Cuenta la leyenda de la mitología griega que la Hidra de Lerna era un feroz monstruo acuático, con cuerpo de serpiente y una gran cantidad de cabezas, que aumentaban si alguien osaba a cortarle una de ellas. Vale, esto no es real, como es lógico. Pero sí que existen serpientes con varias cabezas, al menos con dos. No son monstruos despiadados, sino reptiles con una malformación conocida como bicefalia; que desgraciadamente suele acabar con su muerte en etapas tempranas. La última serpiente de dos cabezas que se ha descrito la recogió recientemente el rescatador de ofidios Nick Evans, en Sudáfrica.

Se trata de una comedora de huevos marrón del sur (Dasypeltis inornata), que había sido observada en el patio de una casa. El dueño de la misma había conseguido meter a la serpiente de dos cabezas en una botella. Sin embargo, no sabía qué hacer después con ella, por lo que le pidió a Evans que se pasase a recogerla.

El fundador de KZN Amphibian & Reptile Conservation no dudó en acudir a la llamada y, aunque se le había avisado, quedó muy sorprendido. La serpiente de dos cabezas parecía muy joven y desde luego la bicefalia le jugaba una mala pasada. Al soltarla, cada cabeza parecía querer tomar una dirección contraria, aunque a veces lograba encontrar el término medio, posando una testa sobre otra. De esa manera, era presa fácil para cualquier depredador, por lo que ya se ha puesto en manos de un profesional que se encargará de cuidar de ella.

La historia de las serpientes de dos cabezas

Si nos ceñimos a las historias del pasado, puede resultar complicado discernir las leyendas de las descripciones realistas de serpientes de dos cabezas.

No obstante, existen estudios científicos muy antiguos en los que ya se habla de ellas. Una de las primeras descripciones que se encuentra en la literatura científica es la de un ejemplar de la especie Xenedom merremii, descrito en 1824.

Pero no mucho después, los reportes de casos similares empezaron a hacerse mucho más frecuentes.  Por ejemplo, se conserva una carta al editor de la revista Science, redactada en 1899 por el estadounidense Roswell Hill Johnson, en la que habla de su investigación sobre serpientes de dos cabezas.

En 1824 se describió el caso de una serpiente de dos cabezas de la especie Xenedom merremii

Entonces, este científico estadounidense de 22 años estaba iniciándose en el estudio de la anatomía de estos reptiles. En su carta aseguraba que ya tenía ocho ejemplares, procedentes de varios museos, pero que no conseguía encontrar otros cuatro descritos con anterioridad. Más tarde, este joven científico se convertiría en profesor de eugenesia, una terrible disciplina basada en la exclusión de determinados individuos para mejorar la calidad genética de la especie humana. Pero ese es otro cantar. 

Más frecuente de lo que parece

Volviendo a las serpientes, en 2013 se publicó un estudio en el que se analizaba la prevalencia de distintos tipos de malformaciones en estos reptiles. Se analizaron serpientes de cascabel sudamericanas (Crotalus durissus) y víboras de pozo sudamericanas (Bothrops jararaca). El mayor porcentaje de malformaciones se encontró en las primeras, con un 11,1% frente a un 2,3%, aunque disponían de más datos de víboras (4.087), que de serpientes de cascabel (324). 

En cuanto a los datos específicos de cada tipo de malformación, las más comunes fueron las espinales, seguidas de la fusión de escamas ventrales. No obstante, al centrarse en las víboras de pozo, encontraron también otras malformaciones minoritarias, con un 3,1% de serpientes de dos cabezas entre los nacimientos malformados que se documentaron.

Un 3,1% de las víboras de pozo sudamericanas malformadas que se estudiaron en una investigación de 2013 tenían dos cabezas

Si no se ven con más frecuencia es básicamente porque sus dificultades para desplazarse o alimentarse hacen muy complicada su supervivencia. No solo porque puedan morir de hambre, sino también porque algún depredador, como un águila, podría acabar con ellas sin esfuerzo. Así, la mayoría de ellas no llegan a la edad adulta. Es todo un drama el de las serpientes de dos cabezas. Debería serlo mucho más con diez. Por eso, si la leyenda fuese realista, la Hidra de Lerna debería haber sido una pobre criatura a la que no le quedaría más remedio que vivir escondida, rezando para no encontrarse con algún semidios sediento de escamas. Pero, lógicamente, no es nada realista. Por eso se trata de mitología. 

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