Hace unos días, un astrofísico del Centro Harvard-Smithsonian alertó de la reentrada inminente en la Tierra de un cohete chino. En ese momento se dijo que no se sabía dónde ni cuándo caería este Long March 5B, pero que posiblemente no tardaría mucho. Ahora sí que tenemos una fecha muy probable. Será posiblemente el domingo, 31 de julio. Lo que no sabemos aún es el lugar. Hay una idea aproximada, pero la franja terrestre en la que puede aterrizar es inmensa.

Esta historia nos suena porque no es la primera vez que ocurre. Es normal que estos restos de basura espacial caigan sobre la Tierra. A veces se pueden hacer aterrizajes controlados, pero son caros, por lo que finalmente se suelen dejar libremente en el espacio, hasta que acaban desorbitándose y volviendo a nuestro planeta. Esto puede ocurrir tanto con cohetes chinos como de otros países, pero lo cierto es que la gran actividad espacial del país asiático está llevando a que hayamos tenido bastantes encuentros recientes con sus lanzaderas.

En 2020, por ejemplo, un cohete chino cayó de lleno en una aldea de Costa de Marfil, dañando en el proceso algunos edificios. Por suerte, no hubo que lamentar daños humanos, solo materiales. Más tarde, en 2021, hubo un suceso similar al que esperamos ahora. Se sabía cuándo caería, pero no dónde. Finalmente fue en el océano, cerca de las Maldivas, por lo que no hubo ni siquiera daños materiales. ¿Y qué pasará esta vez? Por desgracia es algo que no podemos saber.

El incierto destino de otro cohete chino

Lo normal cuando un fragmento de basura espacial vuelve a la Tierra es que se descomponga en fragmentos muy pequeños al cruzar la atmósfera. El problema es que este cohete chino es enorme. Mide 53,6 metros y pesa 23 toneladas métricas, por lo que, por mucho que se descomponga, es esperable que queden pedazos demasiado grandes. De hecho, la regla general es que el 20-40% de la masa de un objeto grande llegue hasta el suelo.

Por eso, el futuro más afortunado sería aquel en el que los escombros caen en el océano, como el año pasado. El problema es que, según rezan en un comunicado de la Corporación Aerospace, el 88% de la población mundial vive en la franja terrestre en la que puede caer el cohete. Esa franja se corresponde a todo el mapa cubierto por líneas amarillas y azules.

Aerospace

Recientemente se calculó que la probabilidad de que un fragmento de basura espacial golpee a una persona alcanzará el 10% en una década. Sabiendo esto, ese 88% es bastante preocupante.

Por todo esto, la Corporación Aerospace monitorizará la reentrada del cohete chino en la Tierra e irá actualizando el posible lugar del impacto a medida que se acerque a nosotros. Así, quizás, se podría prevenir a los habitantes de la zona afectada, en caso de ser necesario.

Pero de momento habrá que esperar. Con suerte, irá de nuevo al océano, como el año pasado. Si no, esperaremos que al menos no haya nada que lamentar. 

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