguimiento de una audiencia. Esto podía servir –y probablemente funcionó– para reducir temores en relación con la adaptación. Quizá nunca fue una opción alejarse de las bases establecidas a través de Juego de Tronos. Un acierto. La transición entre una y otra historia no sería traumática; incluso, sirve para sumar nuevos espectadores: quien no haya visto ninguna de las 8 temporadas, puede llegar a la secuela sin que esto condicione su experiencia.
Por el contrario, puede servir para descubrirle un relato en el que predominan los dragones y el sexo, sí; pero lo valioso está en las relaciones humanas y los pulsos de poder que se presentan a través de múltiples acciones. Un drama lleno de tensión y sangre.
Diferencias en el tono de ambas series
La Casa del Dragón y Los Anillos de Poder no comparten la misma mesa porque son producciones con un sentido narrativo distinto. Aunque ambas puedan estar arropadas por un mismo género, el fantástico, el visionado de ambas producciones descubre que están en veredas distintas, como las obras literarias. La serie de Prime Video está explorando años desconocidos y permitiéndose distintas licencias en ese viaje. Está construyendo su forma de representación de la obra J. R. R. Tolkien.
Lo hace desde un lugar en el que sus personajes, al menos durante esta primera temporada, no exploraron demasiado sus zonas oscuras. Esto, en La Casa del Dragón, es uno de los fuertes. Quienes se pelean por el Trono de Hierro no corren riesgos de ser representados de forma edulcorada. Por el contrario, cuanto más crueles, pragmáticos y egoístas puedan ser, en varios casos, mejor. Cuando se revisa Los Anillos de Poder, los conflictos internos de sus personajes, tanto consigo mismos como con su entorno, en ocasiones parecen impostados, casi chocando con el brillo que propone el relato.
La estética de Los Anillos de Poder
Ese tono, predominando en Los Anillos de Poder, es coherente con la apuesta estética de Prime Video. La serie más costosa de la historia presume de belleza en sus paisajes, en el vestuario y en la realización final. Muchas imágenes encantan. En oposición, La Casa del Dragón se permite abrir debates por lo oscuro de algunas escenas y la sangre salpicando a la pantalla.
Cada producción utiliza la estética como un recurso para potenciar la historia que desea contar. Mientras Los Anillos de Poder se encuentra en un contexto aún luminoso, guiado por la luz de las joyas, La Casa del Dragón avanza hacia una destrucción progresiva, en la que el orgullo y la ambición se desbordan hasta convertirse en factores tóxicos.
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El aspecto invita a otro tipo de debate. Sirve para comprender cuán consciente de la historia es la producción de cada una. En ese contexto, ambas series son elementos que no pueden compaginarse. Pensarlas como similares o relatos orientados a competir por audiencia (más allá de los intereses comerciales) es reducir la dimensión de su universo.