Los círculos de hadas de Namibia son una de esas estructuras que parecen fruto de la magia, pero que, en realidad, proceden de procesos naturales. Pero eso no los hace menos fascinantes. Sobre todo porque, durante años, su origen no ha estado para nada claro. 

Existen algunos en zonas mucho más húmedas, formados por hongos que se posicionan en círculos sobre la hierba. Pero, lógicamente, en el desierto de Namibia no abunda precisamente la humedad. Por eso, las dos hipótesis más aceptadas durante años han sido la presencia de termitas que se estuviesen comiendo las raíces de las plantas, dejando pequeños círculos sin vegetación, o la propia autoorganización del suelo para optimizar la distribución del agua.

No estaba claro cuál era la opción más plausible hasta que se descubrieron círculos de hadas muy parecidos en Australia. En esta zona no parecía detectarse presencia de termitas. Por lo tanto, la opción de la autoorganización tomaba fuerza. Sin embargo, hasta ahora no se había logrado demostrar prácticamente por completo. Y eso es precisamente lo que ha hecho un equipo internacional de científicos en un estudio publicado en Perspectives in Plant Ecology, Evolution and Systematics.

¿Qué son los círculos de hadas?

A pesar de su nombre, los círculos de hadas son parches con una forma más bien hexagonal, en los que no crece la vegetación dentro, pero sí con fuerza en sus bordes. Están distribuidos por el terreno de forma periódica. Es decir, no se trata de unos pocos agujeros dispersos en la arena, sino de una serie de círculos muy parecidos entre sí, distribuidos más o menos a la misma distancia unos de otros.

Se conocen desde principios del siglo XX, pero su origen tardó mucho más en empezar a discutirse. Y ahora parece haber una respuesta más clara. 

Cuando el agua es un tesoro, la naturaleza la utiliza con sumo cuidado

Los autores de este estudio que se acaba de publicar observaron que en los círculos de hadas de Namibia pasaba algo muy curioso. Y es que, cuando llueve, sí que crece algo de hierba en el interior de las calvas. No obstante, esta desaparece casi inmediatamente después. Es como si se donasen esos recursos hídricos al resto de la vegetación.

Pero, para saberlo con más seguridad, estos científicos rastrearon las lluvias esporádicas en 10 regiones con círculos de hadas. Dichos datos se tomaron entre la estación seca de 2020 y la lluviosa de 2022. 

Así, confirmaron que, efectivamente, 10 días después de la lluvia, el crecimiento de vegetación dentro de los círculos de hadas era muy escaso. Además, 20 días más tarde, este ya se había detenido por completo. En cambio, la hierba alrededor estaba especialmente verde y suave.

Por otro lado, les llamaron la atención las raíces de dicha hierba. Curiosamente, en el interior de los círculos de las hadas, estas eran incluso más largas que en el exterior. Esto sugería que las plantas estaban invirtiendo mucha energía en encontrar agua. Además, no había ni rastro de signos del ataque de las termitas en dichas raíces.

Tenía que ser más bien un factor relacionado con la humedad del suelo, por lo que pasaron a comprobar los resultados de los higrómetros. Y ahí estaba otra clave. Cuando la hierba aún no estaba bien establecida, ni dentro ni fuera de los círculos de hadas, la humedad disminuía lentamente por igual. Sin embargo, cuando la hierba en el exterior ya era mucho más robusta, la humedad desaparecía casi de inmediato después de las lluvias. Esto indica que el propio suelo optimizaba la poca agua que llegaba, ahorrándola en la vegetación del interior de los hexágonos y dirigiéndola con gran eficacia hacia la hierba del exterior. No se necesitaban grandes raíces, porque el suelo beneficia a esas plantas por encima de las del interior.

Alan Turing tenía razón

El matemático Alan Turing es conocido sobre todo porque él y su equipo lograron descifrar el código de la máquina Enigma, con la que los nazis encriptaron sus mensajes durante la Segunda Guerra Mundial. De este modo, la contienda se redujo notablemente y se salvaron muchísimas vidas.

Pero no fue su única contribución a la ciencia. Turing también buscó una explicación a los patrones de la naturaleza. Él hablaba de factores como las rayas de las cebras, la manchas del leopardo o las escamas de tiburón. Sin embargo, hoy sabemos que los círculos de las hadas también podrían explicarse con lo que él bautizó como sistema de reacción-difusión.

Este establecía que, para que se forme un organismo, deben darse dos condiciones: la difusión de moléculas a través del espacio y las reacciones químicas generadas entre ellas. Así, llega un momento en el que se rompe la simetría, de manera que no se forman patrones homogéneos, sino patrones periódicos, como las rayas de las cebras o el plumaje de las aves.

Ahora bien, en el caso de los círculos de las hadas, no estamos hablando de un ser vivo, sino de la relación de muchos de ellos (las plantas) con el suelo. Y es que Turing también estableció que, para que esto ocurriera, debería darse la interacción de dos sustancias difusibles, que esta vez son el agua y la biomasa. Ambas difunden hasta encontrar un comportamiento óptimo que origina un patrón periódico.

Por lo tanto, ni hongos, ni termitas. Y mucho menos hadas. Parece claro que estos famosos círculos son el resultado del propio suelo optimizando los pocos recursos que le llegan.

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