La huérfana: Primer asesinato, de William Brent Bell, deja claras dos cosas desde el comienzo. Una es que lo que hace a Esther (Isabelle Fuhrman) una asesina implacable y cruel no es la historia que lleva a cuestas. Al otro extremo, que el origen del comportamiento del personaje es perturbador en su sencillez. Quiere hacer daño porque alberga un impulso adulto de gratificación violenta. Nada más. 

Se trata de algo que descubrirá muy pronto los Albright, la familia que ahora tendrá que lidiar con el horror que la película de terror sugiere. La infelicidad que atormenta a sus miembros será la forma en que Esther podrá atacarles. Una trama de celos sexuales, violencia y miedo que terminará en un escenario sangriento. 

Podría parecer que se trata de otra versión de la primera y exitosa producción, pero en realidad es algo más profundo. La huérfana: Primer asesinato explora a Esther como una psicópata que aprendió que su poder era una temeridad colérica. Sin sentimientos, sin otra perspectiva que convertirse en un depredador con el rostro de una niña, el personaje es más temible que nunca. 

Mucho más cuando Isabelle Fuhrman repite el papel que interpretó a los once años y la puesta en escena brinda un tono cuidadoso de continuidad. Por curioso que parezca, la película de terror no utiliza efectos digitales, sino juegos de cámaras bien pensados para crear su atmósfera. De modo que de nuevo, Esther es una criatura terrorífica bajo la capa de su inocencia. 

La huérfana: Primer asesinato

A diferencia de otros tantos argumentos que narran las historias centrales de personajes violentos, La Huérfana: primer asesinato evita la tentación de justificar o humanizar. Al contrario, se concentra en la posibilidad de que el mal en Esther sea un hecho natural. Podría parecer una premisa trillada, si el guion de David Coggeshall fuera menos hábil en mostrar lo que sostiene la psicología de la historia. Una basada en la posibilidad que todo lo que se narró en el primer film sea solo la consecuencia directa del primero. Un asesino con método necesita un lugar para ensayar sus errores y es, precisamente, en lo que la precuela profundiza.

Puntuación: 4.5 de 5.

Érase una vez el terror bajo una máscara de ingenuidad

A diferencia de otros tantos argumentos que narran las historias centrales de personajes violentos, la película de terror evita la tentación de justificar o humanizar. Al contrario, se concentra en la posibilidad de que el mal en Esther, sea un hecho natural. Podría parecer una premisa trillada, si el guion de David Coggeshall fuera menos hábil en mostrar lo que sostiene la psicología de la historia. Una basada en la posibilidad que todo lo que se narró en el primer film sea solo la consecuencia directa del primero. Un asesino con método necesita un sitio para ensayar sus errores que es, precisamente, en lo que la precuela profundiza. 

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La huérfana: Primer asesinato atraviesa todos los puntos que insinuó su predecesora. Lo cual deja claro que el comportamiento de su personaje es el resultado de algo más que un incidente casual con consecuencias sangrientas. Un elemento esencial para comprender por qué la producción se diferencia de otras tantas en su tipo. Esta no es la exploración de los sufrimientos de Esther, aunque se les menciona. De las circunstancias que la rodearon, de los padres que le abandonaron o incluso, del punto crítico que la transformó en una criatura desalmada. 

En lugar de eso, la historia toma decisiones inteligentes sobre el contexto que rodea a un criminal. ¿Cómo ideó Esther un truco macabro que engañó a una familia entera? La respuesta es obvia: ya lo había hecho antes. Pero la asesina que muestra el film del 2022 es mucho más torpe en la manipulación de lo que será en el futuro. El argumento aprovecha la idea de una personalidad maligna en formación, para sostener la densa complejidad que lo define. 

La huérfana: Primer asesinato, una búsqueda del centro del horror

La huérfana: Primer asesinato

El director toma la inquietante idea de la primera película y retrocede para comprender, a la distancia, la evolución de Esther. Eso implica que el film da algunas explicaciones de contexto sobre ella. Pero su efectividad no se basa en eso. Al contrario, el conflicto está más enfocado en ilustrar la circunstancia de que se construyó a sí misma. Que la asesina temible y capaz de destrozar a una familia de una forma sigilosa y pérfida es el resultado de su determinación para sobrevivir. 

¿Eso quiere decir que el poder maligno de Esther surge del abandono o el dolor? La huérfana: Primer asesinato no cae en la lástima para explorar en su personaje. En realidad es una astuta reflexión sobre la crueldad, convertida en un arma bien medida. Al igual que utiliza su hipopituitarismo para valerse de la inocencia de otros, el personaje manipula la debilidad de otros a su favor. 

Es un intercambio siniestro que convierte al personaje en una figura poderosa que se oculta bajo una identidad falsa. Pero la película de terror hace más que darle un giro de tuerca a la tramposa malevolencia de una mujer adulta que finge ser una niña. También, hay un recorrido bien construido acerca del miedo, la dominación y al final, la oscuridad interior como una forma de poder. 

Todos los finales terroríficos en La Huérfana: El primer asesinato

A medida que la narración avanza, es evidente que el director no desea que el misterio se diluya. De modo que evita reiterar lo obvio —lo peligrosa que es Esther— y se enfoca en la posibilidad de una ferocidad espontánea. En las decisiones que tomará, los errores que cometerá y, al final, su improbable triunfo. El hecho que la actriz vuelva a interpretar a su personaje, permite al argumento tomar decisiones conscientes sobre cómo contar su pasado y futuro. La historia retrocedió en el tiempo, pero en esencia, es el mismo dilema. ¿Qué convirtió a Esther en lo que es? 

La huérfana: Primer asesinato

Desde el escape del centro psiquiátrico en Estonia que menciona en la primera película, hasta una nueva familia que debe enfrentar un horror inesperado. La huérfana: Primer asesinato corre un riesgo considerable al duplicar la fórmula que hizo famoso a la producción original. Pero la premisa, que demostró en la película del 2009 una dualidad grotesca, en su nueva versión es mucho más compleja. La asesina se muestra como un misterio que se desgrana de a poco. En dimensiones de lo perverso que sorprenden al completarse entre sí. 

Sin embargo, en lugar de brindar explicaciones exageradas sobre su retorcida figura principal, el guion la muestra cuando aún podía sentir miedo. El punto que la diferencia de su versión futura. Una capa de interés para comprender que su comportamiento —la maldad— es una de sus tantas facetas.

Grietas en una máscara que la hacen cada vez más temible y brutal. Por último, una puerta abierta a lo que vendrá después, cuando sepa todo lo que es capaz de lograr. Esther regresará y el resultado de ese retorno ya es parte de la historia del cine. Pero profundizar en el motivo por el cual lo hizo, es el mayor logro de su precuela. 

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